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El micelio: la red subterránea que sostiene el planeta

06 August 2025
Producción Vegetal
Sostenibilidad
A través de estas ramificaciones, las plantas pueden intercambiar nutrientes, agua y señales químicas, formando un entramado que sostiene la vida
Primer plano de la red de micelio fúngico en el suelo.

06 August 2025

El micelio es una estructura vegetativa de los hongos, compuesta por millones de hifas (filamentos delgados), que se extienden bajo el suelo formando un entramado interconectado. Dadas sus semejanzas a una distribución de comunicaciones de red, ha originado la metáfora de la 'Wood Wide Web', donde las plantas comparten información entre sí gracias a los hongos del suelo. En muchos ecosistemas terrestres, estas redes cubren desde metros hasta hectáreas, interconectando plantas, árboles y microorganismos.

A través del micelio de los hongos, las raíces de las plantas pueden intercambiar nutrientes, agua y señales químicas. Por ejemplo, una planta dañada puede enviar señales bioquímicas a través de la red para alertar a plantas cercanas, que activan defensas preventivas. También se ha documentado que árboles sanos pueden compartir reservas de carbono o nutrientes con plantas jóvenes o enfermas. 

Para tener una idea más visual de las dimensiones de lo que estamos hablando, os animo a que utilicéis este mapa interactivo donde se localiza la distribución de las micorrizas a nivel mundial.

 

Figura 1. Distribución predictiva de micorrizas arbusculares en el suelo a escala global.
Figura 1. Distribución predictiva de micorrizas arbusculares en el suelo.  El Underground Atlas, una cartografía global de hongos micorrízicos creada por SPUN con más de 2.8 mil millones de secuencias de ADN de 130 países, modela biodiversidad a escala de 1 km². Se pueden apreciar zonas con alta carga de micorrizas (amarillo), baja (azul) y sin datos (gris).  Fuente:  SPUN Underground Atlas.

 

Entender la importancia de esta red es una forma distinta de enfocar la conservación del medio ambiente, no son solo los organismos individuales los que importan, sino el entramado que forman y cómo esta estructura sostiene la vida y la salud del planeta. Una vez hemos podido visualizar esta red, el siguiente paso es integrarla en nuestras políticas de conservación y prácticas agrícolas. 

Es importante destacar que menos del 10 % de los puntos de mayor densidad fúngica están protegidos legalmente, lo que supone un riesgo medioambiental. Integrar la biodiversidad fúngica en planes como el marco internacional 30x30 es fundamental para garantizar la resiliencia ecosistémica ante el cambio climático.

Las micorrizas, claves para la vida en el planeta

Muchas hifas del micelio de los hongos forman asociaciones simbióticas con raíces vegetales, lo que se conoce como micorriza. Las micorrizas surgieron hace más de 450 millones de años y fueron críticas para que las plantas colonizaran la tierra. Gracias a estos hongos, las primeras plantas primitivas accedieron a nutrientes y se expandieron sobre el suelo terrestre.

Existen dos tipos principales de micorrizas, las endomicorrizas, si el hongo penetra en las células de la raíz o las ectomicorrizas, si el hongo rodea las raíces sin penetrar las células. Estas asociaciones favorecen a ambos: el hongo accede a carbono proporcionado por la planta y a cambio mejora la absorción de agua, fósforo, nitrógeno y otros nutrientes esenciales. Debido a sus beneficios ya contrastados, numerosos bioproductos de uso agrícola contienen este tipo de microorganismos.

Los hongos micorrízicos operan como algoritmos vivos: evalúan demanda y oferta local, eligen rutas más eficientes en carbono, evitan expansiones inútiles y priorizan conexiones más productivas; todo esto, sin tener un sistema nervioso central. 

Un estudio publicado en Nature describe cómo las micorrizas arbusculares extienden sus redes siguiendo una estrategia en 'onda viajera' (travelling-wave) donde unas puntas de crecimiento exploran nuevas zonas, mientras que detrás se forman ramas estables que eventualmente convergen y se fusionan (Figura 2). Este desarrollo permite crear bucles que eliminan ramificaciones innecesarias, lo que reduce el costo de carbono mientras se favorecen nuevos encuentros micorriza-planta.

