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Evolución del precio de los alimentos. Análisis del proceso de subida del precio de los alimentos y sus posibles causas

Economía Agroalimentaria
Los precios de los alimentos han experimentado una subida generalizada tanto en Europa como en el resto del mundo como consecuencia de una serie de factores, entre los que cabe destacar: la crisis sanitaria, las dificultades logísticas, la guerra de Ucrania, junto con el incremento de los costes de la energía y los fertilizantes, y las condiciones climatológicas adversas. Todo ello ha coincido con una demanda que no para de crecer, lo que ha provocado tensión en los mercados.
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17 April 2023

1. Evolución del mercado de alimentos

El equilibrio de los mercados

Los mercados globales de alimentos están sometidos cada vez más a un equilibrio inestable, con una demanda que crece con mayor intensidad que la oferta. Ese equilibrio se puede ver alterado por condiciones ambientales adversas o por situaciones sociopolíticas, que impidan la llegada al mercado de los insumos de producción necesarios o de las cosechas.

Tomando como referencia la evolución de la producción y el consumo de cereales a escala mundial (excluido el arroz), desde la campaña 2017/2018 el consumo supera a la producción, pudiendo abastecerse el mercado gracias a las reservas existentes.

 

 

Las reservas globales de cereales han caído desde el 32 % del consumo que teníamos en 2016/2017 hasta el 27 % de la actualidad. Además, hay que tener en cuenta que más de la mitad de las mismas las tiene China.

Los cereales aportan más de la mitad de las calorías que consume la humanidad, por lo que cualquier alteración del mercado para estos productos tiene un efecto cascada hacia otro tipo de producciones, y muy especialmente hacia la ganadería, que dependen en gran medida de ellos.

Si observamos el comportamiento que ha tenido el precio de los cereales, vemos que desde mediados del año 2017 mostraban una clara tendencia alcista, que se intensificó a partir del verano de 2020. Con el estallido de la guerra de Ucrania el salto fue más grande, pero al no cumplirse las expectativas más desfavorables, la situación se ha ido relajando hasta situarse en niveles similares a los de finales de 2020.

El precio de los aceites vegetales sigue una tendencia similar pero con más volatilidad.

 

 

Desde el año 2014 la producción de cereales se ha incrementado en un 10,5 %, la población mundial en un 9,3 % y el consumo de cereales en un 16,3 %.

Es previsible que esta tendencia de mayor incremento del consumo de la población se mantenga en los próximos años, por lo que será imprescindible potenciar todas aquellas líneas que permitan acelerar los procesos de mejora de las capacidades productivas.

Actualmente existe suficiente potencial productivo con las tecnologías existentes para asegurar la disponibilidad de alimentos para una población y una demanda muy superiores a las actuales. Sin embargo, para conseguir que muchos de los países en desarrollo alcancen rendimientos similares a los de los países más avanzados, va a exigir una transferencia de tecnologías y de capacidades hacia los agricultores.

Pero los dos factores que más han condicionado la oferta de alimentos durante estos últimos años han sido:

  • La disponibilidad y el coste de la logística para poder desplazar los alimentos desde las zonas de producción hasta las de consumo.
  • El coste de algunos factores de producción, que ha limitado su empleo, con las consecuentes repercusiones negativas sobre los rendimientos. Con especial atención a los fertilizantes.

 

2. La situación en España y en la UE

Subida generalizada de precios

Con pequeñas diferencias en cuanto a la magnitud de las subidas y el calendario de las mismas, el conjunto de la UE ha experimentado un fuerte crecimiento en el precio de los alimentos.

Si analizamos el comportamiento del índice armonizado de precios al consumo para alimentos y bebidas no alcohólicas en tasa interanual, desde enero de 2020 la evolución ha sido muy similar y solo a partir de septiembre de 2022 se observa una cierta divergencia positiva para España.

 

 

Tomando como valor el índice alcanzado en el mes de diciembre y comparando la situación de España, con respecto al resto de países de la UE, se observa que estamos por debajo de la media.

Algunos países presentan tasas interanuales superiores al 25 %, con Hungría en una posición extrema al alcanzar el 48 %.

En el otro lado, los países con tasas más bajas son Luxemburgo e Irlanda.

Entre los grandes países de la UE, Francia ha sido el que ha tenido un comportamiento menos negativo, con el 12,9 %, y Alemania ha visto encarecer el precio de los alimentos casi en un 20 %.

 

 

3. El comportamiento del sector agroalimentario español

Todos los alimentos suben, pero no todos en la misma proporción

En una situación de inflación generalizada de los alimentos se observan comportamientos muy dispares según productos. En la parte de mayores incrementos se encuentra el azúcar, que en diciembre de 2022 costaba un 50 % más que un año antes. Y por encima del 25 % encontramos los aceites y grasas, leche y huevos. Aproximándose a ese valor están las patatas, productos lácteos y cereales y derivados.

Los productos menos inflacionistas han sido la carne de ovino y las frutas.

