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La peste porcina africana y el reto de mantener el liderazgo internacional del porcino español

02 December 2025
Comercio Exterior
Economía Agroalimentaria
Sanidad Animal
El porcino español afronta la reaparición de la PPA, con vetos e incertidumbre y precios a la baja, pero con fuerte base productiva y capacidad de adaptación
Granja porcina.

02 December 2025

Introducción

El sector porcino afronta el final de 2025 en un escenario de elevada incertidumbre, marcado sobre todo por la irrupción de la peste porcina africana (PPA) en España, pero también con importantes fortalezas acumuladas tras años de crecimiento y profesionalización. Después de consolidarse como uno de los grandes motores de la producción europea y como proveedor clave de carne y productos de cerdo en el mercado mundial, la confirmación del foco de PPA ha supuesto un cambio relevante en el tablero comercial. Varios destinos estratégicos, entre ellos Japón, México y Taiwán, han cerrado temporalmente sus importaciones de porcino español, y más de cuarenta países terceros han visto suspendidos de forma automática sus certificados al perder España el estatus de “país libre de PPA”.

Estos mercados representan en torno a un 12 % del valor de nuestras exportaciones, frente al 60 % que sigue absorbiendo el mercado europeo y el 14 % que supone China, que continúan abiertos y operativos para el producto español.

Este shock sanitario se produce, además, en un contexto de mercado ya de por sí exigente. A escala global, los precios del porcino atraviesan una fase de convergencia y corrección, con Norteamérica y Europa a la baja por el aumento de la oferta, la debilidad estacional de la demanda y las tensiones comerciales con China. En la UE, la producción se ha estabilizado tras varios años de ajuste, con España y Polonia impulsando el crecimiento frente a un núcleo centroeuropeo que ha reducido de forma estructural su cabaña.

En ese escenario, España había sabido aprovechar la retirada de otros competidores para ganar peso, combinando un ligero retroceso de los volúmenes exportados con precios históricamente elevados y un mercado interior más dinámico, donde el consumo de carne y elaborados ha crecido en valor pese a la contención de los kilos. La aparición de la PPA obliga ahora a reordenar con rapidez este equilibrio: una parte relevante de las exportaciones, más de 1.000 millones de euros en valor anual, deberá encontrar nuevos destinos, previsiblemente en otros países de la UE u otros mercados accesibles, en un momento en que el mercado europeo atraviesa una fase de debilidad de precios.

El sector tiene por delante el desafío de gestionar la pérdida temporal o parcial de algunos de sus destinos de mayor valor añadido y, al mismo tiempo, recolocar volúmenes significativos en un entorno de precios a la baja sin provocar una corrección brusca que comprometa la rentabilidad de las explotaciones, especialmente las más pequeñas e independientes. Pero también cuenta con herramientas importantes como son un tejido empresarial altamente integrado, una potente industria transformadora, una notable diversificación de mercados y una amplia experiencia de adaptación a escenarios complejos, como ya demostró durante la crisis de la COVID-19 o en la fase de fuerte encarecimiento de los piensos.

Hasta el momento se está actuando con gran rapidez y, si los brotes se mantienen limitados geográficamente y sin afectar a explotaciones, será más sencillo que las autoridades españolas, tal y como ya han anunciado, puedan renegociar acuerdos y protocolos de exportación para que la mayoría de destinos acepten la regionalización y, de este modo, no cierren por completo sus mercados a las exportaciones españolas.

La PPA se convierte así no solo en el principal factor de riesgo sanitario, sino en uno de los ejes alrededor de los cuales van a girar, en los próximos meses, la política comercial, la estrategia industrial y la formación de precios en el porcino español. La capacidad de reacción demostrada por el sector, junto con la coordinación público-privada y la fortaleza de la base productiva, serán claves para convertir esta crisis en una etapa de reajuste y reposicionamiento más que en un freno estructural al liderazgo internacional de España en porcino.