 

Figura 2. Entramado y nodos de las hifas.
Figura 2. Entramado y nodos de las hifas. La red se va haciendo cada vez más compleja con el paso del tiempo si las condiciones lo permiten. Dentro de la red, nutrientes, agua e incluso partes del hongo fluyen en múltiples direcciones al mismo tiempo. Las rutas centrales se ensanchan para soportar mayores flujos que pueden alcanzar hasta 45 μm/s. Fuente: Oyarte Galvez et al, 2025.

 

Las micorrizas juegan un papel integral en el ciclo global del carbono: se estima que secuestran 13 mil millones de toneladas de CO₂ en el suelo al año, aproximadamente un tercio de las emisiones de combustibles fósiles globales. Además, están ampliamente validados los incrementos que producen en la fertilidad natural del suelo, su capacidad para retener agua y la protección que ofrecen a las plantas frente a patógenos. 

 

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Diversidad funcional de hongos

No obstante, no todos los hongos son micorrizas, existen otros que también son imprescindibles para el sustento del equilibrio de los ecosistemas (Figura 3). Según su función, se dividen en:

  • Saprófitos. Descomponen materia orgánica muerta. En este grupo se encuentran los hongos biorremediadores, que degradan plásticos o hidrocarburos, así como la mayoría de setas comestibles (ej. seta ostra, champiñón). Las setas comestibles son los cuerpos frutíferos (=setas) de los hongos que no son tóxicos para los humanos.

  • Simbióticos. Cuando la relación del hongo y la planta es beneficiosa para ambos. Aquí podríamos encontrar, por ejemplo, a las micorrizas y otros hongos endófitos, que se desarrollan dentro de tejidos vegetales.

  • Parásitos. Estos hongos viven a expensas de otros organismos vivos, como animales (patógenos) o plantas (fitopatógenos), causando enfermedades o daños. También pueden actuar sobre plagas de insectos (entomopatógenos) y otros hongos (micoparásitos), por lo que son muy utilizados en la agricultura como agentes de biocontrol.

 

Figura 3. Distintos tipos de hongos.
Figura 3. Distintos tipos de hongos. Armillaria gallica (1) puede ser saprofito y fitopatógeno, se le conoce por ser el “hongo más grande del mundo”, porque un único individuo ha conseguido ocupar más de 900 hectáreas. Entomopatógeno Beauveria bassiana (2) sobre insecto hospedante. Endofito Neotyphodium (3) dentro de células vegetales, suele asociarse a hojas de gramíneas y produce metabolitos tóxicos para herbívoros, protegiendo a la planta. Fuente imágenes: 1, 2 y 3.

Conclusión

Los hongos son probablemente el gran olvidado de la biología moderna y, más aún, el micelio que éstos forman. Como la principal red subterránea natural que conecta organismos y permite el intercambio de nutrientes y señales, es indispensable para la vida en el planeta como la conocemos. 

Además, contribuyen activamente al secuestro de carbono, fertilidad del suelo, y numerosos procesos de gran utilidad para la sociedad, por lo que su conservación y estudio no es solo una cuestión ecológica, sino estratégica

Bibliografía

  1. BBC News. 'El hongo de más de 2.000 años que pesa más que tres ballenas juntas (y otros hongos con poderes extraordinarios)'.
  2. Oyarte Galvez, L., Bisot, C., Bourrianne, P., Cargill, R., Klein, M., van Son, M., ... & Shimizu, T. S. (2025). A travelling-wave strategy for plant–fungal trade. Nature, 1-9. 
  3. Klein, T., Siegwolf, R. T., & Körner, C. (2016). Belowground carbon trade among tall trees in a temperate forest. Science, 352(6283), 342-344.
  4. New York Times: 'How Fungi Move Among Us'.
  5. SPUN: https://www.spun.earth/es 
  6. Vivekanandhan, Perumal & Alford, Lucy & Krutmuang, Patcharin. (2024). Editorial: Role of entomopathogenic fungi in sustainable agriculture. Frontiers in Microbiology. 15. 10.3389/fmicb.2024.1504175.

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