24 min

Cereales: la vuelta a una extraña normalidad

Economía Agroalimentaria
Estadísticas
Los mercados de granos retroceden a la situación previa a la invasión de Ucrania, pero el bajo nivel de las reservas incrementa el riesgo de volatilidad de los precios
Campo de cereales


13 February 2023

El hombre es un ser que se acostumbra a todo. 

Fiodor M. Dostoievski

El conflicto en Ucrania un año después de la invasión de Rusia ha dejado una marca negativa en el país, tanto en términos humanos como económicos. La guerra ha causado la muerte de muchos civiles, destruido infraestructuras y afectado a un 30 % de la superficie agrícola, pero también ha disparado el precio internacional de los cereales y el peligro de una nueva crisis alimentaria. 

Sin embargo, el acuerdo alcanzado en julio permitió el continuo flujo de exportaciones de granos ucranianos, lo que ayudó a calmar el mercado internacional y reducir los precios. Aunque todavía existe incertidumbre con la renovación del acuerdo en marzo, los mercados de futuros siguen prediciendo ligeras bajadas en el precio del cereal para la próxima campaña, lo que sugiere una cierta normalización en el conflicto. 

 

 

Hasta el 6 de febrero, este acuerdo ha permitido sacar de Ucrania hasta cerca de 20,5 millones de toneladas de cereales y alimentos, principalmente maíz y trigo, pero también girasol, colza y algo de soja y cebada. España está siendo el segundo país receptor detrás de China, habiendo importado ya 3,6 millones de toneladas, maíz y trigo principalmente.

El Ministerio de Agricultura de Ucrania confía que al final puedan salir 30 millones de toneladas de nueva cosecha y 20 millones de toneladas de grano en reserva del año anterior en 2022. Preocupa no obstante la cosecha 2023, ya que la producción ucraniana de maíz y trigo en 2023 podría caer por segundo año consecutivo y no superar los 18 millones y 16 millones de toneladas respectivamente, y eso en el mejor escenario. Las exportaciones podrían reducirse a 7 millones de toneladas de trigo y hasta 10 millones de toneladas de maíz, lo que situaría los datos de producción y exportaciones en un 40 % de las de hace dos años.

La moderación de los precios no solo afecta al comercio internacional de granos, también al precio de otras materias primas tan importantes como el gas, que siguen recuperando niveles previos a la crisis alimentado por el temor a una recesión global y a la caída de la demanda. Únicamente caben dudas con el precio del gasóleo en Europa, pues tras la entrada en vigor de nuevas sanciones el 5 de febrero a Rusia, la UE deberá reemplazar unas importaciones que equivalían al 10 % de la demanda, muy enfocadas al transporte y la agricultura. 

La bajada de las materias primas, paradójicamente, está dando un respiro a la economía, especialmente a la europea, que se comporta mejor de lo que se esperaba. También el lento despertar de China tras levantar las restricciones al COVID, una vez que supere la actual ola de coronavirus, parece que puede empezar a impulsar la demanda a lo largo de 2023. Solo la continua subida de tipos de los bancos centrales para terminar de controlar la inflación sigue aumentando el riesgo de recesión. 

Los precios de los fertilizantes, uno de los insumos más importantes para la agricultura, han experimentado una moderación en los últimos meses debido principalmente a la caída en el precio del gas y la disminución en la demanda. También están contribuyendo a esta bajada la eliminación de aranceles que ha decretado la UE en diciembre para fertilizantes nitrogenados no originarios de Rusia y Bielorrusia, y las expectativas de que mejore la disponibilidad en el mercado internacional de fertilizantes provenientes precisamente de Ucrania, Rusia y Bielorrusia.  

Esta mejora se produciría en primer lugar, porque a pesar de que las sanciones por el conflicto de Ucrania nunca incluyeron el comercio de fertilizantes ni alimentos, sí que existían restricciones en el movimiento de capitales que han acabado afectando a estos productos, y que el Consejo de la UE aprobó eliminar en diciembre. Y en segundo lugar, porque se espera que las negociaciones para reanudar las exportaciones de amoniaco rusas a través de Ucrania logren llegar a buen puerto.

