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"Todo por hacer": introducción al libro conmemorativo del 50 aniversario de Las Palmerillas

14 July 2025
50 Aniversario
Las Palmerillas 4.0
Con este artículo introductorio damos comienzo a la difusión online de los contenidos del libro conmemorativo de los 50 años de Las Palmerillas, en el que han participado más de 40 profesionales del Ecosistema de Innovación de Cajamar, así como especialistas y representantes de diversas entidades y organizaciones profesionales del conjunto del sistema productivo almeriense
50 Aniversario Palmerillas

14 July 2025

‘50 años transfiriendo conocimiento y tecnología’

Con este artículo introductorio damos comienzo a la difusión online de los contenidos de este libro conmemorativo de casi 400 páginas, en el que han participado más de 40 profesionales del Ecosistema de Innovación de Cajamar, así como especialistas y representantes de diversas entidades y organizaciones profesionales del conjunto del sistema productivo local.

Libro 50 Aniversario Las Palmerillas

Con este libro hemos querido dejar testimonio del papel de Cajamar y de su Estación Experimental en el desarrollo de la agricultura intensiva almeriense desde 1975, pero sobre todo de la relevancia de la innovación y el conocimiento aplicados en el espectacular desarrollo socioeconómico de un territorio subdesarrollado en los años 70, que hoy en día es un entorno creativo y competitivo que suma más de 32.000 hectáreas de invernaderos, genera más de 110.000 puestos de trabajo y surte de alimentos frescos durante todo el año a más de 500 millones de europeos, y está llamado a desarrollar y exportar nuevas soluciones tecnológicas para seguir alimentando al mundo.

El contenido de la publicación se organiza en tres grandes secciones

  1. En la primera se explica la singularidad del modelo de desarrollo almeriense basado en la agricultura intensiva, desde los primeros enarenados que comenzaron a regarse con el agua extraída del subsuelo en los años 50 a los robots y las herramientas digitales que hoy ocupan el interior de los invernaderos.
  2. En la segunda sección, los responsables técnicos de la Estación Experimental ‘Las Palmerillas’ repasan los principales resultados del trabajo realizado en la misma y sus aportaciones más relevantes.
  3. Finalmente, el tercer bloque recoge el Ecosistema de Innovación de Cajamar, un modelo de generación y transferencia de conocimiento y soluciones tecnológicas único en España que, a partir de la Estación Experimental, ha ido creciendo y adaptándose a las necesidades del tejido productivo, de la misma forma que Cajamar ha ido extendiendo su actividad por nuevos territorios hasta estar presente en todas las provincias españolas y ciudades autónomas, y afrontando nuevos retos como entidad financiera de referencia para el sector.

     

Introducción

Cuando en la segunda mitad de la década de 1960 inició su actividad la entonces Caja Rural de Almería, las condiciones socioeconómicas de la provincia de Almería eran prácticamente de subdesarrollo

La población era de 366.932 habitantes, siendo una de las pocas provincias españolas que no había crecido demográficamente en las primeras seis décadas del siglo XX. La economía almeriense solo representaba el 0,6 % del total nacional y la renta per cápita media de los almerienses equivalía al 35,7 % de los madrileños.

La agricultura era la actividad económica predominante en la provincia, representando el 26,2 % del PIB y el 50,2 % del empleo. Y la actividad agraria se repartía entre las producciones de hortalizas, uva, cítricos, porcino y aves. Los rendimientos eran muy bajos siendo la producción media que se obtenía por hectárea para los cultivos hortícolas de menos de 11.500 kilos, lo que provocaba que el peso de la agricultura almeriense en el total nacional no alcanzase el 1 %.

En estas circunstancias, la puesta en marcha de la Caja Rural de Almería se planteó como un proyecto de desarrollo territorial, que pretendía cambiar la dinámica de pobreza y falta de oportunidades, a través de la generación de recursos financieros endógenos que facilitasen la inversión en nuevas actividades productivas.

Dada la estructura productiva de la provincia en aquellos momentos, y los condicionantes geográficos y ambientales, parecía que cualquier iniciativa tenía que estar basada en la agricultura. De esta forma se inició el desarrollo de los primeros cultivos hortícolas en los que se emplearon las técnicas del enarenado y de los invernaderos tipo parral, con unos resultados que, en muy poco tiempo, generaron una nueva esperanza de oportunidades de crecimiento económico.

