
05 December 2025
El informe que sitúa la sequía en el centro del debate agroalimentario español
La Oficina C, el órgano de asesoramiento científico y tecnológico del Congreso de los Diputados, ha publicado el Informe C "La sequía en España", un documento que ofrece la radiografía más completa hasta la fecha sobre uno de los mayores riesgos climáticos que afronta nuestro país.
Para el sector agroalimentario, que consume aproximadamente el 80 % del agua extraída en España y concentra la mayor parte de los impactos económicos de las sequías, este informe resulta de lectura obligada
El documento, elaborado con la participación de decenas de expertos de diferentes disciplinas, adopta un enfoque sistémico que supera la visión tradicional centrada únicamente en la falta de precipitaciones. Integra factores climáticos, socioeconómicos, ambientales y de gobernanza para comprender el fenómeno en toda su complejidad y, sobre todo, para identificar estrategias de adaptación que permitan reducir la vulnerabilidad del tejido productivo español.
📥 Descargar el informe completo en PDF: https://oficinac.es/sites/default/files/informes/2025_10_30_InformeC-Sequia-oficinac-fecyt-congreso.pdf
🔗 Acceder al informe en la web de la Oficina C: https://oficinac.es/es/es/informes-c/sequia-espana
Un marco conceptual renovado: distinguir sequía de escasez
Una de las aportaciones fundamentales del informe es la distinción rigurosa entre sequía y escasez hídrica. Mientras la primera responde a una anomalía climática temporal caracterizada por precipitaciones por debajo de la media, la segunda puede ser una situación crónica o estructural derivada de un exceso de demanda en relación con los recursos disponibles.
Esta diferenciación no es meramente académica. Tiene implicaciones directas para la política agraria y la planificación de explotaciones. Como señala el documento:
"La principal debilidad de los Planes Especiales de Sequía es que a menudo se dan situaciones de escasez donde no se registra sequía meteorológica, lo que sugiere que, muchas veces, la escasez se debe más a una gestión deficiente que a la propia dinámica del clima".
Para agricultores y ganaderos, comprender esta distinción resulta esencial a la hora de anticipar restricciones de agua y planificar sus campañas. No toda reducción de dotaciones responde a fenómenos meteorológicos; en ocasiones refleja tensiones estructurales del sistema hídrico que requieren soluciones de largo plazo.
Precisamente, herramientas como el monitor de sequía del CSIC permiten anticiparse a los episodios más críticos.
El calentamiento global como multiplicador de impactos
El informe dedica especial atención al papel del cambio climático en la intensificación de las sequías. Más allá de la posible reducción de precipitaciones, el documento destaca un factor que a menudo pasa desapercibido: el incremento de la demanda evaporativa de la atmósfera asociado al aumento de temperaturas.
Las temperaturas más elevadas, especialmente en verano, aumentan la cantidad de agua que la atmósfera "reclama" al suelo, los cultivos y las masas de agua. Este fenómeno explica por qué sequías con déficits de precipitación similares a las del pasado están generando impactos más severos. El informe recoge que se ha observado "un claro incremento de temperatura en todas las estaciones, pero de forma especialmente pronunciada en verano", junto con "un aumento en la frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor".
Las proyecciones climáticas apuntan a una transición hacia climas más áridos en buena parte del territorio español, con reducciones significativas en la recarga de acuíferos que podrían alcanzar el 11 % de media para 2045, superando el 20 % en más del 10 % del territorio nacional.
Un escenario que pone de relieve la importancia de comprender las causas y potenciales soluciones ante este fenómeno.
El sector agrario: principal usuario y principal afectado
El informe sitúa al sector agrario en el centro del análisis por una doble condición: es el mayor consumidor de agua dulce en España y, al mismo tiempo, el más vulnerable a los efectos de la sequía.
Según los datos de distribución de demanda estimada para el periodo 2022-2027, la agricultura y la ganadería emplean el 80 % del agua extraída, seguidas del abastecimiento urbano (16 %) y los usos industriales (4 %). Esta concentración de consumo convierte al sector en protagonista inevitable de cualquier debate sobre gestión hídrica, como queda patente en el mapa del regadío en España.