 

 

La caída del coste de todas estas materias primas se espera que se refleje en una reducción del coste de los insumos para la agricultura, salvo quizás el gasóleo (aunque las reservas son altas), lo que puede ayudar a mejorar los rendimientos ya para la siguiente campaña. 

Mientras tanto, en la actual campaña de comercialización la caída de los precios de los fletes y la revalorización que está viviendo el euro está abaratando las importaciones de grano.  La mejora de las perspectivas de crecimiento de la UE y las perspectivas de subida de tipos más fuerte en la UE por la mayor inflación están detrás del alza de la moneda europea de los últimos meses.

 

 

Más allá de la guerra en Ucrania, la actualidad viene marcada por el clima, en especial por el fenómeno La Niña, que se ha prolongado de forma excepcional durante 3 años. Aunque los dos primeros se pueden considerar como moderados, los efectos de su duración en el tiempo se están empezando a sentir en este tercer año, especialmente con condiciones más secas de lo habitual en la Patagonia sudamericana, en el suroeste de Norteamérica, así como en África oriental. 

Por el contrario, está siendo más húmedo de lo habitual en el sur de África, el norte de Sudamérica y Australia. Estas condiciones están modificando las perspectivas de cosecha que según el último informe del Departamento de Agricultura de los EEUU, empeoran aún más la cosecha prevista en Argentina. 

Las existencias del conjunto de cereales volverán a bajar esta campaña, situando las reservas mundiales en su punto más bajo en relación con el consumo de los últimos años

De acuerdo con los dos organismos de referencia, el Consejo Internacional de Cereales (CIC) y el Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA), las existencias del conjunto de cereales (excluyendo el arroz) volverán a bajar esta campaña, situando las reservas mundiales en su punto más bajo en relación con el consumo de los últimos años. 

Dejando fuera a China por su efecto distorsionador (es un país claramente importador que mantiene un 60 % de los stocks de grano del mundo), las reservas del resto de países, especialmente la de los grandes exportadores, han disminuido un 20 % en volumen a lo largo de los últimos 5 años. 

Esta bajada deja para el conjunto de países salvo China, una ratio de reservas respecto al consumo, uno de los principales indicadores usados para medir el nivel de existencias, en unas cotas notablemente bajas por debajo del 15 %, equivalentes a 65 días de consumo.

 

 

 

Esta estrechez en los niveles de las reservas, ocasionada por el aumento del consumo en estos últimos años, es la que mantiene los precios de los cereales dentro de una horquilla alta, a pesar de que se hayan ido conteniendo una vez se hayan superado los peores escenarios.

Algo parecido ha sucedido con el mercado de semillas oleaginosas, donde una vez superado el pánico de la guerra, la soja se mueve con unos precios estables, mientras la colza y el girasol se mantienen en unos valores moderadamente más bajos. 

Esto se debe a unas perspectivas muy buenas de producción de soja en Brasil, de girasol (especialmente en Rusia) y de la colza. Los precios internacionales de los aceites de colza y girasol bajaron debido a la abundante oferta mundial y a la moderada demanda de importaciones, sobre todo de la Unión Europea. También la bajada de los precios de los aceites minerales crudos ejerció una presión a la baja. 

 

Situación del trigo

Las previsiones para la campaña 2022/2023 es que cierre siendo la mejor de los últimos 10 años, con un ligero aumento sobre la producción del año pasado, hasta del 2 % según el CIC. Incremento que se produciría a pesar de las sequías en Marruecos o en Argentina (tras una cosecha récord la campaña pasada), las olas de calor en India, Pakistán y la Unión Europea y, cómo no, los efectos de la guerra en Ucrania. 

Estos datos se han visto más que compensados con buenas campañas en el resto de los países del norte de África (salvo Marruecos) y Oriente próximo, pero, sobre todo, a las magníficas cosechas de Canadá, Rusia y Australia (que ha encadenado tres buenas campañas consecutivas),, a pesar de que este año bajaría la calidad por lluvias excesivas.