Esos primeros invernaderos consiguieron que los rendimientos hortícolas se multipliquen por tres, superando los 35.000 kilos por hectárea, y que los ingresos se pudieran multiplicar por ocho, gracias a que se obtenían las hortalizas cuando no había productos en el mercado y las cotizaciones que conseguían en invierno eran considerablemente superiores.

"Equivoquémonos nosotros para que no se equivoquen los agricultores"

Los inicios de este cambio de modelo agrícola fueron claramente esperanzadores, y en apenas 10 años la superficie cultivada en invernadero pasó de la nada a alcanzar las 2.500 hectáreas en 1975. Sin embargo, en ese momento las personas que estaban al frente de la todavía Caja Rural de Almería empezaron a preocuparse por dos cuestiones que podían ser críticas de cara al futuro desarrollo del sector: por un lado, la necesidad de crear estructuras comerciales que facilitasen la salida hacia el mercado de una producción en crecimiento. Por otro, había que asegurar que la escasez de agua no frenase la expansión de los invernaderos.

Bajo estas premisas, y pensando también que había muchas posibilidades de mejorar los rendimientos que se obtenían, se puso en marcha en 1975 la Estación Experimental ‘Las Palmerillas’. Aquella decisión partía de la idea de que el desarrollo tecnológico podía contribuir a impulsar y consolidar el desarrollo económico basado en la agricultura.

El objetivo era adaptar las mejores tecnologías que pudiesen existir en cualquier parte del planeta a las condiciones particulares de Almería. Y progresivamente ir generando tecnología propia. También sabíamos que no todas esas tecnologías iban a ser viables, por lo que desde el principio compartimos un lema que hoy nos sigue acompañando: "Equivoquémonos nosotros para que no se equivoquen los agricultores"

 

Creciendo juntos

Analizando la evolución de algunos de los indicadores presentados al inicio de este texto, el cambio que ha experimentado Almería en apenas medio siglo ha sido realmente positivo

Actualmente la población ha alcanzado los 773.384 habitantes, el peso en la economía nacional ha ascendido hasta el 1,28 %. Se han reducido las diferencias en cuanto a niveles de renta per cápita frente a las provincias que están en los escalones más altos, representando actualmente la renta media de un almeriense el 58,7 % de un madrileño. Los rendimientos en los cultivos hortícolas se han multiplicado por más de 10 llegando a los 114.732 kg/ha. Y actualmente Almería lidera el ranking provincial por lo que al valor de la producción agraria se refiere, representando el 6,1 % del total nacional.

Todo este cambio y positiva evolución han sido el resultado de un esfuerzo colectivo de un grupo de personas e instituciones que han trabajado por consolidar un modelo económico que tiene a la agricultura como base, pero que ha ido desbordando hacia actividades auxiliares como la comercialización, la logística, la transformación y toda la industria auxiliar de tecnologías e insumos.

Simultáneamente, la entonces Caja Rural de Almería ha seguido su propio proceso de evolución hasta la transformación en la actual Cajamar Caja Rural, basado en el establecimiento de alianzas con cooperativas de crédito de otras regiones españolas y la expansión de su red de oficinas. Ante esta nueva realidad, por lo que al apoyo a la innovación se refiere, se han ido ampliando nuestros puntos de interés hacia todos los sectores agroalimentarios, todas las fases de la cadena y todos los territorios.

Especialistas agro

A lo largo de estas cinco décadas de trabajo en la Estación Experimental ‘Las Palmerillas’, a pie de campo, hemos ido adquiriendo una serie de aprendizajes clave que nos gustaría replicar y proyectar hacia el futuro:

