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La conexión sostenible: residuos y economía circular en agricultura intensiva

Economía Circular y Bioeconomía
Sostenibilidad
La aplicación de los principios de la economía circular origina diferentes oportunidades para mejorar el aprovechamiento de subproductos y el reciclaje de los residuos agrícolas
Diagrama de la economía circular


03 May 2022

A la producción de alimentos le acompaña la generación de residuos. Estos materiales han causado diferentes problemas sobre los sistemas agrícolas españoles, algunos de ellos difíciles de solventar por su carácter estacional y su elevada generación. 

La aplicación de los principios de la economía circular origina diferentes oportunidades para mejorar el aprovechamiento de subproductos y el reciclaje de los residuos agrícolas por las características de los materiales producidos.

La producción secundaria de los sistemas agrícolas

La producción de alimentos es una actividad de importancia capital para el desarrollo de socioeconómico de los territorios a escala internacional.

En España, el sector agroalimentario generó más de 1,1 millones de empleos y logró ser el 5,8 % del Valor Agregado Bruto del país en 2020, un 34,6 % más elevado que la media del sector agroalimentario de la Unión Europea. Por lo que existe una dependencia entre el desarrollo socioeconómico de algunas de las Comunidades Autónomas y la presencia de la agricultura. 

Con ello se ha dado paso a sistemas agrícolas de alto rendimiento, uno de ellos, el Modelo Almería. En la campaña 2020/2021 obtuvo unos ingresos de 2.937,6 millones de euros por la venta de más de 3,5 millones de toneladas de productos hortofrutícolas cosechados de sus 32.554 hectáreas de invernaderos. 

Sin embargo, las externalidades negativas de la producción agraria han desencadenado algunos impactos sobre los ecosistemas. Se puede destacar la pérdida de diversidad genética, la degradación de los suelos o la pérdida de calidad de las masas de agua

Nuestro compañero Francisco Castillo acaba de defender su tesis doctoral: ‘Gestión rentable y sostenible de los residuos agrícolas generados en la agricultura intensiva de Almería en el marco de la economía circular’ 

La gestión de los residuos generados durante la producción agrícola es una de las problemáticas que se identifican en todos los sistemas agrícolas del país con independencia del tamaño de la explotación o el tipo de sistema de cultivo empleados, aunque incide con un mayor calado en aquellos modelos donde se ha producido una intensificación de las prácticas de cultivo. 

Tal es su importancia que se dedicó un capítulo específico a la gestión de los residuos generados por los sistemas agrícolas en el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos de 2016-2022 (PEMAR 2016-2022) por primera vez para analizar su situación y proponer diferentes orientaciones estratégicas. 

La gestión de residuos: un problema crónico del Modelo Almería

A pesar de los magníficos indicadores socioeconómicos (riqueza y empleo generado, reparto de la riqueza, etc.) y medioambientales (superficie en régimen de producción integrada o ecológica, uso extendido del control biológico, solarización o biosolarización, eficiencia en el empleo de los insumos de producción entre los que se encuentra el agua, etc.) que registra la agricultura bajo invernadero de la provincia de Almería también ha expresado algunas de las externalidades negativas que se han descrito con anterioridad. 

La inadecuada gestión de los residuos agrícolas ha sido el motivo principal de algunas crisis sanitarias que ha experimentado el Modelo Almería desde su génesis. Se expresaron a finales del siglo XX a causa del vertido de restos agrícolas a los espacios naturales de la provincia, donde la biomasa agrícola mezclada con las rafias de entutorado fueron los desechos que causaron un impacto mayor sobre los ecosistemas.

Biomasa agrícola generada en un invernadero experimental de la Finca UAL-ANECOOP. Fuente: César Ruiz Olmos.

 

La Administración pública tomó cartas en el asunto realizando diferentes campañas de concienciación e invirtió seis millones de euros en librar al campo de Almería de más de 1.700.000 metros cúbicos de residuos que denominó ‘Barrido Cero’. La situación ha mejorado con el paso de los años. 

La agricultura almeriense ha sido capaz de corregir en gran medida la problemática que gira en torno a la gestión de sus residuos agrícolas 

Sin embargo, las características propias de la generación de residuos hacen que los agentes de los sistemas agrícolas experimenten dificultades para la gestión de los desechos en la actualidad, donde la biomasa agrícola y los plásticos son los residuos que siguen otorgando la mayor problemática. 

