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¿Cómo evitar que se dispare el precio del aceite de oliva esta campaña?

Cadena de Valor
Comercio Exterior
Aceitunas negras y verdes, Subida del precio del aceite de oliva

03 March 2023

Las cuentas del aceite de oliva no son difíciles de hacer. España necesita, como mínimo, producir del orden de 1.500.000 toneladas. Nuestra exportación a países terceros y expediciones al resto de la Unión Europea ronda el millón de toneladas y el consumo interior se aproxima a las 500.000 toneladas.

Si nuestra producción es menor, y si no disponemos de unas existencias significativas al principio de campaña, se produce un desequilibrio en el mercado que se refleja en un aumento de los precios al productor y al consumo hasta que se limite la demanda. En este caso, es España la que determina el precio del mercado mundial.

El sector olivarero español necesita de estas dos patas, la exportación y el mercado interior

El mercado interior ha visto cómo el aceite de oliva se ha transformado en un producto reclamo de la distribución, uno de estos productos que se destaca en la publicidad para atraer al comprador a la tienda, y los márgenes económicos, para el industrial y el olivarero, resultantes de estas ventas son mínimos. Es volumen, pero no es margen.

La situación es distinta en cuanto a la exportación se refiere, una actividad en la que sí se puede generar ganancias.  Todo esto lleva a que el sector le ha dado prioridad y ha invertido muchos recursos en ello. 

En la campaña 2022/2023, vamos a estar muy lejos de las cifras de producción que garantizarían un mínimo equilibrio de mercado y no disponemos de las existencias necesarias para cubrir el descenso previsible de la producción. Por lo tanto, si no hacemos nada, el balance se va a acabar ajustando únicamente vía precios.

Además, el sector no puede perder el resultado de los esfuerzos hechos para posicionar el aceite de oliva español en los mercados de terceros países, fuente principal y estructural como hemos señalado de su rentabilidad.

Por lo tanto, cabe esperar que siga dando prioridad a la exportación frente al mercado interior y, por lo tanto, si no se hace nada, cabe prever un aumento significativo del precio del aceite de oliva al consumidor. 

En un momento en el que son ya múltiples las tensiones inflacionistas, esta no es una buena noticia para nadie: 

  • Ni para el consumidor
  • Ni para el conjunto de le economía en general
  • Ni para los productores que sufrirán en los años siguientes de las consecuencias de esta caída del consumo

La pregunta es ¿Qué se puede hacer, si se puede hacer algo, para al menos limitar la subida de precios? La respuesta es, que al menos se puede intentar.

No es la primera vez

Ahora les voy a contar una batallita. No es la primera vez que nos vemos confrontados a una situación parecida. La última vez que aconteció, yo era el responsable europeo del aceite de oliva. Estábamos en plena “edad de hielo” en la Dirección general de Agricultura de la Comisión Europea, con Jean-Luc Demarty de Director General.

Convencido de que esto no era nada bueno a medio y largo plazo para el sector, propuse el hacer uso de las posibilidades legales que nos brindaba la reglamentación y eliminar provisionalmente los derechos de aduana a la importación. Esto era una práctica habitual en otros sectores, como los cereales, aunque nunca se había hecho en el sector del aceite de oliva. 

El gobierno español e italiano estaban en contra, defendiendo los intereses cortoplacistas de algunos productores y Demarty me preguntó si le podía garantizar que esta medida iba a tener un impacto significativo sobre los precios.

Le respondí que, en gestión de mercados, nadie puede “garantizar” nada. Todo depende de cuánto aceite de oliva quedaba libre en el mercado mundial, de si sus propietarios iban a quererle vender en el mercado comunitario pero que nos quedaría la satisfacción de haber hecho todo lo posible para “asegurar precios razonables al consumidor”, como nos piden los Tratados. 

Su respuesta fue fulminante: 

Si no me lo puede Usted garantizar, la respuesta es no

Yo sigo creyendo que los gobiernos españoles e italianos, los representantes de ambos sectores y, por supuesto mi Director general, se equivocaron en aquel momento. Los precios estaban altos y se dispararon provocando alarma social en un contexto que no era, ni mucho menos, tan inflacionista como el actual. 

En mi modesta opinión, el interés estratégico del líder mundial del mercado del aceite de oliva, es decir el sector español, es que ejerza su papel de líder. 

Debería pedir, y conseguir que le apoye tanto el gobierno español como la propia Comisión Europea, que temporalmente se supriman los derechos de aduana a la importación de aceite de oliva de terceros países para intervenir en el balance y conseguir que el inevitable ajuste entre oferta y demanda no se produzca solo mediante la reducción de la demanda al subir los precios, sino que también se realice mediante el aumento de la oferta. 

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