
29 September 2025
Un estudio publicado en la revista Science advierte que las metas fijadas por la Unión Europea para frenar la desaparición de polinizadores (como abejas, abejorros y mariposas) no son suficientes para garantizar su supervivencia. Estos insectos desempeñan un papel esencial en la conservación de la biodiversidad y en la sostenibilidad de la producción agrícola.
La investigación, en la que han participado científicos de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC), propone ampliar la superficie de hábitats naturales dentro de las zonas agrícolas, mejorar su calidad ecológica y asegurar su permanencia a largo plazo.
Según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Estrategia de Biodiversidad de la UE contempla que al menos el 10 % de la superficie agraria esté ocupada por elementos paisajísticos diversos antes de 2030. Entre ellos se incluyen setos, árboles no productivos, franjas de protección, estanques y muros de terraza.
Sin embargo, los autores del estudio consideran que ese porcentaje es insuficiente. Tras analizar 59 estudios realizados en 19 países, concluyen que las abejas solitarias requieren al menos un 16 % de hábitat natural, los abejorros un 18 % y las mariposas hasta un 37 % para mantener poblaciones saludables.
Más hábitat, más polinizadores
Los resultados del estudio muestran una correlación directa entre la cantidad de hábitat natural en zonas agrícolas y la presencia de polinizadores. Además, los espacios con mayor diversidad floral albergan más insectos, aunque los investigadores advierten que la calidad del hábitat no puede compensar por completo la falta de superficie disponible.
"El problema no se resuelve solo con hábitats de alta calidad si no se alcanza un mínimo de extensión", señala Ignasi Bartomeus, uno de los investigadores del estudio. Por ello, el equipo recomienda priorizar la expansión de estos espacios antes que su gestión intensiva en pequeñas parcelas.

Medidas temporales no bastan
El estudio también pone el foco en la necesidad de garantizar la durabilidad de los hábitats naturales. En la actualidad, muchas de las iniciativas europeas se basan en medidas temporales, como la creación de franjas de flores silvestres junto a los cultivos, que si bien generan aumentos puntuales en las poblaciones de polinizadores, no ofrecen soluciones sostenibles.
Bartomeus subraya que en cultivos como los frutales es posible compatibilizar biodiversidad y productividad, pero en otros más intensivos, como el girasol, se requieren incentivos económicos para que los agricultores destinen parte de sus tierras a conservar la biodiversidad.
Por ello, los investigadores insisten en la necesidad de establecer mecanismos de apoyo estables para el sector agrícola, que permitan avanzar hacia un modelo más respetuoso con los ecosistemas sin comprometer la viabilidad económica de las explotaciones.