Para el caso del Modelo Almería se destacan los siguientes:

  • Heterogeneidad. La composición de los residuos generados en una explotación agrícola es variada. La biomasa vegetal es el desecho principal, aunque la importancia del plástico, hormigón o metal es elevada.
  • Producción estacional. Los residuos agrícolas se producen en periodos concretos que vienen definidos por los ciclos de producción. Por ejemplo, casi el 80 % de los restos vegetales se originan en solo tres meses (febrero, mayo y junio).
  • Cuantificación. La generación de residuos es una de las tareas que entrañan una alta dificultad. El elevado número de variables que influyen en el cálculo de la cantidad de residuos generados (tipo de cultivo y sistema de producción, incidencia de plagas y enfermedades, etc.) repercute negativamente en la precisión de los valores.
  • Elevada producción. Se estima que la cantidad máxima de residuos producidos por el Modelo Almería gira en torno a los 2 millones de toneladas anuales
  • Dificultad para el diseño de los centros de tratamiento de residuos. La producción estacional de residuos provoca la incapacidad de aportar una cantidad mensual permanente de inputs a los centros de tratamiento. Por lo que lleva a sobreestimar o subestimar la capacidad mensual de gestión de los centros de tratamiento y puede condicionar su rentabilidad económica.
  • Contaminación cruzada entre residuos. El caso más evidente es la mezcla originada entre la biomasa agrícola y las rafias de polipropileno usadas en el entutorado de las plantas, originándose con ello un incremento de los costes de tratamiento y una ralentización del proceso de gestión a consecuencia de tener que separar y clasificar previamente los residuos.
  • Tamaño de las explotaciones. El bajo tamaño de algunas de las explotaciones almerienses lleva a los productores demandar con urgencia los servicios de transporte por no disponer de una zona de acopio de moderada capacidad.
  • Logística inadecuada de transporte. En los meses de mayor generación de residuos se produce un déficit de transportistas ante el incremento exponencial que registra la demanda de servicios. 
  • Dispersión de las explotaciones agrícolas. Si bien la concentración que experimenta su superficie de cultivo es alta, todavía existen explotaciones agrícolas que se encuentran a una distancia elevada de los centros de gestión, presentando dificultades para el tratamiento de los residuos agrícolas.

Las dificultades descritas con anterioridad son comunes a todos los sistemas agrícolas. Además, en el PEMAR 2016-2022 se indica que la dificultad de gestionar los residuos agrícolas puede incrementarse por las cargas excesivas que derivan de las normas específicas para la gestión de cada tipo de residuo producido en las explotaciones, lo que puede confundir a los productores.

Por ello, tiene especial interés el desarrollo de estrategias con carácter específico para clasificar y almacenar los residuos en las explotaciones agrícolas, para el transporte de los desechos y para su correcta entrega, clasificación y almacenamiento intermedio.

La sostenibilidad: una cuestión capital

Los impactos medioambientales que se derivan de la producción agrícola son contrarios a los Principios de Desarrollo Sostenible que formuló la Organización de las Naciones Unidas en la declaración de Rio de Janeiro de 1992. 

En los últimos años, la sostenibilidad es una cuestión que ha escalado posiciones en la relevancia normativa de los países, que han llevado a encauzar a los sistemas productivos a tener un carácter sostenible en su triple vertiente: social, económica y medioambiental. 

Además, se ha visto potenciada desde la firma de la Agenda 2030 por parte de los Estados miembros de la ONU. En él se recogen 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 subjetivos que tratan los aspectos sociales, económicos y medioambientales de mayor relevancia a escala internacional, donde se identifica la sostenibilidad de los sistemas agrícolas en el segundo ODS. El documento ha afectado al devenir normativo de la Unión Europea y España. 

La Unión Europea incorporó la preocupación medioambiental entre sus objetivos de desarrollo desde finales del siglo XX. En este tiempo la ha posicionado como uno de los pilares para su expansión económica y está llevando a realizar una transición progresiva y sistémica desde un modelo económico lineal basado en la extracción, producción y desperdicio de residuos por uno fundamentado en la economía circular y bioeconomía desde hace casi una década. 

La modificación reciente de la política medioambiental europea ha sido el Pacto Verde Europeo, postulándose como el eje central con el que desean cumplir sus objetivos. Entre otras cosas se busca una descarbonización de los sistemas productivos a partir de neutralizar las emisiones netas de gases de efecto invernadero para el año 2050. 

En la Estrategia de Biodiversidad se indica la necesidad de realizar una adecuada gestión de los residuos generados en los procesos de producción para así descender la contaminación que afecta a la biodiversidad existente en los ecosistemas, una cuestión capital cuando más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y de sus servicios.

