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La Unión Europea contra la comercialización asociada a deforestación. ¿Una estrategia equivocada?

Economía Agroalimentaria
Sostenibilidad
Deforestación en Campeche, Mexico

11 August 2023

El pasado 31 de mayo la Unión Europea aprobó el Reglamento (UE) 2023/1115 del Parlamento Europeo y del Consejo, relativo a la comercialización en el mercado de la Unión y a la exportación desde la Unión de determinadas materias primas y productos asociados a la deforestación y la degradación forestal. 

Ante esta Ley, me siento como el alumno novato que entra por primera vez a la clase y observa que la teoría que el profesor expone tiene un error de concepto que la invalida. Atreverse a decirlo puede dar lugar a respuestas diversas pero todas ellas generan inquietud. 

Nos referimos a un tema de gran importancia. El propio Reglamento UE nos facilita los datos impactantes del problema. Desde 1990 al año 2020 se han deforestado en el mundo 420 millones de ha, nada menos que el 10 % del bosque actual. 

La gravedad de este dato viene determinada por la importancia de las funciones ecosistémicas y los servicios ambientales, sociales y económicos del bosque, teniendo en cuenta que el bosque contiene la mayor parte de la biodiversidad del planeta. 

La deforestación es la causa del 11 % de las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI), además de producir graves disrupciones sociales y económicas que afectan especialmente a poblaciones indígenas. La Unión Europea constata que es importador de productos que proceden de tierras recientemente deforestadas. 

En este sentido, ha identificado los principales productos que puedan tener este origen. El listado con su porcentaje de participación es el siguiente: palma aceitera (34 %), soja (32,8 %) madera (8,6 %), cacao (7,5 %), café (7 %), bovino (5 %) caucho (3,4 %). En base a esta información se ha establecido la nueva normativa para evitar que las importaciones europeas de estos productos procedan de bosques deforestados.

La Comisión Europea ha dedicado muchos esfuerzos para conseguir un redactado perfecto que contemple todos los detalles imaginables para controlar el comercio de “determinadas materias primas y productos asociados a la deforestación y la degradación forestal”. 

Sin embargo, en este sentido, Manuel Lainez se pregunta: ¿y ahora qué? En su incisivo artículo se interroga sobre la pertinencia de la norma, su gran complejidad burocrática y los costes que ello supone que solo puede derivar en incremento de costes y nuevas dificultades para el sector agroalimentario en general. 

Un aspecto de especial preocupación es el encadenamiento del proceso de control a lo largo de la cadena. De tal manera, tal como expone este autor, cada vez que un ganadero español de terneros vaya a vender sus terneros a un cebadero deberá demostrar que sus vacas no deforestan porque los productos con los que se alimentan no proceden de desforestación en algún lugar del globo. 

Asimismo, la aplicación de esta ley generara costes diferenciales con los otros países que no apliquen este riguroso control con las consiguientes mermas de competitividad para el producto europeo.

En mi opinión, la Unión Europea se ha equivocado de estrategia, porque se ha equivocado de causa de deforestación

Consecuentemente, al perseguir a falsos enemigos, el Reglamento puede derivar en un acto más de greenwashing que pueda tranquilizar a algunos con la falsa conciencia del deber hecho. 

Si bien el Reglamento ofrece impactantes y clarificadores datos sobre el problema, algo que merece toda la preocupación y urgencia de mejora, pero no acierta en la estrategia reparadora

La raíz del problema

La causa de la deforestación no es un producto u otro, las causas son, por una parte, las prácticas inadecuadas de explotación forestal que no atienden los ritmos de crecimiento natural, pero, sobre todo, es la demanda global de producción agrícola, ya sea para producir alimentos (alimentación humana o animal), agrocarburantes, productos textiles u otros. 

Pongamos un ejemplo, imaginemos que una mejora del nivel de vida del Centro de África genera una demanda importante de lentejas. Para atender esta demanda en España se transforman 5.000 ha de maíz que se substituye por campos de lentejas. 

Sin embargo, dado que la demanda de maíz sigue estable se importa el maíz equivalente de Brasil, el cual tiene toda la tierra agrícola ocupada. Para atender esta demanda alimentaria en Brasil se ocupan (deforesta) 5.000 ha para producir maíz. El ejemplo es seguramente excesivamente simple, pero la pregunta pertinente es: ¿Quién deforesta, las lentejas o el maíz? En mi opinión ni el uno ni el otro, deforesta el incremento de demanda agrícola global, a partir del incremento de la población y de la mejora de las dietas alimentarias. Al llegar a esta conclusión las estrategias deben ser muy diferentes.

La estrategia

Las estrategias contra la deforestación deben dirigirse a las verdaderas causas. A nivel teórico, se trataría, en primer lugar, de impedir que se produjera deforestación. Pero ello, ante una demanda creciente, comportaría tensión en los mercados e inflación subsiguiente. Es decir que la estrategia debe considerar dos aspectos. Por una parte, se debe evitar la desforestación. Pero, por otra parte, hay que actuar para reducir la demanda de suelo agrícola.

A nivel teórico perseguir la deforestación parece sencillo. Se disponen de herramientas de inteligencia artificial y teledetección precisas que pueden alertar al momento los procesos de deforestación ilegales. Pero el camino entre la teoría y la realidad requiere acuerdos globales, una acción solidaria contra la desigualdad y las compensaciones pertinentes. 

Si el mundo necesita evitar la deforestación debe asumir el coste de oportunidad correspondiente. Cuando estoy redactando este artículo se está celebrando en Brasil la Cumbre Amazónica 2023, esta cumbre forma parte de todas aquellas que deben celebrarse para llegar a acuerdos reales y operativos. 

A nivel mundial, las Cumbres del Clima deben ser el marco global para alcanzar estos acuerdos. La próxima Cumbre del Clima de Naciones Unidas de 2023 (COP28), se celebrará del 30 de noviembre al 12 de diciembre en Dubai (Emiratos Árabes Unidos).

Pero al mismo tiempo hay que actuar para la reducción de la demanda. Veamos algunas de las iniciativas posibles y necesarias:

  1. Reducir progresivamente la producción de agrocarburantes. Probablemente, esta es la principal causa de deforestación a nivel global. Su ínfima aportación en sustitución de combustibles fósiles no justifica su producción. La alternativa para el suministro energético está en otras energías renovables u otras fuentes no emisoras de GEI. Olivier de Shutter, anterior relator de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación llegó a considerar los agrocarburantes como un crimen contra la humanidad.
  2. Planificar a largo plazo la explotación forestal controlando técnicamente los ciclos productivos de la madera en función del crecimiento de los bosques. 
  3. Apostar por un consumo alimentario dietéticamente más equilibrado, incrementando la aportación vegetal en la dieta.
  4. Intensificar la producción agrícola. Básicamente con tecnología y regadío a fin de producir más con menos uso de tierra agrícola. 
  5. Avanzar en alternativas alimentarias no competitivas con el suelo agrario (insectos, algas, hongos, cianobacterias…). 
  6. Políticas demográficas basadas en el desarrollo cultural, social y económico de la población mundial y medidas efectivas contra la desigualdad.

La aplicación del reglamento a partir de 30 de diciembre de 2024 derivará en toneladas de burocracia con elevados costes administrativos y mayor decepción entre los agricultores. 

Este es el punto más débil de la Ley, una enorme factura de costos burocráticos que recaen completamente sobre las espaldas del agricultor. Unos costes elevados para obtener unos resultados muy discutibles, dadas las dificultades de control y la facilidad para evitarlos. 

Queda algo de tiempo para la reflexión y posible corrección.

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