
05 December 2025
Introducción
La campaña española de patata de 2025 se caracterizó por una notable complejidad productiva y comercial. Aunque la superficie cultivada en España aumentó un 10 % con respecto al año anterior, este incremento no se tradujo en una mayor disponibilidad de producto debido a los retrocesos en la producción de patatas tempranas y de media estación.
A nivel europeo, la oferta evolucionó de un inicio complicado por la sequía a un cierre de campaña récord en los principales países productores (Bélgica, Alemania, Países Bajos y el norte de Francia), impulsado por un aumento de superficie y rendimientos superiores a la media.
Esta abundancia de producto europeo, junto con el incremento de superficie en España, generó una fuerte volatilidad de precios. Tras un inicio de año con cotizaciones elevadas, el mercado registró descensos generalizados, especialmente en verano, cuando la saturación de oferta deterioró notablemente los precios. La llegada de la patata tardía en otoño también presionó los precios a la baja en un contexto global de sobreproducción.
De cara a 2026, se espera un ejercicio de ajuste y transición, con una previsible reducción de la superficie cultivada tanto en España como en Europa para corregir los desequilibrios de la campaña anterior.
Evolución de la oferta española
La superficie española de patata venía de una larga tendencia descendente que afectaba a la mayoría de zonas productoras. Así, si en el año 2016 la superficie plantada ascendía a 58.000 ha, en 2024 había descendido a 43.000. Una caída por tanto superior al 25% que ha afectado a todas las grandes regiones productoras: Castilla y León (de 21.500 a 17.400), Galicia (de 13.400 a 8.700) o Canarias (de 3.000 a 1.500), aunque con menor intensidad en el caso de Andalucía (de 8.600 a 7.600).
Sin embargo, de manera contraria a esta tendencia previa, los atractivos precios de las campañas anteriores hicieron que la superficie dedicada al cultivo de patata en la campaña 2025 aumentara un 10 % respecto al año anterior situándose un 7 % por encima de la media de los últimos cinco años. Este crecimiento se explica por el incremento registrado en todos los ciclos de cultivo en comparación con 2024. La única excepción es la patata extratemprana, que presenta una reducción del 25 % de superficie respecto a la media del último lustro, pero aun así incrementando superficie respecto a la campaña previa.
En términos de producción, la situación presenta un comportamiento más irregular. La comparación con la campaña anterior muestra que la reducción total del 2 % que se debe principalmente a las caídas del 8–9 % registradas en las patatas tempranas y de media estación. Estos descensos no pudieron ser compensados por los incrementos observados en la patata extratemprana y en la patata tardía; aun así, conviene destacar el notable aumento en términos absolutos de esta última.
Por comunidades autónomas, la producción ha disminuido en territorios de gran relevancia como Andalucía y, especialmente, Galicia. En esta última, las lluvias de primavera retrasaron las siembras hasta bien entrado mayo y, posteriormente, el calor de finales de junio quemó brotes en algunas zonas y provocó paradas vegetativas. Todo ello desembocó en una cosecha más tardía y reducida de lo habitual.
En contraste, Castilla y León —principal productor del país— ha sido la comunidad que más ha incrementado su oferta en términos absolutos, a pesar del retraso en la siembra de la patata temprana debido también a las lluvias primaverales.
Sin duda, lo más destacable es que, en la serie histórica, la patata tardía supera por primera vez a la de media estación, que queda relegada al segundo lugar tras una tendencia claramente descendente durante la última década. Esta disminución de la patata de media estación —de 900 mil a 700 mil toneladas—, frente a la estabilidad de las variedades temprana y tardía, ha hecho que estas dos últimas cobren mayor relevancia en el conjunto de la producción nacional.
Oferta UE: de un inicio complicado a una situación final de exceso de oferta
En lo que respecta a la oferta del resto de productores de la UE, la campaña ha estado condicionada por dos escenarios climáticos principales. En primer lugar, la sequía que afectó al norte y centro de Europa durante la fase de siembra. En los principales países productores de la NEPG (North-Western European Potato Growers: Bélgica, Alemania, Países Bajos y el norte de Francia), muchas regiones sufrieron desde mediados de febrero un déficit hídrico histórico, lo que generó una creciente preocupación sobre la emergencia y el desarrollo inicial de las plántulas, dado que la humedad del suelo alcanzó niveles críticos.
