/Innovación/Tecnología
11 min

Proyectos que devuelven vida a la tierra

25 June 2025
Desarrollo Rural
Sostenibilidad
La desertificación amenaza al 40 % de la superficie terrestre y a millones de personas. Descubre 6 proyectos que están transformando desiertos en oasis productivos
Sistema de riego en un desierto.

25 June 2025

La desertificación avanza de forma silenciosa, pero implacable. Cada año, el planeta pierde millones de hectáreas de suelo fértil debido a la acción humana y al cambio climático.

La expansión de las zonas áridas y la degradación del suelo representan una amenaza directa para la agricultura, los ecosistemas y la seguridad alimentaria a escala global.

Según datos de la FAO y la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD), más del 40 % de la superficie terrestre ya está degradada

Este fenómeno afecta ya a más de 2.000 millones de personas, muchas de ellas dedicadas a la agricultura de subsistencia en regiones vulnerables.

Sin embargo, en distintos puntos del planeta, han ido surgiendo iniciativas que demuestran que es posible regenerar suelos, cultivar en zonas áridas y transformar tierras degradadas en espacios productivos. En este artículo te lo enseñamos.

El problema de la desertificación y la erosión del suelo

La desertificación es un fenómeno que ocurre cuando el suelo en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas se degrada. Las tierras y pierde su capacidad de sostener vida, fundamentalmente debido a la acción humana y a factores climáticos.

Esto no significa que se formen nuevos desiertos naturalmente, sino que tierras antes fértiles se vuelven cada vez más áridas y estériles.

En 2020, aproximadamente 2.300 millones de personas vivían ya en estas zonas áridas, un número que podría casi duplicarse hasta 5.000 millones en 2100 en el peor escenario de cambio climático.

De acuerdo con el Atlas Mundial de la Desertificación de la Comisión Europea, actualmente más del 75 % de la superficie del planeta muestra signos de degradación, y si no se toman medidas, más del 90 % podría verse afectada para el año 2050.

Según informes de organismos como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el 40 % de las tierras agrícolas del mundo están gravemente degradadas y podrían volverse improductivas si no se actúa a tiempo.

 

Mapa mundial de vulnerabilidad a la desertificación. USDA Employee Services

 

España es un claro ejemplo de esta problemática. Casi el 74 % del territorio español está en riesgo de desertificación está en riesgo de convertirse en desierto a lo largo de este siglo.

Esta realidad ha quedado reflejada en numerosos estudios e imágenes que evidencian la gravedad del problema, como la impactante imagen de la NASA que os compartimos en Plataforma Tierra, donde podíamos ver la evidencia de pérdida de vegetación en Andalucía en los últimos años.

Principales causas de la desertificación y erosión del suelo

  • Sobrepastoreo, que elimina la cubierta vegetal protectora.
  • Deforestación, especialmente en regiones tropicales y semiáridas.
  • Prácticas agrícolas no sostenibles, como la labranza intensiva, el monocultivo o el uso excesivo de agroquímicos.
  • Uso ineficiente del agua, que contribuye a la salinización y erosión de los suelos.
  • Cambio climático, que intensifica sequías prolongadas, olas de calor y lluvias irregulares.

Impacto en la agricultura y la seguridad alimentaria

La combinación de expansión del territorio árido y la degradación del suelo crea un entorno especialmente hostil para la agricultura:

  • Los rendimientos agrícolas disminuyen drásticamente en tierras erosionadas o empobrecidas.
  • La seguridad alimentaria se resiente, generando impacto en el acceso a alimentos asequibles en multitud de zonas rurales.
  • Las comunidades rurales se ven obligadas a emigrar, alimentando crisis sociales y migratorias.
  • La resiliencia climática de los territorios se reduce, aumentando la frecuencia de crisis como sequías e incendios.

Según la FAO, para 2050 necesitaremos producir 60 % más alimentos con 20 % menos agua y tierras cultivables. Estos números no cuadran con la agricultura tradicional. 

Es por ello que, alrededor del mundo, han surgido diversos proyectos con el objetivo convertir zonas áridas o degradadas en tierras productivas, aplicando innovaciones en agricultura sostenible, manejo del agua y regeneración de suelos.

