

30 July 2025
La campaña 2025 se perfila con unas perspectivas muy positivas desde el punto de vista productivo, gracias a unas condiciones meteorológicas especialmente favorables tanto en España como en gran parte del hemisferio norte.
En este contexto, se estima que la cosecha nacional podría alcanzar los 25,8 millones de toneladas, lo que la convertiría en una de las mejores de los últimos años. Cabe destacar, además, que la mejora ha sido especialmente notable en los secanos menos productivos, lo que refuerza la percepción general de una campaña sólida y equilibrada.
En este artículo se recogen las principales conclusiones del webinar que organizó Plataforma Tierra el pasado 22 de julio
Pese a la buena cosecha, España sigue siendo un país deficitario en cereales, y esa condición hace que el precio lo siga marcando el puerto. Esta situación, unida a la competencia con otras fuentes de abastecimiento global —en especial el maíz de terceros países—, limita el margen de influencia de los productores nacionales sobre la formación de precios. De hecho, se estima que será necesario importar entre 12 y 13 millones de toneladas adicionales para satisfacer la demanda interna.
Precisamente, la abundante cosecha en el hemisferio norte anticipa una buena disponibilidad de grano al menos hasta diciembre, lo que ya está teniendo un impacto directo en los precios, presionándolos a la baja.
Esta situación ha comenzado a provocar retenciones en el mercado nacional, cerrándose menos contratos de los esperadas, ya que algunos operadores prefieren esperar a condiciones más favorables para la venta. Aun así, se siguen cerrando operaciones, algunas de ellas ligadas a herramientas de gestión de riesgo, aunque su uso aún no esté generalizado.
En paralelo, la demanda de piensos se mantiene elevada, y todo indica que este será el segundo año con mayor volumen de producción de pienso industrial en España. Sin embargo, este contexto de fuerte oferta y demanda convive con una gran incertidumbre, alimentada por factores políticos y económicos a nivel global que siguen afectando el comportamiento de los mercados agroalimentarios.
Otro aspecto destacado es la necesidad creciente de transparencia en el mercado, especialmente en lo relativo a las disponibilidades de grano, tanto en origen como en destino. Sin embargo, alcanzar este objetivo sigue siendo complicado, dada la falta de mecanismos ágiles y fiables de información compartida.
El marco internacional también sigue siendo determinante. La evolución del conflicto en Ucrania y las relaciones comerciales con este país continúan afectando el suministro de materias primas. No se descarta que el acuerdo actual no se renueve a partir de diciembre, lo que podría alterar el equilibrio de suministros.

A esto se suma el impacto de las nuevas normativas europeas en materia de sostenibilidad y deforestación, que podrían representar una carga adicional para los productores, así como la compleja aplicación de leyes como la de la cadena alimentaria, que muchos agentes del sector consideran excesiva y desequilibrada.
Por último, el futuro de la Política Agraria Común (PAC) sigue siendo motivo de preocupación. La posible reducción de su presupuesto podría comprometer seriamente la producción nacional y la viabilidad económica de muchas explotaciones agrícolas.

En definitiva, aunque la campaña se perfila como muy buena en términos de producción, se enfrenta a importantes desafíos estructurales y coyunturales que requerirán una respuesta estratégica y coordinada por parte del conjunto del sector.
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