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Expertos vaticinan que el clima del futuro pondrá en jaque a la agricultura española

Cambio Climático
Sostenibilidad
Los escenarios climáticos de la Aemet muestran una disminución de la precipitación total sobre la península ibérica de un 15 % para el año 2100
Finca agrícola afectada por la sequía


11 May 2023

Las organizaciones agrarias cifran en más de la mitad los daños en el cereal de secano por la sequía actual y ya hay restricciones de riego en las cuencas españolas más afectadas, lo que merma la producción de alimentos y la rentabilidad de los agricultores.

El portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Cayetano Torres, destaca a Efeagro que las regiones más afectadas actualmente son Andalucía, el noreste de la península, la mitad oriental de Castilla-La Mancha y Castilla y León, Cantabria, País Vasco, Navarra, La Rioja y Canarias.

Los embalses se encuentran al 48,9 % de su capacidad tras encadenar cinco semanas a la baja

España está camino de experimentar un nuevo año de sequía meteorológica que se suma a la escasez de lluvias de los últimos años, de forma que persiste la sequía de larga duración que comenzó a finales de 2022.

El año pasado ha sido catalogado como el sexto más seco de la serie histórica, que desde 1961 ha registrado otros tres periodos de larga duración (1982-1984, 1991-1996 y 2005-2009) y cuatro de menor duración (1975-1976, 1987-1988, 2000-2001 y 2017-2018).

2022 ha sido el sexto año más cálido de la serie histórica 

Los escenarios climáticos elaborados por la Aemet muestran una disminución de la precipitación total sobre la península Ibérica de un 15 % para el año 2100, en línea con los cálculos del grupo intergubernamental de expertos de cambio climático (IPCC), con un aumento de un 5 % de la duración de los periodos secos y un 15 % menos de días de lluvia.

Torres también subraya que existe una “clara tendencia” a que las lluvias sean más torrenciales y en época otoñal.

La sequía se agrava

Fuentes del Servicio de Cambio Climático del Programa Europeo Copérnico destacan que en los últimos años se ha observado una combinación de temperaturas altas persistentes, con aire cálido procedente del norte de África, y de suelo seco, por la continua falta de precipitación, especialmente al comienzo del invierno.

Estos factores han llevado a unas condiciones de severa sequía en el suroeste de Europa que han afectado a la vegetación, la agricultura, la producción energética y el transporte, además de causar incendios forestales, según las fuentes.

Los científicos han alertado de que la crisis climática ha incrementado de manera exponencial las probabilidades de que haya más olas de calor como la registrada en el Mediterráneo el pasado mes, considerado el cuarto abril más cálido desde que se tienen registros. 

Las temperaturas estuvieron en abril por encima de la media en el suroeste de Europa, con España y Portugal superando los máximos históricos de ese mes, según los datos de Copérnico

De cara al futuro, el IPCC recoge en sus proyecciones “un alto nivel de confianza” en que la sequía aumentará en la región mediterránea a mediados y finales de siglo en todos los escenarios, salvo en el más optimista, y también si suben las temperaturas al menos 2 grados centígrados.

Impacto en las cosechas

José Luis Gabriel, investigador del INIA-CSIC, señala que, detrás del aumento de la temperatura, se esconden “impactos mucho más nocivos” como olas de calor más intensas o periodos más largos sin lluvia.

En los últimos años, el calor en España se ha prolongado hasta octubre, un mes en el que ya no llueve como antes, por lo que los agricultores tienen que sembrar en seco y esperar si llueve más adelante, sin saber si habrá agua para que nazcan las semillas, explica Gabriel.

Añade que la falta de agua en otoño hace que se adelanten las primeras heladas, que dañan las plantas sin todavía fuerza para resistirlas.

Además, en primavera puede que el cultivo crezca mucho si llueve lo suficiente, pero si luego llega una ola de calor “la demanda de agua es tan alta con tantas hojas que se agotan rápido las reservas de agua del suelo y las plantas no producen el grano como deberían”, lo que disminuye mucho la cosecha.

Y si llueve poco, el cultivo “ya viene pequeño desde el principio” y tampoco dará una buena cosecha, según el experto del INIA-CSIC, que destaca que, con la incertidumbre de las lluvias en primavera, siembras como las del maíz, la soja o el girasol “se vuelven un auténtico órdago al clima”.

Algo similar sucede con los cultivos leñosos y praderas que, tras años de acumulación de sequías y golpes de calor, afrontan cada vez más débiles las cada vez más frecuentes nuevas inclemencias, según el experto, que ve necesaria “mucha más ciencia, transferencia del conocimiento generado y concienciación de todos los sectores” para mejorar la adaptación de la agricultura a la climatología.