En cuanto a impactos, el documento recoge que a nivel global la agricultura "concentra aproximadamente el 80 % de los impactos asociados a la sequía". En España, se estima que el rendimiento anual de trigo y cebada puede reducirse en promedio más de un 5 % y un 10 % respectivamente durante episodios de sequía, aunque en años individuales las pérdidas pueden ser mucho mayores, llegando a perderse cosechas completas.
Secano frente a regadío: vulnerabilidades diferenciadas
El informe establece una distinción importante entre los impactos sobre cultivos de secano y de regadío. Los primeros, con 12,9 millones de hectáreas en España, son los primeros en sufrir las consecuencias de la falta de lluvias al no disponer de aportaciones de agua regulada. Sin embargo, cuentan con la posibilidad de contratar seguros agrarios que han demostrado reducir significativamente su vulnerabilidad.
Las mayores pérdidas económicas, paradójicamente, se concentran en el regadío (3,7 millones de hectáreas). La explicación reside en que se trata de producciones de mayor valor añadido que no pueden asegurarse de la misma manera.
El documento aporta un dato revelador:
"En el año 2012, los pagos por seguros agrarios en cultivos herbáceos de secano alcanzaron los 210 millones de euros. A pesar de ser una cifra elevada, las pérdidas en regadío en una sola región pueden superar varios miles de millones de euros".
Impactos en cadena sobre la agroindustria
Más allá de las pérdidas directas en producción agrícola, el informe analiza los efectos indirectos y en cascada que se propagan por toda la cadena agroalimentaria. Un estudio sobre la sequía de 2005 en el valle del Ebro estimó pérdidas directas de 405 millones de euros en producción agrícola, pero estas se extendieron a otros sectores generando más de 300 millones adicionales en pérdidas indirectas, "especialmente en la industria agroalimentaria y la maquinaria agrícola". Se atribuyó a este episodio la pérdida directa o indirecta de más de 11.000 empleos.
El caso de la sequía europea de 2022 ilustra esta dinámica con ejemplos concretos. En España, "disminuyeron tanto el rendimiento de los cultivos como la superficie cultivada", con pérdidas especialmente notables en el sector del olivar, donde la producción se redujo un 50 %, duplicando el precio del aceite de oliva y favoreciendo el uso del aceite de girasol como alternativa. En el sector vitivinícola se produjeron despidos de empleados en la región del Penedès debido a la baja producción. Los efectos sobre el mercado de cereales fueron igualmente significativos, como se analiza en este informe sobre la recuperación del sector.
Ganadería: el eslabón más expuesto a la escasez de pastos
El informe dedica atención específica a los impactos sobre la ganadería, un sector particularmente vulnerable por su dependencia de recursos que la sequía compromete de forma simultánea: pastos, agua para los animales y disponibilidad de piensos.
La reducción de la cantidad y calidad de los pastos obliga a los ganaderos a suministrar alimentación complementaria mediante piensos, lo que reduce la renta de las explotaciones. Al mismo tiempo, la falta de lluvias reduce la producción de cereales en zonas de secano, disminuyendo la disponibilidad del pasto resultante en los rastrojos y encareciendo productos derivados como los piensos.
En situaciones críticas, la sequía puede inducir a los ganaderos a reducir el número de cabezas de ganado. Además, las altas temperaturas afectan directamente a la salud de los animales, su producción de leche y su fertilidad, pudiendo incluso provocar su muerte.
El documento señala que el seguro de compensación por pérdida de pastos constituye una herramienta relevante para indemnizar a las explotaciones ganaderas cuando existe un déficit en el crecimiento de los pastos, compensando los gastos derivados de la alimentación suplementaria.
El recurso invisible: las aguas subterráneas como activo estratégico
Uno de los aspectos más relevantes del informe para el sector agrario es el énfasis en el papel estratégico de las aguas subterráneas. El documento las califica como el recurso invisible y subraya que constituyen el 99 % del agua dulce disponible a nivel global, muy por encima de ríos, lagos y embalses.
Para la gestión de sequías, los acuíferos presentan una ventaja fundamental: su mayor inercia frente a las aguas superficiales. Responden más lentamente a la falta de lluvias, lo que permite mantener su disponibilidad durante más tiempo cuando embalses y ríos ya acusan el déficit de precipitaciones.
Como señala el informe:
"Las aguas subterráneas son fundamentales en la gestión de las sequías por su mayor inercia frente a las aguas superficiales, es decir, por responder más lentamente a la falta de lluvias. Ello permite mantener su disponibilidad durante más tiempo".
