Innovación y alimentación sostenible
Los autores analizan el desarrollo actual y la viabilidad de modelos de consumo alternativos a través de fórmulas cooperativas de compras y distribución responsable de alimentos
La invasión de Ucrania por parte de Rusia está provocando muerte y sufrimiento en todos los territorios afectados. Además, se acompaña por el desplazamiento de personas, sobre todo mujeres y niños, que huyen de la guerra, con cifras que, según ACNUR, podrían llegar a cuatro millones.
Occidente han mostrado su apoyo a Ucrania, impulsando y aprobando un conjunto de sanciones económicas a Rusia y a Bielorrusia, tratando de forzar un cambio en las decisiones del invasor. A día de hoy más de cuarenta países, que representan cerca de la mitad del comercio mundial, han apoyado estas sanciones.
Al margen de esas medidas las tropas rusas siguen avanzado por territorio ucraniano, ocupando áreas geográficas en el norte, este y sur del país. A la vez han iniciado una presión sobre los puertos del mar Negro, paralizando su actividad. Estos eran los puntos de salida de las materias primas hacia el resto del mundo.
En este contexto de crisis humanitaria se bloquea la actividad comercial internacional
En este contexto de crisis humanitaria se bloquea la actividad comercial internacional tanto en la zona ocupada y en conflicto como en los países implicados, como agresor o colaborador. La situación tiene consecuencias para todas las actividades económicas y, en especial en el sector agroalimentario.
Ucrania y Rusia se han convertido, en los últimos 25 años, en los mayores suministradores de materias primas agrícolas para los mercados mundiales:
España importa de Ucrania anualmente una media de 2,7 millones de toneladas de maíz, el 22 % de las compras al exterior. También importamos trigo (910.000 t), el 17 % de nuestras compras, leguminosas grano (207.000 t), sorgo, cebada, carnes, pastas alimenticias y miel (10.000 t). También importamos 233.000 de toneladas de torta de girasol, que suponen el 68 % de las importaciones que España realiza de este producto, así como aproximadamente 500.000 de toneladas de aceite de girasol.
España importa de Ucrania anualmente una media de 2,7 millones de toneladas de maíz, el 22 % del total nacional, además de trigo, leguminosas, carnes y derivados del girasol, entre otros productos. El comercio con Rusia es más limitado
En cuanto a nuestras exportaciones a Ucrania destacan el pescado congelado, con 14.000 t; leguminosas y hortícolas en conserva, con 8.900 t; vino y mosto, con 3.800 t; frutos rojos, caqui y kiwi, con 2.700 t; así como semillas de girasol, extractos, esencias y concentrados de café y té, carnes y despojos, glicerol, aceite de oliva, otras frutas y cítricos y bebidas espirituosas.
El comercio con Rusia es más limitado. Las mercancías de interés para el sector agroalimentario son el aluminio y los fertilizantes, pescados y crustáceos, azúcares y legumbres y hortalizas. Nuestras exportaciones consisten en conservas de frutas y verduras.
A pesar de la dimensión del país el veto ruso a los productos agroalimentarios, que se inició en 2014, con carácter general, y anteriormente en el caso de las frutas y hortalizas frescas, ha supuesto que no sea un destino importante
La producción, distribución y puesta a disposición de los consumidores, de alimentos producidos en España y en resto del mundo, salvo la zona en conflicto, está garantizada. Por tanto, no habrá desabastecimiento de productos. Las consecuencias se van a centrar en los flujos comerciales y en los precios.
El control y el cierre de los puertos del mar Negro han supuesto el bloqueo de la salida de materias primas agroalimentarias de Ucrania, lo que obliga a buscar nuevas vías de salida del país. Además, Ucrania ha suspendido las exportaciones de algunas materias primas esenciales para la seguridad alimentaria de su población. Las sanciones han bloqueado el comercio desde Rusia. Esto significa que el aprovisionamiento del mercado español de cereales, torta y aceite de girasol o miel procedentes de Ucrania se ha paralizado. Igualmente se ha bloqueado la entrada de fertilizantes o aluminio y derivados rusos.
En este contexto de disminución de la oferta de materia primas básicas se está produciendo una escalada del precio de todas ellas en el mercado mundial y en los mercados nacionales
A título de ejemplo se muestran la evolución de la cotización del maíz en el mercado internacional. En la última semana el precio se ha incrementado en un 12 %, y un 48 % con respecto al precio de un año atrás, tal y como podemos ver en la Figura 1.
El sector agroalimentario, al igual que el resto de la economía, se ha visto afectado por el incremento de los costes de la energía, los combustibles y los carburantes, especialmente significativo en los últimos días. Según Trueba (2021), entre un 20 y un 30 % del coste de producción de los alimentos es imputable a los costes energéticos. Por tanto, el incremento de costes se acabará reflejando en los precios finales.