  1. Visión estratégica a largo plazo. Nuestros trabajos han intentado anticiparse a las necesidades y oportunidades a las que se va a enfrentar el sector agroalimentario en el medio y largo plazo. Todo cambia, desde los gustos y preferencias de los consumidores a los conocimientos disponibles o a la normativa que regula la actividad empresarial y comercial. Cuanto más rápido seamos capaces de dar una respuesta rápida a esos cambios, mejor será nuestra posición en los mercados. 
  2. La sostenibilidad como principio rector. Queremos que las capacidades productivas de los diferentes agentes con los que nos relacionamos y las condiciones de vida de la población en los territorios en los que trabajamos sean cada día mejores. Para ello es importante que protejamos el medioambiente, que encontremos soluciones a los desafíos relacionados con el clima y la naturaleza a los que nos enfrentamos. Pero también que nos preocupemos por las personas, por que haya un reparto lo más equitativo posible de la riqueza generada. Y todo ello sin renunciar al crecimiento económico.
  3. Facilitar y compartir el conocimiento. Estamos convencidos que con la generación de conocimiento y de nuevas tecnologías vamos a dar respuesta a muchos de los retos a los que nos enfrentamos. Pero muchas veces es muy difícil acceder a esos conocimientos y están mejor posicionadas las grandes empresas que cuentan con los recursos económicos y humanos necesarios. A lo largo de nuestra historia hemos querido democratizar el conocimiento, y eso queremos seguir haciendo: que todos puedan acceder a las mejores tecnologías.
  4. Consolidar una cultura abierta a la innovación. Las tradiciones transmitidas de generación en generación han condicionado muchas de las prácticas que se empleaban en las explotaciones agrarias. Esta forma de actuar ha frenado el desarrollo y ha puesto en peligro la rentabilidad de las mismas. Sin embargo, los agentes más dinámicos e inquietos han estado en la vanguardia de la adopción de nuevas tecnologías y han obtenido como recompensa una mejora notable de los rendimientos y, en muchos casos, de los ingresos obtenidos. Esta apertura a la innovación genera adenás círculos virtuosos, porque los propios usuarios contribuyen a su mejora introduciendo cambios sobre lo implementado.
  5. Aprovechar las posibilidades de la digitalización. Cuanto más información y control tengamos sobre la actividad agroalimentaria más fácil será identificar cuáles son las mejores prácticas. A partir de ahí se podrá optimizar la gestión que se hace de la producción y de la comercialización, con resultados que pueden ser muy significativos. Dos agricultores con explotaciones similares pueden obtener resultados técnicos y económicos muy diferentes debido a la diferente forma de hacer las cosas. Monitorizar los resultados que se obtienen con cada decisión que se adopta puede ayudar a establecer un catálogo de buenas prácticas.
  6. La mejora de la rentabilidad de las explotaciones como objetivo principal. El fin último de nuestra actividad es ayudar a que los agricultores y las empresas agroalimentarias consigan una adecuada rentabilidad por la actividad que realizan. Es un factor crítico para asegurar la continuidad de las empresas y para alcanzar el desarrollo de los territorios. Por ello, nuestro trabajo no se puede limitar solo a las cuestiones productivas, sino que debe tener en cuenta los resultados económicos. En este sentido, la rentabilidad es el resultado de un conjunto de factores que podemos resumir en la diferencia entre los ingresos y los gastos. Para conseguirlo hay que considerar el sistema agroalimentario de manera global, ya que los precios percibidos o pagados pueden estar condicionados por el nivel de integración en la cadena agroalimentaria.

Tenemos un propósito

Con la experiencia adquirida, nos gustaría que la continuidad del apoyo de Cajamar al sector agroalimentario fuese también una herramienta que permita dar respuesta a algunos de los retos importantes a los que nos enfrentamos.

De entre todos ellos, podríamos destacar especialmente dos:

  1. Incrementar la producción de alimentos para atender la demanda de una población en crecimiento. Ya hemos superado los 8.000 millones de habitantes en la Tierra, y las previsiones son que seremos más de 10.000 millones en 2050. Además, gracias al desarrollo que están consiguiendo muchos países de Asia, y el deseable para África, el consumo de alimentos per cápita también está aumentando. Tenemos que ser capaces de dar respuesta a este crecimiento de la demanda sin incrementar la superficie de cultivo, ya que ello tendría consecuencias negativas en la salud del planeta. El desarrollo tecnológico en la agricultura ha permitido mejoras considerables en los rendimientos. Si somos capaces de continuar por esta senda, al mismo tiempo que facilitamos que cada vez más agricultores tengan acceso a tecnología de vanguardia, podremos atender esa creciente demanda sin ejercer más presión sobre el medioambiente.
  2. Contribuir a la lucha contra el cambio climático. La agricultura es una de las actividades que tiene más impacto sobre la naturaleza y el medioambiente, ya que ocupa prácticamente un tercio de la superficie terrestre y porque en sus diferentes procesos productivos se emiten una cantidad relevante de gases de efecto invernadero. Si somos capaces de ser más eficiente en el empleo de los insumos, si mejoramos los procesos biológicos y sustituimos gracias a los mismos parte de los inputs químicos actualmente empleados, si reducimos los desperdicios, si hacemos compatible la producción agropecuaria y la biodiversidad biológica; y si, en definitiva, consolidamos las explotaciones agrarias en empresas de bioeconomía circular, el sector agrario no solo se podrá adaptar al cambio climático sino que podrá ser un aliado en la mitigación. Hay que recordar que la producción vegetal es la única que consigue emplear directamente la energía solar en sus procesos productivos, y que gracias a ello puede ser el mayor sumidero de carbono. 