Mercado mundial

Durante los últimos meses se ha experimentado un proceso de convergencia de los precios mundiales, con los mercados norteamericano y europeo en claro retroceso por distintas razones. A la caída de la demanda estacional se añaden el aumento de la producción de los últimos meses y los problemas de exportación a China como consecuencia de las tensiones arancelarias por la política comercial de EE. UU. y de las represalias por los coches eléctricos (ver como queda los aranceles tras las sanciones), lo que también se deja ver en la estabilización de los precios en China en las últimas semanas y el aumento en Brasil, su principal exportador.

 

Mercado europeo

La producción de carne en la UE ha registrado un ligero repunte en los últimos 12 meses (hasta agosto), con un aumento del 2 % que permite mantener e incluso reforzar la oferta comunitaria tras varios años de ajustes. El impulso procede, sobre todo, de España y Polonia, que anotan incrementos del 5 %, así como de Dinamarca (+5 %) e Italia (+3 %), mientras que Alemania apenas crece un 1 % y Francia se mantiene prácticamente estable. En el lado contrario se sitúan Países Bajos y Bélgica, que recortan su producción un 4 % y un 2 %, respectivamente, actuando como freno parcial al avance del conjunto.

En cuanto a la naturaleza de este crecimiento, la combinación de fuertes recortes en el sacrificio en Holanda y Bélgica, junto con la estabilización observada en Alemania, Francia y Dinamarca, se ve compensada por incrementos en los pesos de los animales, de hasta un 5 % en el caso de Dinamarca o Italia. Este cambio en la estructura productiva explica el mantenimiento, e incluso la ligera mejora, de la oferta total. En contraste, en Polonia y España el aumento de la producción obedece principalmente al incremento del sacrificio —es decir, a un mayor número de animales— más que a una ganancia en los pesos individuales, dibujando así dos modelos de crecimiento claramente diferenciados dentro del mercado europeo.

 

 

Si nos detenemos a observar la tendencia, en 2025 la producción de carne de cerdo en la Unión Europea se mueve en una fase de estabilización después de varios años de ajuste, y los datos de índices con base en 2019 muestran que el suelo de la crisis ya ha quedado atrás, aunque la recuperación es todavía muy limitada. El promedio comunitario entra en el año en torno a un nivel 93 y a lo largo de los meses suma pequeñas décimas hasta acercarse a 94,5 en verano, lo que quiere decir que Europa sigue produciendo menos que antes de la pandemia, pero ya no está en caída libre, sino en un lento proceso de recomposición de la oferta.

Esa leve mejoría europea se entiende mejor cuando se observa el comportamiento de los grandes productores. España se ha convertido en el motor de este cambio de tendencia y actúa como contrapeso del retroceso acumulado en el centro y el norte del continente. Su índice arranca 2025 claramente por encima de 107 y avanza mes a mes hasta situarse en agosto y septiembre alrededor de 111 o 112, niveles que suponen un incremento cercano al 12 por ciento frente a 2019 y que pueden considerarse máximos históricos. Mientras otros países consolidan un modelo con menos censo, el sector español aprovecha la ventana de precios altos y la demanda exterior para ocupar el espacio dejado por sus competidores.

En paralelo, Alemania ilustra la cara opuesta de la moneda y ayuda a explicar por qué la media comunitaria sigue lejos de los registros de principios de década. Tras varios años de recortes, el país entra en 2025 ya muy por debajo de los niveles precrisis y permanece prácticamente plano en el entorno de 82 u 83 puntos durante todos los meses disponibles. Esa estabilidad en la parte baja indica que buena parte de la capacidad productiva se ha retirado de manera estructural y que el sector alemán ha encontrado un nuevo equilibrio en una escala más reducida, sin señales claras de reconstrucción del volumen.

Otros socios del norte y del Benelux se comportan de forma similar, aunque con matices. Países Bajos y Dinamarca muestran en 2025 un pequeño rebote después de descensos muy pronunciados en los años anteriores, pero sus índices se mantienen en bandas claramente inferiores a las de 2019, alrededor de 84 o 85 puntos en el caso neerlandés y cerca de 90 o 91 en el caso danés. Bélgica, por su parte, se mueve en una franja cercana a 90 o 91, con muy poca variación respecto a 2024, lo que refuerza la impresión de que la reducción de cabañas en esa zona de Europa no es coyuntural, sino una transformación más profunda del tejido productivo.

