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La evolución reciente de la inversión en I+D agroalimentaria

Economía y Empresa
Cadena de Valor
Inversión en I+D

25 January 2024

Todos somos conscientes de que la innovación mejora la posición competitiva de las empresas, ya sea aumentando o diversificando la oferta de productos, incrementando su productividad y/o simplemente ampliando sus resultados finales. Además, es una herramienta esencial para conseguir la rentabilidad de las actividades económicas, incluyendo la agroalimentación. 

Hace unas semanas se han publicado los datos de inversión en I+D de la economía, correspondientes al año 2022 (INE, 2023). El gasto en I+D interna del conjunto de la economía española ha aumentado un 12 % en el último año. En el ámbito de las empresas el crecimiento medio ha sido del 12 %. 

Sin embargo, en el sector agroalimentario la inversión en I+D ha decrecido un 1,3 %, debido a la caída del 21 % en la agricultura, parcialmente compensada con un crecimiento del 6,5 % en la actividad de alimentación, bebidas y tabaco. 

En el Gráfico 1 se muestran los datos de inversión en I+D interna de las empresas de sector primario (agricultura, ganadería, silvicultura y pesca) y en la industria de alimentación, bebidas y tabaco (CNAE 10, 11 y 12). Después de un periodo de crecimiento del gasto, que se había iniciado en 2015, llegamos a un máximo en 2020. A partir de ahí se observa en una caída de la inversión, que se inicia en 2021 y se mantiene en 2022. 

 

 

Detrás de los datos globales se observan comportamientos diferentes entre el sector primario y en la industria alimentaria, tal y como se presenta en la Tabla 1. 

Tomando como base el año 2019, al que se le asigna un valor de 100, se ha calculado el porcentaje de incremento o disminución de la inversión en cada uno de los tres ejercicios posteriores. Este cálculo se ha realizado tanto para los gastos totales como para los corrientes y de capital y cada una de las partidas de las que se informa en los resultados publicados por el INE. 

El gasto interno en I+D, en las empresas que conforman la producción primaria aumenta un 3% en 2020, que se pierde en ese mismo porcentaje en 2021 y cae hasta el 24 % en 2022. Muestra, por tanto, un comportamiento totalmente distinto al conjunto de la economía española

En el capítulo del gasto corriente las empresas han mantenido el gasto en personal especializado, pero lo han reducido en el resto del personal y en otros gastos. Sin embargo, han mermado sensiblemente sus inversiones, tanto en equipos como en terrenos y edificios. Las inversión en software se ha recuperado en 2022, probablemente para buscar mayor eficiencia en el uso de insumos. 

La industria alimentaria llegó a un máximo de gasto en 2020, en plena pandemia de COVID. El crecimiento de ese año lo perdió en 2021, para recuperarlo y volver a un nuevo máximo en 2022, tal y como se recoge en la Tabla 1. 

En gasto corriente la mayor caída se produjo en 2020, seguido de 2021; sin embargo, en 2022 se ha recuperado la inversión, especialmente en contratación de personal especializado, hasta alcanzar el valor más elevado del periodo analizado. 

En los gastos de capital las cifras arrojan valores muy elevados en 2020, especialmente en la adquisición de equipos, software e I+D interna. En los años siguientes disminuyeron las inversiones en equipos, aunque se mantuvieron por encima de las de 2019, cosa que no ocurrió en el caso de los edificios y del software.

 

 

El 90,2 % de los fondos destinados a la inversión en I+D en la producción primaria son recursos propios de las empresas, mientras que en la industria alimentaria es del 90,7 %. Son datos promedio de la serie analizada, entre 2019 y 2022. 

Este porcentaje está por debajo del 90 % en el sector primario en 2021, llegando al 83,5 %, mientras que en la industria lo hace en 2021, cayendo al 89,4 %. 

El resto de los fondos procede, mayoritariamente, de las Administraciones públicas, tanto la Administración general del Estado como las comunidades autónomas o las entidades locales, así como de la Unión europea. 

En la Tabla 2 se muestran datos correspondientes la evolución de los fondos en este periodo para ambos eslabones de la cadena de valor. 

La utilización de fondos propios cayó de manera significativa en la producción primaria en 2021 y, especialmente, en 2022. En la industria alimentaria el descenso se produjo solo en 2021, recuperándose por encima de los valores previos en 2022. 

Los recursos procedentes de las Administraciones españolas para financiar la innovación tuvieron sus valores máximos en 2020, cayendo después para el sector primario y la industria, aunque esta última no sufrió esa reducción en 2021. 

El techo de fondos europeos lo encontramos en 2019 en el sector primario; sin embargo, en la industria alimentaria lo encontramos en 2022, con valores que superan en un 125 % los de tres años atrás. Es evidente que los fondos de recuperación de la UE han llegado antes a este eslabón de la cadena.

 

 

Para poder profundizar en la razones que pueden estar detrás de esta evolución de las inversiones en I+D del sector agroalimentario, repasaremos los dos hechos más significativos ocurrido en este periodo: la pandemia y la evolución de costes de insumos y los precios de los alimentos

El estado de alarma por la pandemia de COVID 19 se declaró el 14 de marzo de 2020, suspendiéndose la actividad laboral el 28 de marzo. El estado de alarma expiró el 21 de junio del mismo año. En las primeros días de la suspensión de la actividad laboral se produjeron algunos desajustes, que se normalizaron con rapidez. El resto del tiempo la actividad del conjunto del sector agroalimentario se mantuvo con normalidad

Los mercados de los productos agroalimentarios se habían mantenido, en general, bastante estables en los dos últimas décadas. Los primeros síntomas de un posible cambio para el conjunto de la cadena de valor agroalimentaria se observaron a principios de 2021 cuando, como consecuencia del incremento de los costes de la energía, empezaron a incrementarse los precios de los fertilizantes. Después vinieron los carburantes, la electricidad y, en el mes de marzo de 2022, con la invasión de Ucrania, todas las materias primas. 

En el mes de agosto de 2022 los agricultores estaban pagando por sus insumos un 52 % más de lo que estaban pagando a principios de 2021; en el mes de octubre ese porcentaje se habría reducido hasta un 41 %. A la vez, los piensos para el ganado habían subido, desde el mes de enero de 2021 hasta el mes de abril de 2022, un 45 %, y ese nivel se mantuvo hasta octubre de 2022. 

Todos estos datos preceden de los Índices y Precios agrarios publicados por el MAPA. Por su parte, la industria, a mediados de 2022 estaba afrontando un incremento de sus costes de producción en torno al 30 %; y a principios de 2023 ese incremento se situaría en torno al 20 %, de acuerdo con cálculos propios.

Mientras tanto, los precios de los alimentos al consumidor final subieron, tal y se puede comprobar en los datos del IPC, de manera casi imperceptible hasta octubre de 2021, y de forma más significativa en abril, mayo, junio, octubre y diciembre de 2022. 

En enero de 2023 los precios pagados por los alimentos se habían incrementado en un 19,8 % desde principios de 2021. Por tanto, el conjunto de la cadena alimentaria, pero especialmente los primeros eslabones, han soportado unos costes de producción que no se han repercutido a los consumidores, al menos desde medidos de 2021 hasta finales de 2022.

En conclusión, puede decirse que la inversión en I+D del sector agroalimentario ha sufrido las consecuencias del incremento de costes de producción y de la reducción de los márgenes que se inició para la producción primaria en abril de 2021 y se ha mantenido casi todo el año 2022. Por tanto, el gasto interno en innovación en 2021 y 2022 refleja la situación financiera del sector en estos dos años. 

 

*Artículo publicado originalmente en El Economista.

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