Sin embargo, a pesar de estos desafíos iniciales, los informes de final de campaña del NEPG apuntan a que 2025 podría cerrar con una cosecha récord. Ello se debe, por un lado, al aumento de la superficie sembrada —con hasta 40.000 hectáreas adicionales en los cuatro países principales— y, por otro, a la mejora de las condiciones meteorológicas posteriores. Aunque la campaña comenzó con sequía, las condiciones para el desarrollo del cultivo fueron favorables en determinadas zonas y los rendimientos medios superaron la media de los últimos cinco años. La combinación de una mayor superficie y mejores rendimientos ha desembocado, finalmente, en un exceso de oferta. La situación de mercado bajo presión ha sido generalizada en todos los grandes países productores, con precios especialmente bajos para las nuevas superficies que fueron sembradas sin contrato previo.
Cotizaciones de la patata española
La campaña de patata 2025 en España ha mostrado una notable volatilidad de precios. Tras un inicio de año con cotizaciones elevadas, el mercado experimentó una caída generalizada que, en algunos casos, derivó en desplomes significativos, especialmente a medida que fue entrando la producción nacional de los distintos ciclos de cultivo.
En el caso de la patata extratemprana y temprana, las zonas productoras del sur y del litoral mediterráneo (principalmente Andalucía y Murcia) marcaron el arranque de la campaña. En mayo, los precios en origen comenzaron en niveles habituales, situándose en torno a 0,69 €/kg a principios de mes. Sin embargo, pronto iniciaron un descenso hasta aproximadamente 0,51 €/kg a mediados de mayo, continuando con una tendencia bajista durante el verano. Esta dinámica se vio agravada en agosto, cuando se produjo un desplome coincidiendo con el pico de recolección en determinadas zonas, lo que deterioró la situación del mercado, afectando por tanto especialmente a regiones como Castilla y León.
El incremento de la superficie plantada de patata extratemprana y temprana en 2025 también parece haber contribuido a la saturación del mercado en los meses centrales del año.
En cuanto a la patata de media estación y tardía, su evolución de precios estuvo profundamente condicionada tanto por las existencias remanentes de la campaña anterior como por la entrada progresiva de la nueva producción en regiones como Castilla y León. A comienzos de 2025, se registró un fuerte repunte de precios en lonjas relevantes —como la de León— debido, sobre todo, a problemas de calidad en la patata importada, lo que elevó el valor de la patata nacional almacenada. No obstante, conforme la cosecha principal (patata tardía) fue llegando al mercado durante el otoño, los precios retrocedieron, presionados por la superproducción mundial y la elevada oferta disponible a nivel nacional.
En términos generales se puede decir que la campaña se inició con buenos precios, pero se fueron deteriorando por la sobreoferta, especialmente en la UE.
La demanda nacional y el comercio exterior
El consumo total aparente (producción + importaciones − exportaciones) se ha reducido un 8,25 % respecto a la campaña anterior y alrededor de un 2,6 % en comparación con la media de los últimos cinco años. Esta disminución se explica principalmente por la fuerte caída de las importaciones, significativamente superior —en términos absolutos— a la reducción registrada en las exportaciones.
Una de las conclusiones más destacadas de esta campaña es la reducción del comercio de patatas. Aunque, en términos absolutos, la caída ha sido mayor en las importaciones que en las exportaciones, en términos relativos las exportaciones de patata y de sus derivados han experimentado descensos considerablemente más pronunciados.
Además, se observa que la disminución del valor del comercio de patata fresca ha sido superior a la caída del volumen. Esto refleja una reducción del precio unitario tanto en exportación como en importación, consecuencia del exceso de producto disponible en los principales mercados internacionales.
Esta disparidad entre la caída del valor y la del volumen se atenúa —e incluso se diluye— en el caso de los productos de patata procesada, que mantienen mejor su valor gracias al mayor valor añadido asociado a su transformación.
Si ponemos el foco en los principales proveedores de patata fresca de España, se observa una caída generalizada del precio de importación. La única excepción es Países Bajos, cuyo precio unitario se situó aproximadamente un 8 % por encima del registrado el año anterior.