En el flanco occidental y meridional, Francia e Italia completan el cuadro de una recuperación muy desigual. Francia mantiene durante todo 2025 un índice en torno a 95, apenas con pequeñas oscilaciones, lo que supone una ligera pérdida respecto a la situación previa pero sin la contundencia de los recortes vistos en el norte. Italia, que venía de niveles especialmente bajos, encadena una subida lenta desde el entorno de 86 hasta aproximarse a 88 al final del periodo disponible, de modo que sigue por debajo del arranque de la década, pero consigue alejarse de los mínimos registrados en 2023 y 2024.

El otro foco de dinamismo es Polonia, cuyos datos de 2025 dibujan una trayectoria ascendente bastante clara. Tras iniciar el año alrededor de 96 o 97 puntos, el índice polaco va recuperando terreno y roza 99 en verano, prácticamente el nivel que tenía en 2019. Con esta evolución, el país se consolida como segundo gran polo de recuperación dentro de la Unión y contribuye, junto a España, a sostener el modesto repunte que ya se aprecia en el agregado europeo.

En conjunto, la fotografía de 2025 muestra una producción porcina europea que ha dejado atrás la fase de ajuste más duro y entra en una etapa de estabilidad con tímida mejora, pero que lo hace siendo un sector más pequeño y mucho más asimétrico que a comienzos de la década y con diferentes características.

 

 

La serie precios de las canales de porcino confirma un cambio claro de ciclo en los precios europeos entre 2023 y 2025. Tras el arranque de 2023 en niveles todavía contenidos, las cotizaciones escalan con fuerza durante el primer semestre: la media UE pasa de algo más de 200 €/100 kg canal a valores próximos a 250 en junio-julio, con máximos muy marcados en España y Polonia y, algo por encima de todos, Alemania. A partir de agosto de 2023 se abre una fase bajista: los precios ceden de forma gradual hasta cerrar el año en torno a 210, todavía altos en términos históricos, pero claramente por debajo de los picos de primavera-verano.

En 2024 el mercado entra en una fase de normalización. El año comienza ya en una zona sensiblemente inferior a los máximos de 2023, con la UE alrededor de 203, y vive un pequeño rebote en primavera (algo por encima de 219) antes de iniciar un goteo a la baja que lleva a finales de año a niveles próximos a 191. La dispersión entre países se estrecha: España y Polonia mantienen un diferencial positivo frente a la media comunitaria, Alemania sigue siendo la referencia alta del bloque, mientras que Bélgica, Italia y, en menor medida, Dinamarca y Países Bajos se sitúan de forma sistemática en la parte baja del rango.

En 2025 la tónica es de mercado flojo y muy volátil. Los precios arrancan el año claramente por debajo de 2024, tocan fondo entre febrero y marzo y, a continuación, registran un rebote técnico hasta finales de junio (cuando la media UE vuelve a rondar los 213). Ese impulso, sin embargo, se agota rápido: desde julio las cotizaciones vuelven a ceder y, de nuevo, el tramo final del año se caracteriza por precios en descenso, que se acercan a 170 puntos en la media europea. Destaca el comportamiento de Dinamarca, con una subida muy intensa en la primavera de 2025 que la coloca momentáneamente por encima de la media UE, mientras que Italia consolida el escalón más bajo del grupo y España pasa, en la segunda mitad de 2025, de estar claramente por encima de la media a converger con ella.

Ese descenso de los precios de los canales de porcino se produce en un contexto de reequilibrio de márgenes a lo largo de la cadena, tras el aumento de la oferta y con un consumo interno muy estable. Aun así, ha permitido que el volumen exportado se sitúe un 1,4 % por encima del del año pasado y marque el mejor registro del periodo analizado.

Sin embargo, de cara a los próximos meses, las exportaciones europeas de productos del porcino a China acusan desde septiembre una caída cercana al 35 %, como consecuencia de las sanciones impuestas. China sigue siendo un mercado clave, ya que absorbe en torno al 30 % del volumen exportado por la UE en estos productos.

