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Desde el inicio de los tiempos, el ser humano ha ido innovando en cada uno de sus procesos para obtener un mayor rendimiento en su trabajo. Esto es esencial para poder ser más competitivo y sobre todo para una permanencia en el futuro.
Para nuestros ancestros, la agricultura era un medio de supervivencia, de vital necesidad. Con la especialización surgió el excedente de producción, gracias al cual los agricultores podían cultivar para su unidad familiar y comerciar con vecinos para obtener otros productos que no cultivaban y así, el modelo agroalimentario ha ido evolucionando hasta nuestros días.
En la actualidad, nos encontramos en pleno siglo XXI con la existencia de la agricultura bajo plástico y el modelo almeriense de agricultura, con el invernadero solar, el cual está considerado el más sostenible del planeta ya que ahorra suelo, agua, fitosanitarios y energía.
Hoy en día la población mundial puede consumir casi cualquier fruta y hortaliza en cualquier fecha del año gracias al cultivo en invernadero. No obstante, dicha modalidad plantea unos retos futuros que sin duda están asociados a un mayor rendimiento y un menor uso de recursos, logrando llegar así al punto de producción más eficiente. Esto no es posible sin la ayuda de las nuevas tecnologías y la digitalización de los procesos.
En los invernaderos solares somos capaces de controlar el clima y la humedad en tiempo real desde nuestros teléfonos, gracias a programas informáticos que usan sensores puestos estratégicamente en los diferentes sectores del cultivo. Esto hace que sepamos en tiempo real lo que está pasando dentro de nuestros invernaderos y nos podamos adelantar en el caso de apreciar cualquier anomalía, evitando así pérdidas futuras de producción.
Hoy en día la población mundial puede consumir casi cualquier fruta y hortaliza en cualquier fecha del año gracias al cultivo en invernadero
El concepto de agricultura ecológica no varía indistintamente de que se produzca bajo invernadero o al aire libre. Se trata de producir alimentos sin la incorporación de productos fitosanitarios de origen químico ni fertilizantes de síntesis. Con ello se pretende:
En esta forma de cultivar adquiere gran importancia el suelo sobre el que se asienta la planta. Es por eso que requiere de un manejo agrícola previo a la plantación (labrado, abonado, etc.) y exige la rotación de cultivo entre las diferentes familias hortícolas:
Los invernaderos son cada vez más eficientes y sostenibles, de igual forma están altamente tecnificados para sacar el máximo rendimiento a la producción. Gracias a todas estas mejoras y al manejo cultural se puede ofrecer al mercado especialidades de tomate bajo las premisas de producción ecológica, con la calidad requerida y que destacan por su sabor, en épocas del año donde solo podemos producir bajo cubierta.
Técnicamente, en los invernaderos destacan los sensores para el control de los niveles de humedad en suelo, garantizar las dotaciones de agua adecuadas y regular el clima con la automatización de las ventilaciones del invernadero. Además, para el control de algunas plagas y enfermedades se dispone de sublimadores de azufre.
Aunque tal vez la mayor revolución tecnológica en los cultivos de invernaderos ha sido el control biológico de plagas. Sin duda, la agricultura requiere un control sostenible de plagas y esto se logró introduciendo insectos depredadores de estas. Por tanto, previamente al cultivo y durante toda la vida del mismo, se introducen insectos beneficiosos para mantener controlada la proliferación de especies que son perjudiciales para nuestras plantas.
Las soluciones biológicas al control de plagas se desarrollan como técnicas complementarias y sostenibles en el control integrado de las mismas. Se ha demostrado que el uso de parasitoides y depredadores naturales es una alternativa viable, rentable y sostenible frente al uso de plaguicidas químicos. Una de las especies más conocidas, Orius (Anthocoridae), se utiliza para controlar la densidad poblacional de los trips.
Sin duda, el futuro de la agricultura gira entorno a la especialización de variedades más productivas y sabrosas, la optimización de los recursos para masificar el rendimiento productivo y seguramente, el giro hacia una forma de cultivar ecológica más respetuosa y sostenible con nuestro entorno.
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