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Eduardo Moyano EstradaDoctor ingeniero agrónomo y sociólogo
12 min

La Tierra, en blanco y negro

07 July 2025
Sostenibilidad
Desarrollo Rural
El fotógrafo Sebastiao Salgado

07 July 2025

Para mi amigo brasileño Antonio César Ortega,
economista y fotógrafo
 

El pasado mes de mayo fallecía en París a los 81 años el fotógrafo brasileño Sebastião Salgado (premio Príncipe de Asturias 1998 y de la Fundación Hasselblad 1989, y miembro de la Academia francesa de Bellas Artes). Su obra se ha caracterizado por el uso preferente del blanco y negro para fotografiar nuestro planeta, tanto la naturaleza, como a los seres vivos que la habitan, incluyendo el ser humano en toda su rica diversidad.

La obra de Salgado siempre me ha conmovido, despertando en mí sentimientos similares a los que me produce la poesía: emoción, dolor, placer, belleza, inquietud, reflexión, ternura... En este sentido puede decirse que sus fotografías son como poemas en blanco y negro que te atrapan desde el momento mismo en que las contemplas, dejándote una huella indeleble en el corazón.

Hace unas semanas encontré, en los expositores de entrada de la Biblioteca Pública 'Grupo Cántico' de Córdoba, el libro De mi tierra a la Tierra (La Fábrica, 2023, versión española), en cuya cubierta había precisamente un retrato con el rostro del fotógrafo brasileño. Es probable que el personal encargado de seleccionar, con un excelente gusto, los libros que se exponen en el anaquel, eligiera ese libro en recuerdo del artista recientemente fallecido.

 

Cubierta del libro 'De mi tierra a la Tierra'

 

Lo cogí para echarle un vistazo, descubriendo un texto delicioso de apenas un centenar de páginas. En él, la periodista francesa Isabelle Francq escribe las memorias de Sebastião Salgado, tras largas conversaciones con el artista. El libro, publicado en francés en 2013, incluye algunas de las más conocidas fotografías de Salgado, dándole al texto una viveza que, sin ellas, no tendría.

Las memorias se inician con unas reflexiones que son en sí mismas un modo de entender la fotografía. "A quien no le guste esperar —afirma— no podrá ser fotógrafo", añadiendo "que hay que tener la paciencia de esperar lo que va a ocurrir… de saber disfrutar del placer de la paciencia". "Porque el fotógrafo sabe que va a presenciar algo inesperado" cuando todos los elementos se conectan entre sí "en un momento dado: las personas, el viento, el árbol, el fondo, la luz". 

Por eso, para Salgado el fotógrafo debe fundirse con el paisaje, formando parte del fenómeno que fotografía.

 

Orígenes, activismo político y vocación económica

Salgado nació en 1944 en el municipio de Aimorés, situado en el ancho Vale do Rio Doce, en el estado de Minas Gerais, en el seno de una familia de medianos hacendados de ganadería extensiva. Allí vivió su infancia y adolescencia en contacto directo con la naturaleza, entre mágicos amaneceres y ocasos, en paisajes agrestes y de foresta, entre cielos impregnados de luces y de sombras, que, en opinión del propio Salgado, marcarían su relación futura con la fotografía.

Su familia tenía recursos suficientes como para permitirle estudiar bachillerato e incluso para ir a la Universidad de Vitoria (en el estado de Espirito Santo). Allí inició los estudios de Derecho, que pronto abandonaría por los de Economía, la disciplina de moda entonces en Brasil en el marco del proceso de modernización desarrollista durante el Gobierno de Kubitschek (1956-1961).

En Sao Paulo, adonde marchó para finalizar su licenciatura en Economía, fue un activo estudiante contra la dictadura implantada por el golpe de Estado de 1964 del general Castelo Branco que derrocó al presidente constitucional Joao Goulart, y que durará 20 años. En esos primeros años de dictadura, Salgado militará en diversas organizaciones de izquierda (sobre todo, en las influidas por el castrismo y la revolución cubana e inspiradas en la teología cristiana de la liberación).

En 1969 se exiliará a París, junto a su novia, y futura esposa, Lélia Warnick, para realizar estudios de postgrado en Economía, y ella de Arquitectura. París era entonces el centro del mundo de los refugiados políticos, y allí ambos entraron en contacto con otros brasileños emigrados y con gente que huían de la represión política en sus respectivos países (incluidos refugiados de los países comunistas del Este europeo).

Su profesión de economista y su condición de brasileño le llevaron a trabajar en la prestigiosa Asociación Internacional del Café, con sede en Londres, adonde se trasladó por algunos años. A través de dicha asociación, Salgado colaboró con el Banco Mundial y la FAO en varios proyectos de diversificación productiva dirigidos a algunos países africanos, lo que le dio la oportunidad de viajar a Ruanda, Burundi, Uganda, Kenia y Zaire. 