El actor más relevante es sin duda Francia, quien a pesar de mantener prácticamente estable el volumen exportado a España, redujo sus ingresos un 20 % debido a la reducción en ese mismo porcentaje (20 %) del precio unitario respecto al ejercicio previo.
También muestran comportamientos interesantes otros países con un peso más moderado, pero igualmente significativo. Israel incrementó tanto el valor como el volumen de sus ventas, pese a una reducción del 6 % en su precio unitario. Por su parte, Países Bajos destaca por presentar el precio unitario más elevado del grupo y, además, por haberlo incrementado en comparación con el año pasado, lo cual le permitió aumentar sus ingresos, compensando la ligera reducción del volumen exportado.
Por otro lado, atendiendo a los datos del panel de consumo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el consumo de patata habría venido sufriendo una fuerte reducción en la última década al tiempo que se encarecía el precio unitario. Así, si en 2016 el consumo de patata total fue de 30,32 kg per cápita y el precio medio 0,84 €/kg, ocho años más tarde, en 2024, el consumo habría caído un 15 % hasta 25,79 kg per cápita y el precio subido un 60 % hasta 1,34 €/kg. En el caso de la patata fresca, el comportamiento del precio ha sido similar (+61 %), pero el consumo ha caído ligeramente por encima (- 22 %), obedeciendo a un ligero desplazamiento de la patata fresca en favor de la procesada que se observa también a nivel mundial.
Conclusiones y Perspectivas para la Campaña 2026
La campaña de patata 2025 en España se ha caracterizado por una notable complejidad productiva y comercial. Aunque la superficie cultivada aumentó un 10 % respecto al año anterior y se situó por encima de la media de los últimos cinco años, este crecimiento no se tradujo en una mayor disponibilidad de producto, debido a los retrocesos en las patatas tempranas y de media estación.
A nivel territorial, Galicia sufrió una caída significativa de la producción por la combinación de lluvias persistentes y olas de calor, mientras que Castilla y León consolidó su posición como principal motor de la oferta española pese a los retrasos iniciales en la siembra. En paralelo, la oferta europea evolucionó desde un inicio condicionado por la sequía hacia un cierre de campaña récord, impulsado por un aumento de superficie y rendimientos superiores a la media reciente en los países del NEPG. Esta abundancia de producto europeo, junto con el incremento de superficie en España, coincidió con una fuerte volatilidad de precios. Tras un inicio de año con cotizaciones elevadas, el mercado registró descensos generalizados, especialmente en verano, cuando la saturación de oferta deterioró notablemente las cotizaciones. La llegada de la patata tardía en otoño también presionó los precios a la baja en un contexto global de sobreproducción. En cuanto al comercio exterior, se produjo una caída significativa de su valor, reflejo de unos precios internacionales más bajos y de un mercado con exceso de disponibilidad de producto.
De cara a 2026, en España el sector en un principio preveía que se mantuviese la superficie, especialmente en las producciones tempranas. No obstante, el mal final de campaña puede hacer retraer la superficie y de hecho son numerosas las voces en el sector que desaconsejan plantar patata si no se tiene contrato previo. Por otro lado, en Europa, tras la superproducción de 2025, los productores del NEPG contemplan una reducción significativa de superficie para reequilibrar el mercado, mientras que el incremento de los costes de producción y la revisión a la baja de los volúmenes y precios contractuales por parte de la industria de procesado añaden presión sobre la rentabilidad. Las condiciones climáticas tampoco garantizan estabilidad, con episodios de lluvias excesivas que han retrasado labores de siembra y aumentado la exposición a riesgos invernales.
En conjunto, 2026 se presenta como un ejercicio de ajuste y transición. España podría volver a la senda de reducción de superficie bajo un clima de mayores costes y riesgos agronómicos, mientras que Europa avanzará previsiblemente hacia un escenario de contracción generalizado para corregir los desequilibrios de la campaña anterior. La evolución de los precios contractuales y la disponibilidad de agua serán factores determinantes para la rentabilidad del sector en la próxima campaña, haciendo que la planificación anticipada, la gestión eficiente de los recursos y el seguimiento de las tendencias europeas resulten claves para afrontar un año marcado por la prudencia y la adaptación.


