
24 December 2025
La semana pasada conocimos la primera estimación de la Renta Agraria 2025 realizada por el Ministerio de Agricultura.
El resultado es llamativo: sube un 13 % respecto al año previo. Una espectacular subida que se une a la de años previos, acumulando un 42 % en 3 años (27 % en términos deflactados).
Sin embargo, esta cifra agregada debe leerse con cautela. Por una parte, como el propio Ministerio apunta, es posible una corrección futura a la baja por el efecto de caída del porcino en el final de año (la estimación se hace con resultados de meses anteriores). Y por otra, como ya hemos venido identificando en análisis previos, por la desigual distribución de esta renta entre explotaciones y la concentración de los buenos resultados agregados en un número cada vez menor de ellas.
Además, también la semana pasada la Comisión Europea presentó el EU Agricultural Outlook 2025-2035, informe de referencia anual en el que se presentan las previsiones de mercado (producciones, precios, comext) por productos para la UE.
El informe de este año contiene una novedad al incluir previsiones de evolución de la renta de las explotaciones agrarias. Y la previsión no es buena: la renta agraria media de las explotaciones descenderá un 2,8 % en términos reales de aquí a 2035.
Por tanto, coyuntura favorable, pero incertidumbre en el horizonte. En este artículo intentaré profundizar en estas cifras y sobre todo apuntar, a mi modo de ver, cómo se podría aprovechar la coyuntura actual para que lo proyectado no llegue a cumplirse.
Evolución de la Renta Agraria
En los tres últimos años, la Renta Agraria acumula una subida nominal del 42 %, apoyada principalmente en el crecimiento del valor de la producción agraria del 20 % y la contención de los consumos intermedios (-3 %).
Esta subida nominal más que compensa la inflación acumulada, por lo que, en términos reales o deflactados, la renta agraria avanza en estos tres años un 27 %.
Además, el empleo (medido en unidades trabajo año, UTA) se ha mantenido prácticamente constante, por lo que el crecimiento de la renta agraria por ocupado es muy similar.
En el caso concreto de 2025, y con la precaución del carácter preliminar de la estimación, la subida habría venido impulsada más por la producción vegetal que por la animal, especialmente por el comportamiento del precio de las frutas.
En 2025, las cantidades producidas aumentan (7,3 %) más que los precios de venta (2,3 %). En el caso de los consumos intermedios aumenta ligeramente tanto su volumen (2 %) como su precio (3,7 %).
Es necesario insistir en el carácter agregado de las Cuentas Económicas de la Agricultura, auténtico ejercicio armonizado de contabilidad europea agraria. Al sector le puede ir bien y al tiempo a muchas explotaciones ir mal, pues cada vez un mayor porcentaje de la producción se genera en un menor número de explotaciones y las economías de escala han venido ampliándose.
No profundizaré en esto por no desviarme del foco principal del artículo.
Tendencias en la década pasada
Profundicemos ampliando el análisis a los datos de la última década, comparando España con su entorno económico y separando variaciones de volumen y de precio. Las Cuentas Económicas de la Agricultura de Eurostat lo permiten.
Para ello en la tabla adjunta presento la variación entre 2015 y 2025 de diferentes magnitudes clave, en términos reales, en la UE-27 y en España.
Variación de las macromagnitudes agro en la UE y España (2015-2025). En porcentaje sobre términos reales

En el primer bloque de la tabla se presenta el porcentaje de variación de la producción agraria. En primer lugar, su variación total en el periodo (+24 % en España y +7 % en la UE). En segundo lugar, cómo han contribuido a esa variación las producciones agrícolas y las ganaderas: en España, la producción agrícola aumentó un 16 % y la ganadera un 35 %. Y, en tercer lugar, como se descompone el crecimiento de la producción en términos de volumen (es decir, se producen más cantidades) o de precio (se venden más caras).
En el caso de España, se ha producido casi 11 % más de cantidades que se han vendido un 11,6 % más caras, en una composición por tanto del crecimiento de la producción mucho más equilibrada que la de la UE.