6 proyectos internacionales exitosos de agricultura en el desierto

A pesar de la magnitud del problema, en distintas regiones del mundo han surgido proyectos innovadores que demuestran que es posible revertir la desertificación y cultivar en condiciones extremas.

A través de la tecnología, la restauración ecológica, la participación comunitaria y nuevas formas de agricultura regenerativa, estos 'desiertos verdes' se han convertido en modelos de adaptación y sostenibilidad. Veamos algunos ejemplos:

− La Gran Muralla Verde en el Sahel (África)

Una de las iniciativas más emblemáticas contra la desertificación es la Gran Muralla Verde de África, lanzada por la Unión Africana en 2007.

El proyecto busca crear una franja continua de bosques, agroecosistemas y suelo regenerado de 8.000 km de largo a lo ancho del continente, desde Senegal hasta Djibouti.

Originalmente concebida como una gran barrera de árboles para detener el avance del desierto del Sahara, evolucionó hacia un programa integral de desarrollo rural sostenible en 11 países del Sahel, una de las regiones más pobres y vulnerables al cambio climático del mundo.

Más allá del impacto ecológico, busca generar 10 millones de empleos verdes para 2030 y almacenar 250 millones de toneladas de CO₂. Es considerado por la ONU como una de las '10 iniciativas emblemáticas para la restauración de ecosistemas'. 

Aunque su inicio fue lento, el proyecto ha logrado restaurar más de 18 millones de hectáreas de tierras degradadas, principalmente mediante reforestación, agroforestería y agricultura sostenible. Países como Senegal, Etiopía y Níger han liderado estas restauraciones.

 

− Kubuqi: el desierto chino que floreció en China 

China ha realizado enormes esfuerzos para revertir la degradación de sus regiones áridas. Un caso destacado es el desierto de Kubuqi, en la región de Mongolia. Es el séptimo desierto más grande de China con unos 18.600 km² y solía ser una de las principales fuentes de tormentas de arena que azotaban Beijing.

Durante siglos, la sobreexplotación (principalmente por sobrepastoreo) dejó estas tierras prácticamente estériles. 

Desde finales de los años 80, el gobierno chino y la empresa Elion Resources Group impulsaron un ambicioso plan de restauración. Gracias a la reforestación con especies nativas, el uso de cultivos medicinales, la instalación de infraestructura solar y eólica, y una estrategia económica circular, se han recuperado más de 6.000 km² de tierra degradada. 

La regeneración del suelo ha permitido recuperar la productividad agrícola, mejorar la biodiversidad local y reducir el polvo en suspensión.

Reconocido por la UNCCD como un ejemplo de desierto rehabilitado con éxito a gran escala, Kubuqi representa un modelo replicable para otras regiones áridas del mundo.

En los últimos años, además, se ha incorporado una nueva dimensión: el desarrollo de un enorme parque solar con más de 3 millones de paneles fotovoltaicos distribuidos sobre una franja de 400 km.

Esta infraestructura no solo genera energía limpia, sino que contribuye a frenar la desertificación: la sombra de los paneles reduce la evaporación del suelo y crea un microclima que favorece el crecimiento de vegetación bajo su superficie.

 

− El desierto del Néguev (Israel) y la agricultura de precisión

Más del 50 % del territorio israelí es desértico, pero gracias a la innovación agrícola, el país ha logrado convertir zonas áridas como el desierto del Néguev y el valle de Aravá en áreas altamente productivas.

Su éxito se debe, en gran parte, a la invención del riego por goteo, desarrollada en Israel en los años 60 por el ingeniero Simcha Blass y la empresa Netafim.

Hoy, Israel reutiliza cerca del 90 % de sus aguas residuales en agricultura y cultiva con agua desalinizada y sistemas de precisión.

Por ejemplo, en la región desértica de Aravá se producen más del 60 % de los vegetales frescos que exporta el país. Invernaderos tecnológicos, cultivos adaptados a la salinidad y gestión hídrica avanzada han hecho de Israel un referente mundial de cómo hacer florecer el desierto con innovación.