 

 

La reducción de la oferta como principal causa

Aunque la situación de cada producto depende de la importancia que tenga la producción española en la fijación de los precios, de manera generalizada se ha observado una fuerte reducción de la producción de alimentos en España durante los dos últimos años.

Para los 9 grupos de productos considerados, las cantidades cosechadas en el año 2022 han sido inferiores a las de 2021 y 2020.

En el caso de la producción ganadera, las reducciones no han sido tan drásticas, en parte porque las variaciones no son tan rápidas como en agricultura.

También hay que tener en cuenta que en el caso del bovino, el incremento en el número de animales sacrificados se debe a un abandono de parte de la producción láctea.

 

 

 

Factores que han afectado a la producción

El descenso generalizado de la producción agraria ha venido provocado por diferentes factores, entre los que caben destacar:

  • La sequía que viene padeciendo España, y muy especialmente en la mitad sur. A esto hay que añadir la disponibilidad limitada de agua para las producciones de regadío.
  • El encarecimiento de la mayor parte de los factores de producción, que están influyendo en un menor consumo de los mismos y una repercusión negativa sobre los rendimientos.
  • El abandono de la actividad productiva por una parte de los agricultores y, especialmente, de los ganaderos ante la falta de rentabilidad de las explotaciones.

Durante 2022 la renta agraria se ha reducido en un 5,5 %, a pesar del efecto amortiguador que tienen las subvenciones.

A continuación pasamos a analizar el comportamiento de cada uno de estos factores.

 

 

4. Las consecuencias de la escasez de lluvias

Dos años con precipitaciones inferiores a la media

En los dos últimos años las precipitaciones medias anuales han sido inferiores a lo normal. Muy especialmente en 2022, que ha sido el cuarto año más seco del siglo y el sexto desde 1961, con una precipitación media en la España peninsular de 536 mm.

Si a esta circunstancia unimos la heterogeneidad temporal y geográfica de las mismas y unas temperaturas anormalmente elevadas, que sitúan el año 2022 como el más caluroso de los últimos 60 años, nos encontramos con una repercusión muy negativa sobre la producción de una parte importante de los cultivos españoles.

El impacto ha sido mayor para los cultivos de secano o los regadíos infradotados o que no han podido disponer de los recursos necesarios para satisfacer las demandas de los cultivos.

 

 

 

 

 

Una menor disponibilidad de agua embalsada

Dada la histórica heterogeneidad de las lluvias en España, a lo largo de los años se han ido construyendo unas infraestructuras para el almacenamiento de agua, que cuentan con una capacidad total de más de 56.000 hm3. Ese volumen supone más de 3 veces el consumo anual de España.

Durante 2022 el volumen total embalsado ha sido notablemente inferior a la media de los últimos diez años, alcanzando valores máximos a finales de abril y mayo, cuando se alcanzaron los 29.000 hm3, y mínimos en octubre, al caer por debajo de los 18.000 hm3. El volumen embalsado se ha situado en 10.000 hm3, por debajo de la media de los últimos diez años.

Las peores situaciones se están sufriendo en la mitad sur peninsular, que actualmente se encuentra por debajo del 30 % de su capacidad embalsada, valores que incluso han llegado a ser inferiores a finales de 2022.

 

 

 

Fuertes reducciones en las producciones de determinados cultivos

La menor disponibilidad de agua ha tenido especial incidencia en los cultivos de secano, pero también en los cultivos de regadío de menor valor.

Los descensos productivos han sido muy significativos para algunos de ellos, como se puede comprobar en la siguiente tabla.

 

 

En el caso de la aceituna, la cosecha de 2022 ha sido inferior a la de la campaña anterior en un 48 %. La almendra ha caído en un 46 %, la cebada y el trigo en torno al 25 %, el arroz un 39 %, el tomate de conserva un 36 % y así sucesivamente.

En el caso de las naranjas, melocotones y nectarinas el mayor efecto han sido las bajas temperaturas, que han supuesto caídas del 15 %, 29 % y 24 %, respectivamente.

 

5. Inflación de Costes

Fuertes subidas en algunos de los factores de producción han condicionado la viabilidad de las explotaciones

Otro factor importante que está afectando a la subida del precio de los alimentos ha sido el encarecimiento de los fertilizantes, de la energía, de la mano de obra, de la logística y de los piensos, principalmente.

Estos incrementos empezaron a experimentarse en el primer trimestre de 2020, como consecuencia de la pandemia, y se han ido intensificando hasta llegar a su momento más álgido en 2022, con la guerra de Ucrania.

Dado que la subida de los costes de producción ha sido muy intensa y en muy poco tiempo, y que dichos costes no pudieron trasladarse de manera automática a los precios percibidos por los agricultores, se ha generado tensión para muchas explotaciones agrarias, que les ha llevado al cese de la actividad.