La economía circular es un modelo económico que trata de implementar la triple vertiente de la sostenibilidad y la resiliencia en los sistemas de producción a través de disociar el crecimiento económico del consumo de recursos mediante sus tres erres: reutilizar los subproductos, reducir el gasto de insumos y reciclar los residuos que se generan en los procesos de producción. 

Etapas que siguen los insumos en un sistema basado en el marco de la economía circular. Fuente: Comisión Europea.

 

El sistema alternativo hace una distinción entre los ciclos biológicos y técnicos según la Fundación Ellen Macarthur. El consumo se produce únicamente en los primeros. En ellos los materiales de base biológica son diseñados para que regresen al sistema a través de procedimientos de compostaje y digestión anaeróbica. En los ciclos técnicos se renuevan la mercancía mediante planes de reutilización o, en último caso, reciclado.

 

 

La FAO define a la bioeconomía como “la producción basada en el conocimiento y la utilización de recursos biológicos, procesos biológicos y principios para proporcionar bienes y servicios de forma sostenible a través de todos los sectores económicos”. 

Este sistema se basa en tres pilares que giran en torno de realizar un empleo adecuado de la biomasa y bioprocesos, utilizar tecnologías habilitadoras y convergentes, dando cabida a la biotecnología; y la integración de modelos de agricultura, salud e industria

Actualmente, se ha producido una sinergia entre ambos conceptos, dando origen a la bioeconomía circular

En este término se recogen las particularidades comunes entre la economía y bioeconomía tales como pueden ser la reducción de la huella de carbono, uso de combustibles alternativos, uso de la biomasa o la valorización de los residuos. 

Se aplica a todos aquellos sectores cuya actividad económica tenga una base biológica pero que a su vez incorporen los principios de la economía circular.

Las Directivas comunitarias que definen la gestión de los residuos han incorporado los principios de la economía circular dentro de sus textos normativos. La Directiva 2018/851, de 30 de mayo –la normativa europea que define la gestión de los residuos no peligrosos de la Unión Europea– expresa la obligatoriedad de reutilizar todos aquellos subproductos que se obtienen de los procesos de producción siempre que se cumplan cuatro condiciones: se obtenga como elemento secundario en un proceso de fabricación, se garantice su reutilización, la transformación requerida sea la practicada normalmente por la industria y su uso final sea legal.

La Directiva 2018/852, de 30 de mayo –la normativa europea que define la gestión de los residuos peligrosos– ordenó que todos los envases usados y recogidos deberán de gestionarse mediante un sistema de devolución y/o recogida para una posterior reutilización o valorización, junto con el establecimiento de un régimen de responsabilidad ampliada del productor.

Reflexiones finales  

La agricultura, un sector estratégico para el desarrollo socioeconómico de España, se enfrenta a un cambio de paradigma en sus principios de producción a consecuencia de los cambios estratégicos y normativos que han realizado las Administraciones internacionales, nacionales y regionales. 

La generación de residuos y su posterior aprovechamiento es una de las cuestiones de mayor importancia para los sistemas agrícolas

El mayor empleo de inputs en las agriculturas intensivas desencadena en una mayor producción de residuos y, por ende, en una mayor problemática

Las características de los sistemas agrícolas hacen que se originen diferentes oportunidades para aplicar los principios de la economía circular a consecuencia de generar mayoritariamente residuos de carácter orgánico o desechos inorgánicos que pueden ser aprovechados fácilmente.

Las nuevas estrategias de gestión de residuos agrícolas deben fundamentarse en los principios de producción de estos sistemas. Precisamente, existen diferentes técnicas de cultivo y medios de producción de interés para la actividad agrícola (plásticos biodegradables, medidas administrativas, uso de biodesinfección del suelo, aprovechamiento de biomasa vegetal, etc.) y mejorar, además, la problemática que pueda existir en cuanto a la gestión de la biomasa y plásticos agrícolas. 

Con ello se puede incrementar la sostenibilidad de los modelos agrícolas que realizan su producción bajo invernadero, como es el caso del situado en la provincia de Almería, a pesar de contar ya con una alta sostenibilidad. 

En próximas entregas de esta serie se abordará un análisis del aprovechamiento de la biomasa agrícola como fertilizante exclusivo de un cultivo bajo invernadero de tomate en ciclo largo, y se estudiará la situación actual y oportunidades que disponen los agentes del Modelo Almería para la gestión de los plásticos agrícolas