 

 

Estos datos de producción contrastan con los datos de consumo, que apuntan a una ralentización (CIC) o directamente a un descenso del consumo (USDA) por los elevados precios. La bajada de consumo humano se produciría principalmente en la India, que ya por seguridad alimentaria notificó la restricción de las exportaciones de trigo en mayo y de harina en julio. El trigo destinado a pienso sería el consumo que más descendería, principalmente en China. 

No obstante, el consumo en general sigue en niveles muy altos después de años de crecimiento impulsados por el aumento del consumo humano de China e India.

 

 

 

El inicio de la campaña de exportaciones vino marcado por las restricciones de la India y el problema de acceso al Mar Negro, pero actualmente el ritmo de exportación, especialmente de Rusia, es alto debido a su buena producción, y se espera que supere al de la campaña pasada a nivel global. 

A punto de empezar las ventas de la cosecha en el hemisferio sur, las previsiones de cierre de la campaña indican grandes cambios respecto al año pasado en los saldos comerciales de los principales exportadores motivados por la guerra o el clima. No es el caso de los importadores, que reflejan una mayor estabilidad salvo Marruecos, que se sitúa como uno de los grandes importadores debido a la dura sequía que padeció en 2022.

 

 

 

En cuanto al balance de campaña, ambos organismos difieren en sus pronósticos, siendo el USDA el más pesimista con una campaña deficitaria por más de 2 millones de toneladas, mientras que el Consejo estima un superávit de 6 millones de toneladas. 

En cualquier caso, se observa una tendencia decreciente en los últimos años en las reservas respecto al consumo, aunque si bien es cierto, estos no alcanzan niveles preocupantes. 

 

 

Esta tensión causada por la mayor demanda se había venido trasladando a los precios de los principales mercados antes incluso de la guerra, aunque llegó a máximos después del conflicto. Los acuerdos para la volver a exportar trigo desde Ucrania trajeron tranquilidad, y desde entonces el cereal del Mar Negro ha estado saliendo a buen ritmo.

 

Situación del maíz

En el caso del maíz, tanto el USDA como el CIC pronostican una caída tanto de la producción como del consumo global, siendo el organismo estadounidense más pesimista en cuanto a la producción, con una caída del 5 %, y del consumo, con una bajada de alrededor del 2 %. 

Al ser un cultivo en el que EEUU, Brasil, China y la UE acaparan el 70 % de la producción mundial y el consumo, los mayores cambios se producen dentro de ellos.

 

 

La campaña de China y sobre todo de Brasil ha sido muy buena. Brasil lleva dos años con niveles altísimos de producción por el aumento de la superficie, pero esta última campaña supone un incremento del 30 % sobre la media de los últimos cinco años. 

Esto contrasta con la situación de Argentina por la sequía consecuencia de La Niña, pero aun así mejoraría los resultados del año pasado. Por otro lado, la sequía y las altas temperaturas en EEUU y la UE han sido la causa de la fuerte bajada de sus rendimientos.

 

 

Los mayores aumentos del consumo se producirían por el incremento del destinado a pienso, ya que el industrial se mantiene intacto en EEUU y UE a pesar de la mala cosecha por la política de fomento de los biocarburantes en el contexto actual. 

Destacaría sobre todo el crecimiento de China, que aumenta la proporción de maíz en los piensos en detrimento del trigo por el diferencial de precio durante la campaña, y el de Brasil, con una fuerte demanda interna, mayor incluso que la del mercado de exportación. 

Por el contrario, el descenso de Europa y EEUU se debe a las dificultades de la campaña agrícola, y que serían compensados por un aumento del trigo pienso en EEUU o parcialmente por cebada en la UE.

 

 

Este descenso del consumo haría que el nivel de comercio exterior del maíz descendiera, rompiendo una racha de más de 8 campañas de continuo crecimiento. A pesar de la alta demanda interna, la esperada gran cosecha de Brasil le permitiría incrementar sus exportaciones frente a las de EEUU, compensando el hueco dejado por Ucrania. 