En esos viajes descubrirá África, un continente que tendrá siempre grabado como su segunda patria y en el que encontrará muchas similitudes con su tierra brasileña. “Allí, me encontré en seguida en terreno conocido… No soy como un francés en África: nuestras formas de vida se parecen, tenemos maneras parecidas de alimentarnos, de hablar, de divertirnos… Mi historia está completamente vinculada a este continente”, dice en una parte de sus memorias.

Sus dudas sobre el modo como el estalinismo estaba aplicando el ideal comunista se convirtieron en total decepción tras un viaje a Praga y a la RDA, donde descubrió las miserias morales y políticas de los regímenes estalinistas. A partir de entonces, Salgado colaborará con el mundo de las ONG, donde veía de forma más tangible los resultados de sus acciones en pro de la cooperación al desarrollo y de ayuda a refugiados e inmigrantes.

El descubrimiento de la fotografía

Cuenta en sus memorias que la vocación de fotógrafo le llegó casi de casualidad, mientras ayudaba a Lélia en su proyecto de arquitectura y urbanismo fotografiando edificios y espacios urbanos. Esa experiencia fue para él como una epifanía, pues le hizo descubrir que tenía ciertas habilidades para la fotografía, además de disfrutar haciendo fotos con un gozo que no experimentaba redactando los sesudos informes de economía para la asociación internacional en la que trabajaba.

El impacto que experimentó con la fotografía fue de tal calibre que decidió abandonar su profesión de economista para dedicarse en cuerpo y alma a su nueva vocación, regresando a París. Ya no hubo en su vida más informes que redactar ni más estadísticas que manejar, sino solo observación, encuadres y búsqueda de luz para captar con su cámara Leica las imágenes que deseaba fotografiar, siempre en blanco y negro.

Todo empezó en serio en un viaje que hizo con Lélia a Níger en 1973, en un proyecto de cooperación con el CCFD (Comité Católico contra el Hambre y por el Desarrollo) y la CIMADE (una ONG de ayuda a los refugiados). En ese viaje realizó un reportaje fotográfico sobre las zonas afectadas por la sequía, siendo seleccionada una de sus fotos (una mujer indígena llevando un cántaro sobre la cabeza) para ilustrar la campaña del CCFD La terre est à nous ('La tierra es nuestra'). 

 

Fotografía de Salgado para la campaña 'La terra est à nous'

 

Ello significó que dicha fotografía se difundiera como póster en todas las iglesias y casas parroquiales de Francia, así como en las sedes de algunos sindicatos, lo que le dio a Salgado una notoriedad que jamás había pensado cuando inició su primer viaje como fotógrafo por el África subsahariana.

Su compromiso social

Según señala en sus memorias, el entorno de inmigrantes y refugiados en que vivió en sus años jóvenes en París, cuando él y Lélia eran también exiliados políticos, y la estrecha colaboración que mantuvieron con ONG relacionadas con ese mundo, es lo que explica el compromiso social de su obra, entendido como algo natural, no buscado de forma explícita

Señala, además, que el hecho de no pertenecer al mundo occidental desarrollado, sino venir de un país del Sur como Brasil, le evitó cargar con el sentimiento de culpa que suele ser habitual en los europeos cuando se acercan a la realidad de la pobreza y el subdesarrollo, dándole a su mirada una libertad que no veía en otros colegas de la profesión.

Además, reconoce Salgado que su formación en economía le ayudó a convertir “el placer del instante” que proporciona la fotografía, “en proyectos a largo plazo”, siendo este un factor fundamental en su carrera como fotógrafo documentalista. Señala también que su amplia formación en ciencias económicas le ayudó a comprender mejor la realidad del país al que llegaba, permitiéndole ubicar las imágenes en su contexto social e histórico

Tal como él mismo reconoce, la fotografía "es una pasión porque amo la luz, pero es también un lenguaje", similar al del escritor; pero, en su caso, utilizando imágenes en vez de palabras. Por eso afirma que, cuando empezó como fotógrafo, quería ir a cualquier sitio al que le condujera su curiosidad, donde la belleza le conmoviera, "pero también allí donde se cometiera una injusticia social para poder contarla".

 

Salgado: Mining (1986)

'Mining, Brazil' (1986).

