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Cooperativas, Ley de la Cadena y venta a resultas

03 November 2025
Cooperativismo
Economía Agroalimentaria
Dos agricultores caminando en el campo

03 November 2025

Mi amigo Xabier Iraola Agirrezabala (@xabieriraola) nos regala cada semana una entradilla sobre los problemas del sector agrario, con una lógica especial sensibilidad para Euskadi. Todas tienen interés, pero la titulada “La pregunta del millón” me ha interesado particularmente por la importancia del tema que plantea.

 

 

Sostiene Xabier que anda “bastante despistado con esta cuestión de las cooperativas, unas entidades, por otra parte, imprescindibles en un mercado como el actual, abierto, orientado a una cadena alimentaria cada vez más larga y complicada, donde la distribución organizada acapara el 80 % del mercado”.

Pero, como en el cuento El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen, el “despistado” acierta con la reflexión. En el cuento, es “el rey está desnudo”; en el caso de Xabier es “¿qué pasa con las cooperativas y la Ley de la Cadena?”. Y nos referimos tanto a la Ley de la Cadena española como a la reforma del Reglamento europeo que está en discusión ahora en Bruselas.

Entre las medidas principales de dicha reforma estarían —entre otros— el aumento del uso de contratos por escrito, que en dichos contratos se puedan utilizar referencias oficiales o de entidades que no puedan ser manipuladas por ninguna de las partes contratantes, y que el precio pagado cubra los costes efectivos de producción.

Vamos a dejar de lado, en esta entradilla, el tema de los costes de producción, sobre cuya determinación ya hemos contado en otros lugares todo el bien que pensamos de una cláusula tan imprecisa, confusa y fuente de confusión. Tiempo abra de volver sobre el tema.

La “excepción cooperativa”

Lo que quiere abordar ahora es la justificación —o no— de una “excepción cooperativa”. ¿Deben —o no deben— los socios firmar un contrato con su cooperativa, y este contrato debe —o no debe— incluir un precio que cubra los costes de producción?

Para encontrar una respuesta a esta pregunta, tengo antes que recorrer distintos peldaños en el camino. 

El contrato. Para mí, una cooperativa es una empresa. Si fuera una empresa privada, una SAT o una comunidad de bienes formada por cuatro hermanos, por ejemplo, nadie se preguntaría si hace falta un contrato entre los hermanos y la empresa. Como la cooperativa es una empresa, esta vez no de cuatro hermanos sino de sus socios, ¿por qué alguien pretende que se deba firmar un contrato?

El precio “justo”. De nuevo, a nadie se le ha ocurrido (al menos hasta ahora) meter sus narices en lo que acontece en una comunidad de bienes. ¿Por qué entonces esta tensión con las cooperativas?

Una respuesta legal. Nos la da, al menos en el caso español, un documento divulgativo del propio Ministerio que reza lo siguiente: “Cuando una cooperativa establezca, en base a sus estatutos o acuerdos, el procedimiento de determinación del valor del producto entregado por sus socios y el calendario de liquidación debe asegurarse que se cubren los costes asumidos por los productores, pues ese es uno de los objetivos principales de la Ley”.

Una queja con sentido. En mercados en los que compiten las cooperativas y el comercio privado, como por ejemplo el de los cítricos, es frecuente desde estos últimos quejarse que sus competidores “venden a resultas”. Por lo tanto, sostienen algunos desde el comercio privado, pueden tener más margen para bajar los precios de venta y, con ello, destruyen valor para el conjunto de los productores. El tema de estas ventas lo plantea en Twitter @LlucMercade.

El valor de las cooperativas (1). Una de las conclusiones del estudio sobre las cooperativas europeas coordinado por la Universidad de Wageningen y financiado por la Comisión Europea, es que en las regiones en las que las cooperativas son más fuertes, los precios medios percibidos por todos agricultores son más elevados que en las otras. 

Estudio sobre Competitividad de las Cooperativas Europeas - Universidad de Wageningen

¿Una paradoja? Pero, este mismo estudio concluye también que, en las regiones con mayor peso cooperativo, los precios percibidos por los socios de las cooperativas son algo menor de los que reciben los que venden al comercio privado. 

Una explicación. Los autores del estudio mencionado ofrecen una explicación a lo que podría parecer una paradoja. Las cooperativas están obligadas a hacerse cargo de toda la producción de sus socios, mientras que el comercio privado puede escoger sus suministradores y limitarse a la parte de la producción que le interesa.