 

Mercado nacional

Las exportaciones españolas de productos derivados del cerdo han consolidado un cambio de perfil muy claro en estos últimos años se vende menos volumen, pero todavía a precios históricamente altos. A finales de 2023 el índice anual móvil de peso se situaba en torno a 98 puntos, ya por debajo de la referencia de 2021 (2021=100), mientras que el índice de valor se movía en torno a 115, en máximos de toda la serie. Es decir, con algo menos de toneladas que en 2021, el sector estaba ingresando en torno a un 15 % más, reflejo de un fuerte encarecimiento del producto y de un mayor peso de partidas de alto valor añadido.

Desde 2024 y a lo largo de 2025 la tendencia se ha ido moderando, pero sin revertirse. El volumen continúa deslizándose a la baja y así el índice cayó de 97,1 en enero de 2024 hasta situarse alrededor de 93 puntos en la primavera y el verano de 2025, lo que implica que hoy se exporta aproximadamente un 6–7 % menos de carne que en 2021.

El valor, en cambio, se corrigió solo parcialmente desde los máximos de 2023. Tras moverse durante buena parte de 2024 en una horquilla de 112–115 puntos respecto a 2021, el índice se sitúa todavía en torno a 111 en septiembre de 2025. En la práctica, el sector ha sacrificado algo de volumen para mantener buena parte de la mejora de precios lograda en los años anteriores, y llega a la recta final de 2025 exportando menos toneladas que hace cuatro años, pero facturando aún alrededor de un 11 % más que en el año base.

 

 

Las exportaciones españolas de productos de cerdo en los nueve primeros meses de 2025 muestran una ligera pérdida de facturación respecto al mismo periodo del año pasado, aunque el volumen neto en toneladas equivalentes en canal vendido al exterior sigue creciendo. Según los datos, el valor total pasa de 6.019,4 millones de euros en el mismo periodo de 2024 a 5.969,7 millones en 2025, lo que supone un descenso del 1 % y una pérdida cercana a los 49,7 millones. Sin embargo, el volumen exportado aumenta de 2,18 a 2,22 millones de toneladas equivalentes, un 2 % más, es decir, 40.300 toneladas adicionales. España coloca más carne de cerdo en los mercados internacionales, pero ingresa algo menos por ella, reflejo de una moderación de los precios medios.

Por categorías, la carne congelada mantiene un comportamiento sólido. Entre enero y septiembre de 2025, las ventas de este producto alcanzan los 2.163,6 millones de euros, unos 50 millones más que en el mismo tramo de 2024, lo que se traduce en un incremento del 2 %. El volumen acompaña ese avance y sube también un 2 %, de 735.000 a 752.500 toneladas equivalentes, consolidando la posición de la carne congelada como uno de los pilares de la exportación porcina española..

La nota negativa la pone la carne fresca, el principal capítulo en términos de facturación. En este caso, los ingresos caen de 2.397,9 a 2.217,2 millones de euros, un ajuste del 8 % que se traduce en 180,7 millones menos. El volumen exportado también retrocede, pero de forma más moderada, de 814,1 a 799,7 mil toneladas, es decir, un 2 % menos. El hecho de que el valor retroceda mucho más que la cantidad evidencia una reducción significativa del precio medio, ya sea por una mayor competencia en los mercados o por un cambio en la composición de los productos vendidos.

En contraste, el comercio exterior de despojos mantiene una evolución claramente expansiva. Entre los nueve primeros meses de 2024 y 2025, la partida pasa de 580,8 a 614,4 millones de euros, un 6 % más, mientras que el volumen crece un 7 %, de 385,6 a 414,3 mil toneladas. La ligera diferencia entre el crecimiento de la cantidad y el del valor sugiere una presión moderada a la baja en precios, compensada por el importante aumento del tonelaje.