La mala cosecha en Europa por la ola de calor ha impulsado las importaciones, mientras que China seguiría disminuyendo sus compras por segundo año consecutivo, tras haber revolucionado el mercado triplicando sus importaciones en 2021. 

Estas importaciones son aún el doble de las de 2019, pero el incremento del consumo esperado tras el fin de las restricciones del COVID parece que se compensaría con el incremento de la producción y con una ligera reducción de las reservas. 

El alto precio del mercado internacional, las acusaciones de acumular grano en un contexto de crisis y el estado de las relaciones entre China y EEUU parece que han dejado en un segundo plano los acuerdos firmados el 15 de enero de 2020, en el que China se comprometía a incrementar las importaciones de grano americano y que motivaron, entre otros factores el gran volumen de importaciones de 2021. 

Queda por ver también el efecto real del acuerdo de comercio entre China y Brasil que entra en vigor para la cosecha 2023.

La eliminación de las restricciones COVID en China podría incrementar la demanda de importación de maíz en 2023 y añadir mayor tensión al mercado

 

La situación de las reservas de maíz es, sin lugar a duda, la que refleja la situación más preocupante de todos los cereales, ya que es la que se encuentra en porcentajes más bajos respecto al consumo, y muestra un deterioro progresivo. Aunque las predicciones de crecimiento de la economía China están lejos de las cifras de 2 dígitos de los 90, la vuelta a la normalidad tras eliminar las restricciones por la pandemia puede añadir mayores tensiones al mercado del maíz, ya que es uno de los mayores importadores del mundo, sobre todo en este contexto de bajas reservas. 

 

 

Al igual que en el trigo, los precios al contado han descendido desde los máximos de antes de la guerra, aunque aún siguen ligeramente por encima de los precios 2021, a excepción del maíz de Ucrania que cotiza con grandes descuentos por los riesgos que implica el transporte desde zonas de conflicto.

 

Situación de la cebada

Aunque la cebada es un cereal muy secundario en comparación con el maíz (se produce un 10 % en comparación), es un cultivo resistente y adaptable a diferentes condiciones climáticas y suelos, lo que la hace importante en regiones con condiciones adversas o en regiones en desarrollo donde la seguridad alimentaria es un problema. 

 

 

La lista de países productores es reducida, siendo la UE la que concentra la mayor parte de la producción y el consumo, pero las mayores reducciones se dieron en Ucrania y Marruecos. 

 

 

El consumo de cebada ha aumentado precisamente donde más se ha incrementado la producción y en la UE, precisamente para compensar la caída del maíz.

 

 

El comercio internacional de la cebada es también muy minoritario y representa solo un 20 % de la producción, siendo Australia, Rusia y la UE los grandes exportadores, mientras que el gran importador es China.

 

 

 

El precio de la cebada sigue el mismo comportamiento que el maíz, del que actúa como sustituto. 

 

 

Situación del mercado de cereales en España

El consumo interno de cereales se sitúa en alrededor de los 38 millones de toneladas, de las que más del 70 % se destinan a alimentación animal. 

La baja cosecha del año 2022, un 30 % inferior a la del año pasado, ha aumentado las necesidades de importación de España en un contexto de dificultad, en el que se ha tenido que diversificar fuentes. La apertura de las importaciones desde Ucrania y la bajada de los precios ha permitido mitigar parte de los riesgos.

 

 

Teniendo en cuenta que las existencias finales de la campaña pasada se estiman en alrededor en 2,8 millones de toneladas, y contando con las exportaciones hasta noviembre, última fecha de los datos de comercio, existía hasta entonces un déficit de 7 millones de toneladas de cereales en la campaña 22/23, una cifra un 90 % superior a la 21/22. A pesar de que las importaciones de maíz se han incrementado en un 60 %, especialmente las de Brasil, la mala cosecha de esta campaña sigue pesando en el balance.