El valor de las cooperativas (2). Según el mismo trabajo, a la pregunta de por qué comercializan sus productos por las cooperativas, la primera respuesta de los socios es la seguridad de los cobros, mencionando casos en el pasado de operadores privados que han desaparecido dejando a deber cantidades importantes a los agricultores.

La necesaria profesionalidad. Si una empresa, cooperativa o no, malvende sus productos, no solo no está cumpliendo su obligación social, sino que demuestra una falta de profesionalidad en su gestión. 

La falta de dimensión. Si una empresa, cooperativa o privada, vende peor que sus competidores, también puede ser que tenga una fuerza de mercado, una dimensión, insuficiente para trabajar en el mercado en el que comercializa y menor que la de sus competidores.

La “crueldad” del mercado. Estas empresas menos eficientes acaban despareciendo tarde o temprano ante la “crudeza” del mercado, al ser abandonadas por los agricultores que les confiaban sus producciones.

¿Una “ventaja” de las cooperativas? Es verdad que, en este proceso de muerte —o asesinato— comercial, las cooperativas tienen más capacidad de resistencia al poder repercutir más fácilmente sus ineficiencias en las liquidaciones a los agricultores. Pero, incluso en este caso, estos últimos acaban abandonándolas voluntariamente, u obligados tras una quiebra.

Un desfase negativo. Es verdad que este desfase temporal en el ritmo de la agonía empresarial entre cooperativas y comercio privado puede tener consecuencias, transitorias pero reales, y distorsionar el mercado.

La necesaria profesionalización. Esto nos lleva a una primera conclusión: la necesidad de una gestión profesional de las empresas. Las evidencias de las que dispongo me hacen escribir que esta carencia me parece más frecuente en las cooperativas que en el comercio privado.

Una propuesta interesante. En el mismo estudio se encuentra otra observación pertinente. Las grandes cooperativas que funcionan bien, con gran profesionalidad, suelen contar con consejeros independientes en sus consejos rectores.

La necesaria dimensión (1). No abogo por la dimensión por la dimensión, por las grandes empresas frente a las pequeñas. Todo depende del mercado en el que trabajen. He conocido una pequeña cooperativa de productores de champiñón ecológico en el centro de Francia con una dimensión perfectamente adaptada a su producto y a su mercado.

La necesaria dimensión (2). Pero para trabajar en los mercados globales —España exporta la mitad de su producción agraria—, el tamaño sí que importa.

Otra queja con sentido. Xabier Iraola apunta a la actitud de algunas cooperativas y de algunos directivos que juegan con un proyecto colectivo como si fuesen empresarios particulares; pero no quisiera dejar de apuntar que, unos y otros, hacen y deshacen porque los socios, o parte de ellos, por dejación de responsabilidades, se lo permiten.

La importancia de la gobernanza. El reto, nada sencillo, es cómo hacer compatible la necesaria dimensión con el mantener el control de la cooperativa en manos de los socios y no del equipo directivo —lo que acontece también en empresas privadas y en los bancos—, el sentimiento de pertenencia a la cooperativa y su anclaje en el territorio. 

Otra propuesta interesante. Siguiendo con la misma mina de datos que ya hemos comentado, los autores del informe señalan una buena práctica en grandes cooperativas —a veces plurinacionales—: la realización de asambleas locales y el disponer de animadores también locales que trabajen sobre el terreno de una manera descentralizada.

El Plan Estratégico del Cooperativismo Agroalimentario de España 2025-2028. Las cooperativas son muy conscientes de los retos a los que me acabo de referir, como se puede comprobar analizando la evaluación del Plan Estratégico del Cooperativismo Español 2021-2024 que realiza Cooperativas Agro-alimentarias y su Plan Estratégico 2025-2028 (PECOOP).

Plan Estratégico del Cooperativismo Agroalimentario 2025-2028

Del dicho al hecho. Ya lo dice el refrán, va mucho trecho. Pero una potencia agraria como España debe tener un sector agrario organizado compitiendo por hacer las cosas bien, colaborando por ejemplo en un marco interprofesional, negociando con los otros actores de la cadena para construir y añadir valor y conseguir una distribución equilibrada de este valor.
 

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