Su proyección internacional

La aceptación que fue adquiriendo su obra fotográfica le abrió las puertas de diversas revistas de prestigio internacional (Paris Match, Newsweek, Stern, El País semanal…) que, a partir de entonces, le encargaron reportajes en los lugares más recónditos, bien en zonas de guerra o en regiones asoladas por las grandes hambrunas.
Eso le llevó a visitar más de un centenar de países con sus cámaras al hombro y con su pesada carga de material fotográfico. Para un brasileño como él, acostumbrado a las distancias tan inmensas que separan los pueblos y regiones de Brasil, viajar era algo que tenía tan interiorizado, que, según reconoce en sus memorias, no le suponía grandes esfuerzos, algo que nos resulta siempre extraño a los europeos, habituados como estamos a desplazamientos más cortos.
Su creciente notoriedad le llevó a trabajar de forma permanente en prestigiosas agencias de fotografía, como Sygma y Gamma (donde estuvo cinco años, entre 1975 y 1979), antes de integrarse en Magnum, el no va más de la fotografía a nivel internacional, donde estuvo quince años. La ley de amnistía de 1979 le permitió volver a Brasil, redescubriendo su país, sus paisajes, su gente, con la mirada de la fotografía. Salió como economista y regresó, diez años después, como fotógrafo.
Más tarde, en 1994, junto con Lélia, madre ya de sus dos hijos, además de su más estrecha colaboradora, crearon su propia agencia de fotografía Amazonas Images. Allí realizarían sus más importantes proyectos, cada uno de ellos con su propio eje conductor: Éxodos (sobre el mundo de la inmigración y los desplazados), La mano del hombre (sobre el papel desempeñado por el trabajo en la transformación de la naturaleza), Otras Américas (una amplia mirada a Latinoamérica y los movimientos sociales), Terra (sobre el MST de los campesinos sin tierra), Génesis (sobre paisajes y entornos naturales aún conservados), Amazonas (sobre ese inmenso espacio natural en el corazón de Brasil)…

Su apuesta por el blanco y negro

Todos esos reportajes no son una yuxtaposición de fotos aisladas, sino relatos fotográficos integrados en proyectos de varios años. En ellos utiliza el blanco y negro, por ser el lenguaje en el que Salgado se siente más cómodo para transmitir sus emociones.

La belleza del color, de los azules y los rojos, afirma, es tal que se vuelven "más importantes que todas las emociones contenidas en la fotografía", mientras que con el blanco y negro, y con toda la gama de gris, soy "capaz de concentrarme en la densidad de las personas, sus actitudes, sus miradas, sin que el color las parasite". 

Reconoce que el blanco y negro es una abstracción, pues la realidad no es así, sino que está llena de color; pero cuando miramos una imagen en blanco y negro, afirma, nos penetra con una fuerza tan descomunal, que "la digerimos y, de forma inconsciente, la coloreamos" a nuestro modo, en un ejercicio de total libertad. Es en este sentido de la abstracción en el que, desde mi punto de vista, la fotografía en blanco y negro de Salgado tiene mucho de poesía.

Su opción preferente por el blanco y negro no le impidió asimilar la revolución digital, reconociendo en ella múltiples ventajas. Entre ellas, cabe destacar, tal como señala en sus memorias, la seguridad y mejora de la calidad del revelado, y el hecho de liberarse de la carga de casi 30 kilos de peso del material fotográfico y de los cada vez más engorrosos controles de seguridad en los aeropuertos; a lo que habría que añadir la importancia de reducir la contaminación al eliminarse los fijadores y plásticos que implicaba lo analógico.

Para Salgado, siempre tan práctico, pasar de lo analógico a lo digital no ha sido ningún trauma, ni le ha supuesto renuncia alguna, sino solo cambiar de soporte físico sin menoscabar, según afirma, un lenguaje fotográfico que sigue siendo el mismo de cuando comenzó.

 

Sahel (Sebastiao Salgado)
'Sahel'.

El Instituto Terra

Como una forma de devolver a la naturaleza lo que ella les ha dado, Sebastião Salgado y Léila Warnick crearon en 1999 el Instituto Terra, un proyecto ubicado en las tierras de su familia del Vale do Rio Doce y dirigido a reforestar esa amplia zona con el objetivo de plantar 50 millones de árboles de 300 especies diferentes. Es un proyecto que sigue hoy en marcha aún después del fallecimiento del fotógrafo. 

Es un modo de contribuir, en definitiva, a la lucha contra la pérdida de biodiversidad y de hacer realidad sobre el terreno, aunque sea en pequeña escala, las emociones sentidas en sus más de 50 años dedicados al mundo de la fotografía.

De sus orígenes en las tierras del estado brasileño de Minas Gerais, y tras un apasionante viaje con su cámara por nuestro planeta, Sebastião Salgado nos ha regalado, en estrecha colaboración con Lélia, un conjunto de imágenes de gran lirismo. Son imágenes que no solo permiten contemplar las maravillas de la naturaleza, sino que también nos invitan a reflexionar sobre su fragilidad y sobre la diversidad de su organización social.


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