En la Figura 2 podemos observar la evolución del precio de la electricidad en el mercado mayorista en el último año (OMIE, 2022). El precio a fecha 8 de marzo de 2022 es 5,4 veces que el precio más alto al que cotizó en el primer trimestre de 2021. Los precios del gas están directamente relacionados con los de la electricidad, de acuerdo con el modelo europeo de configuración de precios. El coste de la energía tiene un impacto importante en los costes de producción de la producción primaria, de la transformación y de la distribución agroalimentaria.
En la Figura 3 mostramos la evolución de los costes de los carburantes en el último año, diferenciando entre gasolina, diésel y gas licuado del petróleo. En nivel de incremento que, como media, han experimentado en el último año se sitúan en torno al 70 % en el último año (MYLGP, 2022).
La producción de fertilizantes químicos, especialmente los nitrogenados, es muy intensiva en energía. Sus costes de producción están directamente correlacionados con el precio de la energía, y especialmente del gas natural. A lo largo de 2021 habían aumentado su precio en el mercado, como media, en un 48 %, según algunas organizaciones agrarias. La escalada de precios del gas de los últimos días ha provocado un nuevo incremento. Además, el cierre del mercado ruso ha generado una reducción de la oferta, lo que promueve un incremento superior de los precios.
Para analizar las posibles las consecuencias de la guerra en el medio y largo plazo podemos basarnos en el informe publicado por Rabobank el 13 de febrero de 2022.
En él se planteaban tres escenarios: el primero era de una guerra corta sin consecuencias; el segundo era una guerra más larga con sanciones efectivas y el tercero en una guerra igualmente larga y con sanciones, también, para aquellos que siguieran comerciando con Rusia. Al final solo analizan los escenarios primero (A) y segundo (B).
El primer escenario ya se ha superado al imponerse un conjunto de sanciones, por lo que haremos referencia solo al segundo. En la Figura 4 se muestra el comportamiento esperado de los precios del petróleo y del gas natural en los escenarios que han sido analizados y acabamos de describir.
Considerando el segundo escenario, que es el que se está produciendo en este momento, asistiremos a un incremento de los precios del petróleo y del gas, y por tanto de la energía, a lo largo de 2022, que se mantendrán altos en 2023, aunque con una tendencia decreciente.
En la imagen de la Figura 5 podemos observar el incremento de los precios medios mundiales que podríamos sufrir en los próximos meses en el escenario segundo. Los mas acusados son los del trigo, que podría llegar a duplicarse, seguidos de los fertilizantes o el maíz, que podrían incrementarse en un 40 %. Los aceites vegetales se podrían incrementar en un 20 % y la carne subiría en torno a un 5 %.
En el caso de la Figura 6 se reproduce la simulación de cómo podrían elevarse los precios de los alimentos, a nivel mundial, y el peso especifico que, sobre esos incrementos, podrían tener las diferentes materias primas e insumos incluidos en el modelo.
Llama la atención que los mayores causantes del incremento del precio medio de los alimentos es el trigo y los fertilizantes, seguido del aceite vegetal, el maíz y la carne
También resulta de interés observar que el pico de la subida de los precios no se va a producir de forma inmediata en los próximos meses, sino que asistiríamos a una escalada continuada que nos llevaría a máximo a principios del 2023. Desconocemos si el modelo ha considerado el tiempo de duración del conflicto o su resultado final.
El trabajo de Rabobank señala que el escenario tercero no es cuantificable con el modelo que se ha utilizado. En ese modelo aparecen dudas importantes como consecuencia de las experiencias vividas con anterioridad en lo que ocurrió con las sanciones a Irán, o la reciente guerra comercial entre China y Rusia o el cierre del mercado chino al vino australiano.
Es evidente que surgen diversas dudas como consecuencia del devenir del conflicto, de su duración, de las condiciones de su resolución o de la aplicación de las sanciones económicas por cada uno de los países que participan en el comercio mundial de materias primas e insumos agroalimentarios.
A continuación, indicamos algunos ejemplos para la consideración del lector:
Conclusión
El sector agroalimentario español ha empezado a sufrir las consecuencias de la guerra en Ucrania a través de un incremento de costes de la energía y de incertidumbre sobre el abastecimiento de insumos y materias primas que comporta un aumento de precios.
Las Administraciones, con toda probabilidad, tomarán medidas de emergencia para estabilizar los aprovisionamientos y buscar alternativas a los productos más escasos. También deberán adoptar medidas transitorias para que la industria pueda adaptarse y comunicar a los consumidores los nuevos ingredientes. Sin embargo, todo esto va a generar un incremento de los costes de producción de los alimentos que, necesariamente, deberán ser trasladados al consumidor.
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