La categoría de carne salada o seca confirma la buena dinámica de los productos de mayor valor añadido. En términos de valor, las exportaciones suben de 582,0 a 621,1 millones de euros, lo que representa un avance del 7 %, mientras que el volumen apenas aumenta un 2 %, de 68,5 a 69,8 mil toneladas. En este caso la brecha entre valor y cantidad apunta a una mejora del precio medio, posiblemente asociada a una mayor presencia de jamones y elaborados de gama alta en los mercados internacionales.

 

 

La caída de las exportaciones de carne fresca apunta a un enfriamiento de la demanda en Europa donde, Italia es el caso más claro. Las compras de carne fresca del país trasalpino caen en valor y en volumen, mientras que la carne congelada aumenta con fuerza, sobre todo en toneladas y a precios más bajos. El resultado es un trasvase de la demanda hacia productos congelados más baratos.

Francia, se ha convertido en el gran foco de debilidad. Las compras de carne fresca retroceden con más intensidad que en Italia, y también el congelado reduce valor y volumen, con un ajuste de precios en ambos casos. El mercado francés parece estar reordenando su abastecimiento, con menos espacio para el producto español y mayor presión a la baja sobre las cotizaciones, lo que contrasta con la trayectoria más favorable de otros socios comunitarios como Portugal, donde el fresco se mantiene estable y el salado crece con mejora de precios.

Dentro del mercado europeo, únicamente las ventas de carne fresca al Reino Unido consiguen crecer de forma clara cerca de un 30 % en valor y un 35 % en volumen, aunque el peso de las ventas es inferior al de otros destinos de la UE, es un importante mercado que sería necesario consolidar por el mayor valor añadido que aporta.

Fuera de Europa, la reorientación es todavía más visible. En despojos, China y Filipinas siguen aumentando sus compras con precios prácticamente planos, mientras Tailandia emerge como nuevo polo de crecimiento, multiplicando por más de dos y medio el valor importado. Corea del Sur se desinfla en este segmento pero se dispara en carne congelada, donde el incremento de toneladas supera el 49 % y convierte al país en uno de los grandes motores del crecimiento del congelado español, aunque a costa de aceptar precios algo más bajos. En productos salados y curados las ventas se desplazan claramente hacia mercados europeos como Francia y Alemania, mientras pero México y, sobre todo, Estados Unidos reducen cantidades y sostienen —o incluso duplican— el precio medio por kilo, de forma que España renuncia a grandes volúmenes para centrarse en gamas altas y formatos de mayor margen tras las turbulencias arancelarias.

 

 

El balance del sector porcino en las campañas 2019/20–2024/25 muestra a una industria que mantiene una producción elevada, pero que ha cambiado de forma notable el destino de sus piezas. La oferta total pasa de algo más de 5,2 millones de toneladas equivalentes canal al inicio del periodo a cerca de 5,6 millones en 2024/25, tras un máximo en 2021/22 y una corrección en los dos ejercicios siguientes. Mientras tanto, las exportaciones, que habían sido el gran motor de crecimiento, alcanzan su techo en 2020/21 —en torno a 3,3 millones de toneladas— y desde entonces van cediendo hasta situarse ligeramente por debajo de los 2,9 millones, con solo una leve mejora en la última campaña. Como resultado, la proporción de la producción destinada al exterior baja del entorno del 59 % al 52 %, al tiempo que el consumo aparente interno gana peso y pasa de unos 2,4–2,6 millones de toneladas a rozar los 2,9 millones en 2024/25.

 

 

La evolución del consumo en los hogares ayuda a explicar este desplazamiento hacia el mercado interno. Los datos de consumo de carne fresca y productos elaborados de cerdo, referenciados a 2021 y medidos como total anual móvil, dibujan primero el boom de la pandemia y después un largo ajuste en las cantidades, acompañado de una fuerte escalada de precios. Durante 2020, en pleno confinamiento, el volumen de carne fresca en los hogares llegó a superar en más de un 10 % los niveles de 2021 y los elaborados se situaron alrededor de un 7 % por encima, con un gasto que crecía en la misma proporción. Desde 2021, con la reapertura de la restauración, las compras en kilos se normalizaron: a finales de 2022, los hogares consumían alrededor de un 9–11 % menos que en el año base, tanto en carne como en embutidos.