 

 

Siendo los principales orígenes la UE para el caso del trigo y Brasil para el maíz. 

 

 

 

No obstante, las importaciones de Ucrania siguen a muy buen ritmo, y hasta el 6 de febrero ascendían ya a 3,6 millones de toneladas de productos a través de la iniciativa de la ONU.

 

 

 

Los precios han seguido las mismas pautas que los mercados internacionales, aunque con un diferencial elevado respecto a los mercados de origen, especialmente en relación al origen Mar Negro, por las dificultades logísticas.

 

 

Ya para la siguiente campaña, las lluvias y el frío de este invierno han permitido terminar la campaña de siembra en buenas condiciones, y mejorar las perspectivas para la cosecha de 2023. El clima parece que por fin dejará atrás el fenómeno La Niña, pero ya ciertos modelos predicen la vuelta del más caluroso El Niño, que en España podría dejar más lluvias a partir del otoño.

Situación de la soja

 

 

La producción de soja está prácticamente concentrada en EE.UU. y Brasil, país que experimentará un notable incremento de la producción.

 

 

El consumo de soja está encabezado por China, país que está abandonando las restricciones del COVID, y que recuperaría el crecimiento del consumo tras un año de indecisión. Aunque el gobierno chino está decidido a recortar la dependencia de la soja importada para garantizar la seguridad alimentaria, lo cierto es que actualmente la demanda se espera que siga aumentando por el incremento de la cabaña ganadera.

El consumo sigue aumentando también en los EEUU, sobre todo el del aceite destinado a los biocarburantes, porcentaje que se ha duplicado en las últimas 8 campañas.

 

 

El comercio internacional se recuperaría esta campaña impulsada por la mayor demanda, una vez China vaya superando la última ola de COVID.

 

 

 

Una vez superada la crisis que se desató en el mercado de los aceites vegetales por la guerra de Ucrania, el aumento de los casos de COVID-19 en China desde principios de diciembre frenó temporalmente el consumo interno y mantuvo bajo control los precios de la soja, ayudado por las perspectivas de excelente cosecha en Brasil. 

El Niño irá surgiendo a partir de los meses de verano, lo que traería mayores temperaturas globales, aunque también más humedad a la península ibérica.

Conclusiones

La guerra de Ucrania parece haber entrado en una fase de estancamiento que hace presagiar que la resolución del conflicto será lenta y costosa. 

Una vez superados los escenarios más pesimistas gracias en parte al buen funcionamiento del Acuerdo de Granos del Mar Negro, los mercados de granos parecen asumir esta nueva normalidad y han retrocedido a la situación previa a la invasión. No obstante, la prolongación de la guerra podría tener mayor impacto en la producción y exportaciones de Ucrania la campaña  que viene.

La economía europea también parece que ha resistido mejor de lo que se esperaba el progresivo desacoplamiento de Rusia, dada su alta dependencia en el suministro de materias primas

Esta resistencia se apoya en un contexto económico y político que está permitiendo que el coste de las materias primas abandone los máximos que se alcanzaron en 2022. 

No obstante, la persistencia de altos niveles de inflación sigue incrementando la presión para aumentar los tipos en la UE, lo que eleva el riesgo de recesión, pero también ha permitido hasta ahora la revalorización del euro, abaratando el grano en el mercado interno.

Quedan otras incertidumbres en el medio plazo, ya que se espera una reactivación de la demanda China durante 2023 tras eliminar las últimas restricciones por el COVID. 

Esta reactivación podría añadir más tensión a los mercados, sobre todo en el caso del maíz, que ya cuenta con márgenes muy estrechos por el bajo nivel de reservas sobre el consumo. 

Por último, habrá que prestar atención al impacto que tendrá el clima en la producción. Mientras vemos como La Niña se desdibuja entre febrero y mayo tras permanecer tres años de forma anómala, El Niño irá surgiendo a partir de los meses de verano, lo que traería mayores temperaturas globales, aunque también más humedad a la península ibérica.