
28 October 2025
El pasado 21 de octubre, la Comisión Europea presentó su “Estrategia para el Relevo Generacional en la Agricultura”.
El diagnóstico es conocido y claro: en 2020, la edad media de los agricultores en la Unión Europea era de 57 años, y solo el 12 % tenía menos de 40 años. De este grupo más joven, solo el 2,5 % eran mujeres.
En ella no encontrara ningún análisis de porqué y cómo hemos llegado a esta situación y ninguna evaluación de las políticas seguidas al respecto hasta ahora.
La primera propuesta de la Comisión para estimular la jubilación anticipada de los agricultores mayores es del 20 de abril 1970. Dos años después, el Consejo de Ministros aprobó la Directiva 72/160. Luego vino el Reglamento 798/85, y en cada una de las reformas de la PAC se introdujeron medidas para favorecer la instalación y el relevo generacional.
Todo esto sin olvidar que, incluso antes del año 1972, varios Estados miembros fundadores, en primer lugar Francia, ya tenían una política nacional al respecto.
Evaluar las políticas antes de cambiarlas es una práctica desgraciadamente poco frecuente pero de gran utilidad. Permite aprender de los errores, y aciertos pasados, para no repetirlos, o generalizarlos.
Un error de base
Permítanme expresar el que es, a mi juicio, el error de base —desgraciadamente, no el único— de las políticas seguidas hasta ahora. Están basadas en la convicción de que el relevo generacional se alcanza consiguiendo que un significativo número de hijos de agricultores sean agricultores. Es como si quisiéramos renovar a los enseñantes promoviendo que los hijos de catedráticos sean catedráticos.
Ocurre que los hijos de agricultores quieren ser lo que quieran, como los hijos de catedráticos. Unos quieren ser agricultores y otros quieren ser otras muchas cosas diferentes.
Una parte de los agricultores del futuro serán hijos de agricultores. Otra parte tienen que venir de hijos de padres con otras profesiones, como ocurre en todos los restantes sectores económicos. Esta movilidad se enfrenta a varios obstáculos.
Otros obstáculos
Vamos a explicitar algunos, sin ánimos de ser exhaustivos ni de marcar un orden de prioridad o prevalencia. Algunos de ellos han sido descritos en el documento de la Comisión.
El primero es el desconocimiento, por parte de la población urbana, de lo que es hoy en día la actividad agraria, una profesión y una agricultura modernas en donde se unen los saberes tradicionales con las nuevas tecnologías.
Otro es la mala imagen que da el propio sector, cuando un gran número de veces lo que se comunica desde el campo son únicamente crisis, ruinas, abandonos, suicidios y malestar.
Además, la agricultura de hoy requiere de conocimiento y formación, acompañamiento y asesoramiento. ¿Tenemos disponible suficiente formación profesional agraria de calidad? ¿Dónde se encuentran ubicados estos centros de formación? ¿En el medio rural o en el medio urbano, allí donde están las reservas potenciales de futuros agricultores no ligados familiarmente al sector?
Los mal llamados “derechos” de la PAC —como si alguien tuviera derecho per se y para siempre a recibir ayudas públicas— son otro factor que frena la incorporación. De hecho, las cifras son mejores en sectores que no disfrutan de estos derechos, como el porcino o el hortofrutícola, que en el resto. Es verdad que se han implantado medidas correctoras que han aliviado el problema, pero este sigue aquí.
La rigidez en el mercado de la tierra es otro freno. Iniciativas como los bancos de tierras o la de algunas cooperativas que se hacen cargo de las tierras que liberan los socios que se jubilan, son acciones interesantes pero todavía demasiado anecdóticas.
A todo esto debemos sumar —entre otras cuestiones— las deficiencias en los servicios disponibles en el medio rural, las dificultades para poder acceder a una vivienda y de empleos para el (o la) cónyuge del agricultor o la agricultora.