El segundo bloque de la tabla presenta los consumos intermedios. De nuevo, se muestra la variación total y cómo se descompone en volumen (empleo físico de los mismos) y en precio de estos: ha crecido el volumen, pero descendido su precio tanto en España como en la UE.
A continuación, se da un indicador de productividad de los consumos intermedios, el cociente entre la producción, en volumen, y los consumos intermedios utilizados, también en volumen. Es decir, agregando todos los inputs y todos los outputs, cuantas unidades físicas de producto se obtienen por cada unidad física de insumo que se emplea. Por último, el bloque muestra el Valor Añadido Bruto, VAB, que es fruto de restar a la Producción Agraria los Consumos Intermedios.
El bloque final muestra las amortizaciones (de nuevo variación total y descomposición entre volumen y precio) y subvenciones. Finalmente, la variación de la Renta Agraria, agregado que deriva de restar al VAB las amortizaciones y sumarle las subvenciones.
Una primera lectura de estos datos es que el sector agrario europeo, con diferencias entre países, está estancado en producción, aunque es cierto que la ganadería está avanzando ligeramente y los cultivos retrocediendo. Los precios de los outputs han evolucionado mejor que los de los inputs y eso ha permitido aumentar valor de la producción y del VAB.
Sin embargo, aparecen preocupantes retrocesos de la productividad. La variación acumulada en la década es negativa, tanto para la UE (-4,7 %) como para España (-7,7 %). De hecho, es también negativa para Francia (-15 %), Portugal (-14 %) o Italia (-7 %), ligeramente positiva para Países Bajos (2 %) y algo más para Polonia (+7 %).
Por su parte, las amortizaciones descienden en volumen, aunque se han encarecido de manera similar a los inputs. Su descenso en valor está amortiguando a corto plazo la caída de las subvenciones, permitiendo que la Renta Agraria evolucione de manera similar a como lo hace el VAB. Pero a largo plazo, menores amortizaciones son síntoma de menores inversiones, y pueden estar explicando el descenso de productividad observado.
En cuanto a los países de nuestro entorno económico escogidos para el análisis, observamos tres situaciones. En primer lugar, una situación de declive en Francia, donde descienden producción (-2 % en valor y -6 % en volumen) y VAB (-12 %).
En una situación de estabilidad o incluso crecimiento moderado se encuentra Países Bajos e Italia. En Países Bajos cae la producción (-2 % en valor y volumen), pero la productividad y los menores precios de los insumos hacen que el VAB crezca un 15 %. En Italia la producción cae un 6 % en volumen, pero los precios hacen que suba un 10 % en valor, permitiendo un crecimiento del 12% del VAB.
Un tercer grupo lo representa la situación de claro crecimiento de las agriculturas de Polonia y Portugal. En estos países las producciones crecen en volumen, respectivamente, 23 % y 14 %, lo que unido a los precios de output y consumos intermedios lleva a que su VAB crezca un 35 % y 26 %.
Induce casi a pensar en tres modelos: países con agricultura en retroceso, países con una agricultura estable y países con agricultura creciente. Los datos de España se situarían entre el segundo y el tercer grupo y los de la UE claramente en la posición central de estabilidad.
Como conclusión, este análisis de la última década arroja como señal más evidente de alarma el deterioro de la productividad e incluso el riesgo de descenso de volumen productivo en la UE, algo especialmente preocupante en el contexto geopolítico actual y que nos aleja del objetivo de autonomía estratégica.
Por otra parte, resulta cuanto menos dudoso que la subida de precios de los productos agrarios pueda seguir compensándolo eternamente la menor producción y productividad impidiendo una caída del VAB como la que ya se viene dando en Francia, porque el ciudadano no lo soportará o aumentarán importaciones.
Previsiones a medio plazo para la agricultura europea
El Outlook de la Comisión también apunta hacia un deterioro de la productividad, si bien en este caso habla de ralentización de crecimiento, fundamentalmente por mayor ocurrencia de eventos climáticos extremos. Se prevé mantenimiento de la producción de cereales, oleaginosas, leche, descenso de azúcar, carne de vacuno, ovino, caprino y porcino y, por el contrario, un importante aumento de la producción avícola (carne y huevos).