En regiones del sur y este de la península, así como en las zonas insulares, las aguas subterráneas son un recurso necesario para cubrir las diferentes demandas de agua. Su uso se intensifica precisamente en periodos de sequía y escasez hídrica, cuando disminuye la disponibilidad de aguas superficiales.
La experiencia de gestión hídrica en Almería ilustra cómo el conocimiento de los acuíferos resulta clave para la planificación agrícola.
Sin embargo, el informe alerta sobre varias amenazas que comprometen este recurso. La sobreexplotación hace que las extracciones superen la recarga natural, agotando las reservas especialmente durante episodios de sequía. La contaminación por nitratos procedentes de prácticas agrarias intensivas constituye uno de los principales problemas de calidad, con concentraciones especialmente elevadas en el litoral mediterráneo oriental, Guadalquivir y Guadiana.
A esto se añade la dificultad para controlar las extracciones ilegales, que el documento califica como "un punto de presión crítico pendiente de resolver".
La paradoja de la modernización del regadío
El informe plantea un debate incómodo pero necesario sobre los efectos de la modernización de los sistemas de riego. Recogiendo la llamada paradoja de Jevons aplicada al regadío, el documento señala que las mejoras en eficiencia no siempre se traducen en una reducción del consumo total de agua.
La explicación es que el ahorro inicial favorece la expansión de la superficie regada, el cambio hacia cultivos más exigentes en agua, la introducción de dobles cosechas y una disminución de los retornos al sistema hídrico. El resultado puede ser un efecto contrario al esperado: mayor consumo de agua y de energía.
"Para que la modernización del regadío se traduzca en un ahorro real de agua, debe ir acompañada de una revisión de las concesiones de uso de agua, que fijan la cantidad de agua que se puede usar por hectárea y año, así como de medidas de gobernanza que impidan el aumento de la superficie regada y reconozcan las funciones ecológicas de los retornos de riego"
Para evitar esta paradoja, la comunidad científica citada en el informe indica que las mejoras tecnológicas deben ir acompañadas de una reducción en las dotaciones de agua por hectárea por parte de los organismos reguladores: en torno al 20 % al pasar a riego por aspersión y hasta un 35% en el caso del riego por goteo. Igualmente, es necesario reforzar la gobernanza e impedir el aumento de la superficie regada tras la modernización.
Este análisis complementa los datos recogidos en el artículo "Las claves del regadío español 2025", publicado recientemente en Plataforma Tierra, donde se examina cómo el aumento de la superficie regada no ha llevado necesariamente a un incremento de las extracciones totales desde 2004, aunque sí a un mayor consumo energético.
El informe recoge que existe un debate abierto en la comunidad científica sobre el futuro de la superficie de regadío en España: mientras algunos expertos consideran que las mejoras en eficiencia permiten mantener la superficie actual, otros abogan por una reducción progresiva para ajustarse a la disponibilidad de agua proyectada. Un debate que los propios regantes han abordado reclamando una segunda modernización y más equilibrio en los usos del agua.
Prácticas agrícolas y ganaderas para la adaptación
El documento dedica un apartado específico a las estrategias de adaptación en el ámbito agrario, distinguiendo entre medidas a escala de planta y a escala de parcela.
En relación con los cultivos, el informe destaca la importancia de seleccionar variedades más adaptadas a la sequía, aprovechando el conocimiento sobre las respuestas fisiológicas de las plantas al estrés hídrico. La selección de cultivos ha permitido detectar variedades existentes de cereal y leguminosas con productividad y calidad nutricional superior incluso en condiciones de sequía.
El desarrollo de nuevas variedades mediante técnicas de mejora genética, tanto convencionales como nuevas técnicas genómicas, ofrece resultados prometedores en cultivos como maíz, arroz o colza, tal como se analiza en profundidad en este artículo sobre plantas resistentes a la sequía desarrolladas mediante edición genética.
A escala de parcela, el informe señala el potencial de la agricultura de precisión para ajustar el riego, la fertilización o la poda a las necesidades reales del cultivo mediante sensores, drones, sistemas de información geográfica e inteligencia artificial. Las tecnologías para un manejo eficiente del riego están llamadas a desempeñar un papel clave en este proceso.
