Control biológico de plagas en cultivos hortícolas bajo plástico

La agricultura se enfrenta a un futuro difícil debido a los efectos que el cambio climático va a tener sobre la incidencia de plagas, incrementando su presencia y favoreciendo su propagación.

Actualmente se observa que la mayoría de las plagas prolongan notablemente su actividad, estando presentes en todo el ciclo de cultivo. Para su control, existe el peligro de un mayor uso y abuso de plaguicidas, favoreciendo el desarrollo de resistencias, e incrementando los efectos negativos en la conservación de los insectos auxiliares, la biodiversidad, el medio ambiente, la calidad de los alimentos y la salud humana.

Para reducir este impacto, la agricultura debe hacer una transición completa a una agricultura climáticamente neutra con una drástica reducción del uso de productos fitosanitarios. Y es por ello, que las autoridades han establecido normativas dirigidas a conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios, con el objetivo de reducir en un 50% su uso de cara al año 2030. Desde la entrada en vigor del reglamento sobre uso sostenible de productos fitosanitarios, la gestión integrada de plagas no es una opción, sino una obligación en todas las explotaciones. 

Entre todos los métodos de control, la principal herramienta a tener en cuenta debe ser el control biológico, que se basa en el empleo de organismos vivos, de sus recursos o de sus productos para prevenir o reducir las pérdidas o daños causados por las plagas y se ve favorecido por la presencia de vegetación natural cerca de los cultivos, especialmente con plantas especialmente seleccionadas para fomentar la presencia de enemigos naturales de las plagas.

Este proyecto pone en práctica los protocolos de gestión integrada de plagas en los principales cultivos hortícolas, como tomate, pepino, calabacín, berenjena, fresa, sandía, melón y pimiento, para comparar diferentes sistemas de control biológico por conservación.