En cultivos mediterráneos, el Outlook prevé un aumento de la producción de aceite de oliva en España y Portugal que compensaría la caída de Grecia e Italia, una ligera caída de la producción de naranja, mayor de la producción de tomate en España (no así en Italia, donde crecería) y fuerte de la producción de vino, alineándose con un ajuste a la baja del consumo que el Outlook prevé mayor que el que venimos observando y hemos analizado recientemente.
Esta tendencia generalizada hacia una ligera reducción de la producción es el primer ingrediente que explica la previsión de deterioro de las rentas de las explotaciones. A ella se suma la previsión de estabilidad en términos reales de los precios agrarios, ligeros incrementos de los precios de los inputs y la continuidad del fenómeno ya claramente identificado de asalarización de la agricultura europea: para mantener la actividad, las explotaciones deben ir sustituyendo mano de obra no asalariada por asalariada, aumentando sus costes.
Como consecuencia, se espera que la renta agraria bruta de las explotaciones agrarias caiga, de media, un 2,8 % en términos reales de ahora a 2035.
Como suele ser habitual, la dimensión económica importa: la caída se espera del 5 % para las explotaciones con una producción bruta anual inferior a 25.000 euros, del 3,3 % para las de 25.000-100.000 € y del 0,7 % para las de 100.000-500.000 €. Por el contrario, las mayores de 500.000 € caerían un 4,8% por la fuerte presencia de explotaciones de porcino en este estrato y la mencionada proyección de caída de su producción identificada en el informe.
Con el deterioro de la renta, el informe identifica un incremento del porcentaje de explotaciones en riesgo de inviabilidad. La proporción de explotaciones agrarias más viables en la UE caerá del 45 % al 41 % entre 2020 y 2035, mientras que las menos viables (con renta negativa y pérdidas superiores a la depreciación) aumentarán del 4 % al 5 %. La viabilidad económica está fuertemente vinculada al tamaño de la explotación, con el 80 % de las grandes explotaciones (> 500.000 €) manteniéndose en la categoría más viable.
El informe no entra en detalles por Estados miembro, pero sí ofrece resultados por grandes subsectores. Los sectores con mejores perspectivas son el lácteo, con incremento del 16 % en su renta por UTA gracias al aumento de precios y productividad; y la ganadería extensiva (vacuno, ovino y caprino de carne), con un crecimiento del 6 %.
Por el contrario, los cultivos herbáceos sufrirán el mayor deterioro, con una caída del 9% en la renta por UTA y descenso en la viabilidad. El porcino registrará un empeoramiento significativo en rentabilidad debido a la caída de producción y precios; mientras que el agregado “horticultura, vino y cultivos permanentes” presentará un descenso moderado del 2,5 %, con las explotaciones hortícolas de gran tamaño más afectadas por la reducción de márgenes.
Elementos estratégicos abordando el futuro del sector agrario
Los datos agregados conocidos la semana pasada dejan claro un panorama positivo en el corto plazo, pero también importantes retos de futuro. El escenario prospectivo tendencial llevará a deterioros de la producción y renta según las propias proyecciones de la Comisión Europea. Una situación así requiere abordar los retos estructurales que apuntan a reducciones de la producción, en este momento en el que se parte de números en verde.
Como hemos señalado en las últimas publicaciones desde Cajamar, invertir e innovar en los sistemas agroalimentarios es la receta universal, que luego cada uno debe adaptar a sus condiciones.
Conviene aprovechar esta bonanza actual para abordar retos estructurales también señalados como el del empleo en el sector (reflejado en las proyecciones del Outlook), la adaptación al cambio climático y la mayor ocurrencia de fenómenos extremos.
La sequía, en particular, reduce la rentabilidad de los secanos y aumenta la necesidad de disponer de superficies con acceso eficiente al agua.
En este contexto, resulta prioritario:
- Acelerar inversiones en tecnologías que mejoren la eficiencia hídrica y productiva
- Adaptar estructuras de costes ante la mayor asalarización
- Hacer un seguimiento continuo y analítico de la evolución de la productividad
- Aprovechar la rentabilidad actual para reforzar capacidad de innovación
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