La Estrategia de la Comisión
Frente a este diagnóstico ¿qué propone la Comisión en su estrategia? Identifica cinco palancas clave para la acción: acceso a la tierra, financiación, capacidades, condiciones de vida justas en las zonas rurales y apoyo a la sucesión.
Cada una de estas palancas se aborda a través de diversas iniciativas, entre las que figuran las siguientes:
- Proponer lo que la Comisión denomina un "paquete de inicio" obligatorio para los jóvenes agricultores en la próxima PAC, con medidas de apoyo que faciliten su entrada y establecimiento en el sector y que contemple una cantidad fija de hasta 300.000 euros para su establecimiento.
- Una mejor orientación de los fondos a favor de los jóvenes agricultores.
- Colaborar con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) en el desarrollo de sistemas de garantía o de bonificaciones de intereses para facilitar el acceso a financiación.
- Desarrollar un Observatorio Europeo de la Tierra para mejorar la transparencia en este mercado, ayudar a los agricultores a acceder a la tierra disponible y apoyar la sucesión de las explotaciones agrarias.
- Integrar la perspectiva de relevo generacional en el campo en las reformas de las pensiones, la jubilación y la transferencia de explotaciones agrícolas.
- Invitar a los jóvenes agricultores a participar en Erasmus para Jóvenes Emprendedores.
- Promover buenas condiciones de vida en las zonas rurales, apoyando al mismo tiempo el desarrollo local y la participación de los jóvenes y las mujeres.
- Cofinanciar los Servicios de Ayuda Agrícola que sustituyen a los agricultores durante la enfermedad, las vacaciones o el cuidado, para mejorar su equilibrio entre el trabajo y la vida.
Señales contradictorias
La publicación, y el contenido, de esta Estrategia expone a la luz del día las tensiones internas dentro de la Comisión.
Por un lado cabalga la presidenta Von der Leyen y su equipo. Como muestra del carácter presidencialista de la segunda Comisión que preside, basta decir que los distintos comisarios, incluido el de Agricultura, conocieron los detalles del paquete presupuestario que contiene importantes cambios en las políticas que dependen formalmente de su cartera, el lunes por la tarde, unas pocas antes del principio de la reunión del miércoles en el que se aprobó.
La propuesta recorta el presupuesto para la agricultura, el medio rural y las políticas de cohesión, y da carta blanca a los Estados miembros para que, con su "fondo país", marquen las prioridades que consideren oportunas.
Por si fuera poco, eximen esta programación financiera de toda la labor de preparación, análisis ex - ante incluido, que se les exigió a los ministerios de Agricultura para elaborar su Plan Estratégico Agrícola.
Por otro lado, el comisario Hansen intenta que la 'Visión para el Futuro de la Agricultura y Alimentación' que promovió tenga sentido, sobreviva a los envites de la presidenta y del aumento del presupuesto de defensa.
Solamente así se entiende la presentación de la estrategia aquí y ahora. En vez de “carta blanca”, quiere imponer la obligación de un “paquete de inicio”. Quiere además imponer a los Estados miembros obligaciones y objetivos y medidas a adoptar sí o sí.
Unos primeros comentarios
Lo que no puede hacer el comisario Hansen es hacer referencia al tema presupuestario. Tiene razón Unión de Uniones cuando denuncia que no hay detrás del documento ningún medio real, pero también tiene razón UPA y FEPEX —entre otros— cuando lo acogen con un prejuicio positivo.
La Estrategia tiene el mérito de existir, algo es algo. Pero una “estrategia” es esencialmente un conjunto de acciones propuestas que se intenta sean coherentes, a realizar principalmente por otros, porque la Comisión no tiene —o a renunciado a tener— competencias al respecto.
Ya hoy en día, estas medidas se enmarcan en el desarrollo rural, el segundo pilar de la PAC gestionado por el Gobierno del Estado, pero sobre todo las Comunidades Autónomas.
Tendrán que intentar avanzar hacia el objetivo señalado con menos presupuesto y, si no se remedia en la negociación, con mayor nivel de previsibilidad.
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