La ONU seleccionó a esta región como modelo global de agricultura en zonas áridas. Además, Israel ha adoptado la gestión integral del agua: enormes plantas desalinizadoras en la costa proveen agua potable, mientras la agricultura se riega mayoritariamente con efluentes depurados y sistemas de sensores de suelo que evitan cualquier gota desperdiciada.

 

− Mesetas de los Loes (Loes Plateau) en China

El caso de la meseta de Loes es hoy uno de los ejemplos más estudiados de restauración ecológica a gran escala. A mediados de los años 90, la meseta de Loes, una vasta región del noroeste de China, era considerada uno de los ecosistemas más degradados del planeta. 

Tras siglos de agricultura intensiva, sobrepastoreo y deforestación, el paisaje mostraba colinas erosionadas, pérdida casi total de vegetación y suelos que ya no podían retener el agua. 

En 1994, el Gobierno chino, con el apoyo del Banco Mundial, lanzó un ambicioso programa de restauración del ecosistema. El plan incluía la construcción de terrazas agrícolas, la reforestación con especies autóctonas, la prohibición temporal del pastoreo, y la introducción de técnicas de captación y retención de agua

Los resultados fueron extraordinarios: la cobertura vegetal aumentó del 17 % al 34 % en menos de una década, se redujo la erosión del suelo y mejoró notablemente la productividad agrícola. Más de 2,5 millones de personas vieron mejorar su calidad de vida gracias a una tierra que volvía a ser fértil.

 

Sahara Forest Project: un oasis tecnológico en Jordania

En el desierto de Jordania, uno de los más secos de Medio Oriente, ha cobrado vida un proyecto experimental que combina múltiples tecnologías verdes para revegetar tierras áridas

Desde 2017, este proyecto utiliza energía solar, agua de mar desalinizada y sistemas de cultivo en invernaderos para producir alimentos, generar energía y reverdecer el entorno. En solo 3 hectáreas, se cultivan hasta 130.000 kg de vegetales frescos al año, incluyendo tomates, pepinos y cebada, con sistemas de refrigeración natural y reciclaje de agua.

Además, se experimenta con algas, plantas halófitas y técnicas de restauración del suelo. El objetivo es escalar el modelo y replicarlo en otros países áridos como Túnez, demostrando que incluso el desierto puede convertirse en un espacio productivo, sostenible y regenerativo.

− Sundrop Farms (Australia): invernaderos con agua de mar

Cultivar alimentos en uno de los lugares más secos y desolados de Australia, sin usar ni una gota de agua dulce, parecía imposible hasta que llegó Sundrop Farms.

Esta empresa estableció en 2016 un complejo agrícola de 20 hectáreas de invernaderos en Port Augusta que funciona íntegramente con energía solar y agua de mar

El sistema utiliza más de 23,000 espejos que concentran la luz solar hacia una torre de 127 metros, generando electricidad y calor para una planta desalinizadora. Esta planta convierte agua de mar en hasta un millón de litros diarios de agua dulce, que se usa para regar cultivos hidropónicos en invernaderos,

Actualmente, este complejo cultiva 180.000 plantas de tomate en sustratos sin tierra, logrando una producción anual de 17.000 toneladas de tomates y representando el 15 % de toda la producción de tomate de Australia.

Además, el modelo es un ejemplo de economía circular y agricultura sostenible: no usa pesticidas químicos, reaprovecha el agua, y la salmuera residual se destina a la producción de sal.

 

Newsletter Cajamar AND Agro

La importancia de regenerar el suelo y reinventar la agricultura

Recuperar suelos degradados es esencial para combatir la desertificación. La agricultura regenerativa, con prácticas como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos y la cobertura vegetal, mejora la salud del suelo, lo hace más fértil y resistente al cambio climático.

La tecnología también es clave: el riego eficiente, la reutilización de aguas y los cultivos adaptados permiten producir alimentos en zonas áridas sin agotar recursos.

Pero revertir la desertificación exige un cambio profundo: pasar de un modelo extractivo a una agricultura restaurativa que cuide el suelo y el agua. Los “desiertos verdes” ya son una realidad y nos muestran que es posible sembrar vida donde antes solo había arena.


Desarrollo Rural
Sostenibilidad