Paralelamente, se promueven prácticas donde la innovación se centra en un cambio de modelo productivo: agroecología, agricultura regenerativa, agrosilvicultura. Estas prácticas promueven la recuperación de variedades autóctonas, el uso de cubiertas vegetales para controlar la erosión, la rotación y diversificación de cultivos para mantener la estructura y fertilidad del suelo, y la incorporación de microorganismos promotores del crecimiento vegetal.
En el ámbito ganadero, el informe destaca tanto la modernización de instalaciones (bebederos con sistemas de recirculación, recolección de agua de lluvia) como el fomento de prácticas tradicionales como el pastoreo, que contribuye a la sostenibilidad ecológica y social del medio rural, favorece la recuperación de pastos, mejora el suelo y reduce el riesgo de incendios.
Fuentes no convencionales: desalinización y aguas regeneradas
El informe analiza en detalle el papel de las fuentes de agua no convencionales como estrategia de adaptación, con especial atención a la desalinización y la reutilización de aguas residuales.
España es líder europeo en capacidad de desalinización instalada, con 765 plantas y capacidad para producir cerca de 5 millones de metros cúbicos diarios. Este recurso resulta clave para reforzar la disponibilidad hídrica en zonas costeras, especialmente durante episodios de sequía. Sin embargo, el documento señala limitaciones importantes para el sector agrario: el elevado coste energético y operativo puede hacer inviable su uso en cultivos de bajo valor añadido, y su aplicación en zonas interiores requiere infraestructuras de transporte y bombeo adicionales que incrementan aún más el coste.
En cuanto a las aguas regeneradas, España lidera la producción en Europa, destinándose principalmente al riego agrícola (más del 60 % del total). El informe destaca las ventajas de su uso en agricultura, incluyendo la estabilidad en el suministro y el potencial de reducir el uso de fertilizantes por su contenido en nutrientes. La Región de Murcia y la Comunidad Valenciana generan más de la mitad del agua regenerada destinada al riego en España.
No obstante, el documento advierte que en zonas de interior la reutilización de aguas residuales implica que no se retorna el agua al medio natural, lo que puede reducir los caudales y afectar a los ecosistemas si este efecto no se contabiliza en la planificación.
De la reacción a la prevención: el cambio de paradigma necesario
Quizá la recomendación más contundente del informe sea la necesidad de abandonar el enfoque reactivo tradicional para adoptar una visión preventiva.
El documento recoge que las estrategias de prevención que invierten en resiliencia cuestan hasta tres veces menos que las medidas de reacción y respuesta ante episodios de crisis:
"La resiliencia ante la sequía se construye en los escenarios de normalidad, mediante planificación y medidas preventivas. Durante los episodios de sequía, se activan medidas de respuesta para evitar llegar a situaciones de gravedad".
Este cambio de paradigma implica analizar vulnerabilidades y planificar medidas de actuación fuera de los episodios de sequía, no durante ellos. Para el sector agrario, supone integrar el riesgo de sequía en la planificación de las explotaciones como una variable estructural, no como una contingencia excepcional.
Un recurso que debe medirse en volumen, no en superficie
El informe incluye una reflexión que resulta especialmente pertinente para el debate sobre el futuro del regadío:
"No podemos seguir midiendo el uso de un recurso como el agua empleando unidades de superficie (millones de hectáreas de regadío), en lugar de las apropiadas unidades de volumen (miles de hm³ utilizados). Hacerlo es un síntoma de los déficits de información y datos que tenemos en torno a un recurso vital".
Esta observación apunta a la necesidad de transformar los indicadores con los que el sector y las administraciones evalúan el uso del agua, pasando de una lógica centrada en la extensión del regadío a otra que priorice la eficiencia real del consumo hídrico.
La sequía como característica estructural del clima español
El informe concluye con una llamada a integrar la sequía "no como anomalía, sino como característica intrínseca del clima en España". Solo así será posible construir un modelo de desarrollo agroalimentario compatible con los límites hídricos del territorio y con las necesidades de las generaciones futuras.
Para el sector agroalimentario, este mensaje implica asumir que la adaptación a un escenario de sequías más frecuentes e intensas no es una opción, sino una necesidad estratégica.
Las explotaciones, las cadenas de valor y las políticas públicas que integren esta realidad estarán mejor posicionadas para afrontar los desafíos que se avecinan.