Sin embargo, la reducción del volumen no se tradujo en una caída equivalente del gasto, sino todo lo contrario. Mientras las cantidades bajaban, el valor de las compras se mantenía próximo a 100 en 2022 y empezaba a despegar con fuerza a partir de 2023. En elaborados, el volumen se estabiliza claramente por debajo del nivel de referencia —en torno a 89–91 puntos—, pero el gasto se dispara y supera los 113 puntos en el verano de 2025. En carne fresca, el volumen se recupera poco a poco y vuelve a situarse por encima de 100 en 2025, mientras el valor escala hasta índices en torno a 122, de forma que los hogares compran ya una cantidad similar o algo mayor que en 2021, pero pagando más de un 20 % adicional.

 

 

Así, el comportamiento del sector porcino español sigue marcado por un mercado interior cada vez más dinámico que, apoyado en el aumento de la producción, ha permitido sostener los precios al consumidor, atender con holgura la demanda doméstica y cumplir los compromisos de exportación.

El mayor tirón de la demanda interna se aprecia también en los productos elaborados, cuyo consumo crece con fuerza, aunque en un entorno claramente más inflacionista que el de la carne fresca.

 

Casos de PPA en España

Tras la confirmación del brote de peste porcina africana (PPA) en España el 28 de noviembre, varios países han reaccionado cerrando o limitando sus importaciones de carne de cerdo española. Algunos, como Japón, México y Taiwán han suspendido de forma general las importaciones de carne y productos de porcino procedentes de España. Además, como España ha perdido el estatus de “país libre de PPA”, se han bloqueado de manera automática muchos certificados de exportación de ciertos productos hacia más de cuarenta países terceros cuyos modelos exigían expresamente ese estatus (ver listado de productos por países), lo que en la práctica supone que no se puede exportar hasta que se renegocien o adapten esos certificados.

Otros países, en cambio, aceptan la llamada regionalización de forma bilateral entre distintos países. La regionalización es un principio sanitario por el cual el país importador no considera todo el territorio del país exportador como afectado, sino solo una zona concretamente delimitada alrededor del foco de enfermedad. De este modo se establecen zonas infectadas o de restricción y zonas libres. Las importaciones procedentes de la zona afectada se prohíben o se limitan, mientras que las procedentes de zonas declaradas libres se permiten siempre que exista trazabilidad y control suficientes para demostrar ese origen seguro.

China es el ejemplo más claro de este último caso, ya que gracias al protocolo de regionalización firmado con España, no ha cerrado la puerta a todo el porcino español, sino que la bloquea a todos los productos porcinos originarios de la provincia de Barcelona y ha suspendido específicamente las operaciones de los 14 establecimientos allí ubicados. El resto de España se considera zona libre a efectos comerciales con China, siempre que se documente correctamente, a excepción de las tripas de cerdo para calibrar, que se prohíbe totalmente desde España. Las exportaciones de tripas representan hasta el 10 % del valor del comercio de productos porcino con China.

Dentro de la Unión Europea también se aplica la regionalización de forma rutinaria y se restringen solo las áreas alrededor del foco, mientras el resto del territorio puede seguir comerciando. Estados Unidos y Corea del Sur parecen orientarse a un enfoque parecido, aunque con detalles todavía por aclarar. En el caso de Reino Unido, aunque ha venido aplicando la regionalización, por ahora ha retenido todas las importaciones hasta confirmar que son casos aislados, al igual que ha anunciado Filipinas.

Para poder exportar a un país que aplica regionalización hay dos cosas clave que determinan si un producto porcino se considera aceptable. Por un lado, el origen de los animales o de la materia prima; las explotaciones de las que proceden los cerdos o las piezas deben estar situadas en zonas libres de PPA en la fecha de salida de los animales. Por otro lado, el lugar de sacrificio y de elaboración ya sea matadero, sala de despiece, almacén frigorífico, secadero o planta transformadora también deben estar ubicados en zonas libres en las fechas de sacrificio, procesado y almacenamiento.