 

 

Si analizamos el crecimiento que han experimentado los precios para los fertilizantes, la energía y los piensos y los comparamos con el incremento que estos conceptos han tenido en la partida de consumos intermedios de las macromagnitudes agrarias, se puede observar que el gasto total ha aumentado en menor medida que el precio, lo que quiere decir que las unidades consumidas han sido menores.

Especialmente significativa es la diferencia en el caso de la energía, que ha supuesto prácticamente duplicar el gasto que tienen los agricultores y ganaderos, mientras que el precio se ha multiplicado por 4. Esa reducción se ha podido deber a un menor consumo y a la progresiva incorporación de energías renovables.

En el caso de los fertilizantes, la subida de precio ha sido superior al gasto en 55 puntos básicos. Aquí se observa claramente un menor empleo, con la consiguiente reducción de los rendimientos.

 

 

El consumo de piensos se mantiene, lo que indica que la producción global no se ha visto muy afectada, pero está teniendo lugar un cambio estructural.

En el caso de los piensos se observa que el incremento de los precios no se ha visto acompañado de una disminución en el consumo.

En alimentación animal, el margen de maniobra es muy inferior al de los fertilizantes, anteriormente analizados. Dejar de aportar pienso a los animales supondría la inmediata reducción de la producción y la desaparición de la explotación.

Dado que durante meses los precios de los piensos subieron mucho más de lo que lo hacían los precios percibidos por los ganaderos, se ha acelerado el proceso de desaparición de explotaciones que ya se venía observando.

Aunque las más dinámicas y eficientes irán ocupando progresivamente el lugar dejado por las que han abandonado, en estos momentos hay una reducción de la oferta que ha provocado la fuerte subida de los precios de algunos productos ganaderos, como es el caso de la leche o la carne de porcino.

 

 

6. Una demanda que sigue creciendo

Tanto el consumo interno como las exportaciones muestran comportamientos positivos

Frente a la reducción de la oferta, el comportamiento de la demanda ha sido expansivo.

En España, la progresiva vuelta a la normalidad, tras las restricciones provocadas por la covid-19, ha permitido una recuperación de los hábitos de consumo alimentarios existentes con anterioridad. De esta forma, durante 2022 se ha reducido el consumo en el hogar, pero se ha incrementado fuertemente en el canal horeca.

A este factor hay que añadir la progresiva recuperación de la actividad turística, que está siendo especialmente intensa durante los primeros meses de 2023, volviendo a valores prepandemia o incluso superándolos en algunos casos.

Esta situación se ha resuelto con una mayor importación de alimentos.

En el siguiente gráfico se compara la evolución de las compras y ventas de alimentos en el exterior para los principales capítulos arancelarios.

 

 

7. Conclusiones

Los precios de los alimentos han experimentado una subida generalizada tanto en Europa como en el resto del mundo como consecuencia de una serie de factores, entre los que cabe destacar: la crisis sanitaria, las dificultades logísticas, la guerra de Ucrania, junto con el incremento de los costes de la energía y los fertilizantes, y las condiciones climatológicas adversas. Todo ello ha coincido con una demanda que no para de crecer, lo que ha provocado tensión en los mercados.

En España, la situación del sector agroalimentario ha estado marcada por los siguientes factores:

  • Durante los dos últimos años la producción de la práctica totalidad de cultivos se ha visto reducida por:
    • La sequía, que ha afectado directamente a las producciones de secano y que empieza a tener también consecuencias sobre los regadíos, debido a la limitada disponibilidad de agua para riego.
    • El incremento de los costes de determinados insumos, especialmente fertilizantes y energía, han limitado su empleo por parte de los agricultores, con la consiguiente reducción de los rendimientos.
  • Para las producciones ganaderas, el margen de maniobra ante el incremento del coste de los piensos es mucho menor, por lo que las posibilidades de reducir el consumo son prácticamente nulas. Esta situación ha evitado una disminución inminente en la producción, pero está teniendo graves consecuencias en cuanto a la viabilidad de muchas explotaciones, que están abandonando la actividad con la consiguiente caída de la producción. Este sería el caso que han sufrido numerosas explotaciones de leche, huevos y pollos.

Esta reducción de la oferta se ha visto compensada en parte con un aumento de las cantidades importadas.

La situación en los próximos meses va a estar condicionada por las siguientes variables:

  • Que mejore la situación hídrica del campo, con un aumento de las lluvias y del agua embalsada para su posterior uso en riego. Dado que los episodios de variabilidad en las precipitaciones va a ser cada vez más frecuente, es importante que se dispongan de las infraestructuras y de los modelos de gobernanza necesarios para asegurar la disponibilidad de agua durante largos periodos.
  • Que los agricultores y ganaderos puedan trasladar el incremento de costes hacia el resto de la cadena de valor, lo que les permitirá mantener su actividad productiva y no continuar el proceso de abandono observado durante los últimos meses.
  • Que se lleve a cabo una progresiva modernización y profesionalización de las explotaciones para ser más eficientes y poder mejorar la producción con el menor incremento posible de los insumos.
  • Que mejore la integración entre las diferentes fases de la cadena alimentaria.