     

Las Palmerillas 4.0

Conforme pasaban los años, la labor realizada en Las Palmerillas ha ido incorporando nuevos métodos, nuevas técnicas y nuevos enfoques. 

Dado que nuestro ámbito geográfico de actuación se ha ido ampliando, que han surgido nuevas herramientas en el ámbito de la digitalización y que cada vez son mayores los retos a los que tenemos que hacer frente, hemos pretendido crear lo que hemos denominado ‘Las Palmerillas 4.0’.

Son tres nuevas herramientas que nos permiten acelerar los procesos de innovación, llegar a más territorios, a todos los sectores y a todas las fases de la cadena agroalimentaria:

  1. Cajamar Innova es nuestra incubadora/aceleradora de emprendedores agroalimentarios. Frente al modelo tradicional, en el que éramos nosotros directamente quienes desarrollábamos los proyectos de innovación, ahora queremos apoyar a todas las empresas y emprendedores que tengan ideas disruptivas que puedan acelerar la llegada de nuevas tecnologías de interés para el sector agroalimentario. Iniciamos este proyecto con una línea específica para la mejora de la gestión sostenible de los recursos hídricos, y posteriormente la hemos ampliado a proyectos agrotech y foodtech. En este proyecto estamos incorporando a socios estratégicos, principalmente empresas de la cadena agroalimentaria o de la industria auxiliar, con el objetivo de acelerar todo lo que podamos los procesos de innovación.
  2. Plataforma Tierra es la forma en la que queremos facilitar el acceso a la digitalización a cualquier persona vinculada al sector. Todo lo que hemos venido desarrollando de manera presencial y física ahora lo queremos hacer de manera digital. Así somos capaces de llegar a más gente, independientemente del lugar donde realice su actividad. También estamos generando una comunidad de usuarios para fomentar el intercambio de conocimiento y experiencias, y que también es un vector que contribuye a acelerar los procesos de transferencia de las mejores prácticas.
  3. La Escuela de Formación Agroalimentaria es el último proyecto que estamos poniendo en marcha para consolidar una actividad que hemos venido de manera recurrente a lo largo de nuestra historia, pero que ahora queremos consolidar y darle un nuevo impulso. La formación continua es una herramienta muy poderosa para el desarrollo de las personas, y nosotros queremos contribuir con un instrumento que facilitará el acceso de nuestros colaboradores a formación del máximo nivel tanto en cuestiones agronómicas como de gestión y comercialización de empresas. Esta formación no será solo desarrollada e impartida por el equipo de Cajamar, sino que queremos facilitar el canal que pueda ser utilizado por otros generadores de contenidos para que puedan llegar de la forma más rápida y amplia posible a los diferentes agentes del sector agroalimentario.

Estamos empezando

Uno de los pensamientos que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia es que cada día estamos empezando. El pasado nos sirve para ser conscientes de nuestras posibilidades y capacidades. Pero lo realmente importante es todo lo que nos queda por hacer. 

50 años en la vida de una organización es mucho tiempo, y alcanzarlos es una señal clara de la utilidad que es capaz de aportar a la sociedad. El carácter cooperativo de Cajamar nos ha hecho pensar siempre en los proyectos colectivos como fórmula para alcanzar los retos y objetivos que hubiese sido muy difícil de acometer de manera individual. 

Con esta misma filosofía y principios nos gustaría seguir siendo útiles para el futuro del sector agroalimentario, en particular, y de la sociedad, en general.


50 Aniversario
Las Palmerillas 4.0