Todo esto tiene que quedar acreditado mediante la trazabilidad interna de la empresa y mediante la documentación oficial, en particular la declaración responsable del operador y el certificado veterinario de exportación. Si en cualquier eslabón de la cadena, desde la granja hasta la industria, se entra en una zona restringida por PPA, ese producto deja de ser elegible para los mercados que exigen regionalización estricta.

En conjunto, las exportaciones de productos derivados que verán restringidas sus exportaciones a estos países alcanzaron un valor de más de 1.000 millones de euros en 2024, lo que representa alrededor del 12 % del total de las exportaciones. Estos cálculos no incluyen las ventas al Reino Unido, donde las exportaciones sumaron más de 210 millones de € el año pasado o las de Filipinas que ascendieron a 316 millones de € ya que las restricciones podrían ser temporales, ni el efecto que tendría el cierre de los mercados de exportación a la provincia de Barcelona.

En cuanto al peso, un 72 % de esta cantidad corresponden únicamente a Japón, uno de los mercados más interesantes por su demanda de productos de mayor valor añadido, mientras que las destinadas a Taiwán suponían el 8 % y México un 6 %.

Obviamente, estas exportaciones tendrán que encontrar acomodo en el mercado europeo preferentemente, que como estamos viendo estaba en pleno descenso de precios y una bajada de las exportaciones a China. Aún así el mercado europeo incluyendo el Reino Unido representa el 60 % del valor y el volumen de nuestro comercio.

Actualmente los precios, a pesar de la bajada que se está viviendo continúan siendo rentables para el sector, aunque rebajas por encima del 20 % podrían dejar en apuros a los ganaderos más independientes y con mayores costes. Por ahora no se esperan grandes fluctuaciones del precio del pienso, debido a las buenas cosecha de cereales y de soja en lo que llevamos de campaña.

 

 

En conclusión, el brote de peste porcina africana ha dejado claro que la bioseguridad y la vigilancia sanitaria ya no son un simple requisito técnico, sino un pilar estratégico para la supervivencia del sector porcino español. Mantener y reforzar los sistemas de control en granja, en el transporte y en la industria es la única vía para preservar la confianza de los mercados que aplican regionalización, recuperar cuanto antes el estatus sanitario perdido y evitar que un foco localizado se traduzca en un problema estructural para todo el país. Cada eslabón que falle en trazabilidad o en cumplimiento de los protocolos se convierte en un riesgo directo para el acceso a mercados de alto valor añadido y, por tanto, para la estabilidad de la cadena en su conjunto.

Al mismo tiempo, no puede ignorarse el fuerte aumento de los costes administrativos que implica esta nueva etapa. La gestión de zonas restringidas, la adaptación de certificados, la emisión de documentación adicional y las auditorías refuerzan la seguridad del sistema, pero añaden una carga económica y organizativa considerable para empresas y administraciones.

Para muchos operadores, especialmente los de menor tamaño, esta burocracia extra puede marcar la diferencia entre poder seguir exportando o quedar fuera de determinados destinos. De ahí la importancia de coordinar bien al sector y a las autoridades para simplificar procedimientos sin rebajar garantías, y para que el sobrecoste de la PPA no recaiga únicamente sobre los eslabones más débiles.

En este contexto, el riesgo y la incertidumbre se convierten en factores permanentes con los que el sector deberá aprender a convivir. La posibilidad de nuevos focos, la reacción cambiante de los países terceros, unos aceptando la regionalización, otros optando por vetos totales, y la necesidad de recolocar volúmenes significativos en mercados ya tensionados por la caída de precios dibujan un escenario volátil.

Precisamente por eso, la respuesta no puede ser solo reactiva. La inversión en vigilancia, en bioseguridad y en sistemas de información sólidos es, hoy, la mejor herramienta para reducir esa incertidumbre, contener los impactos de la PPA, facilitando así la firma de nuevos acuerdos que contengan las restricciones comerciales y defender el posicionamiento internacional que el porcino español ha construido durante los últimos años 

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