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Cereales: la sequía vuelve a condicionar la campaña

Economía Agroalimentaria
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La sequía vuelve dañar gravemente la producción española. A escala global, la oferta y el consumo vuelven a crecer en un contexto incierto, con el cambio climático y la guerra de Ucrania como telón de fondo
Atardecer en campo de espigas


28 July 2023

“Tiene que llover, tiene que llover a cántaros”. 

Pablo Guerrero

De nuevo, lamentablemente, la sequía marca la campaña de cereales. Esta primavera ha sido la más cálida y la segunda más seca de los registros. Puede que los daños no solo lleguen a niveles históricos, sino que también demuestran una preocupante tendencia al alza.

Las lluvias que se produjeron desde mayo mejoraron la situación de las reservas, pero llegaron tarde para muchos cultivos de secano. Además, por la intensidad con la que cayeron en algunas zonas, buena parte de este agua no será aprovechable en el futuro.

A escala global las perspectivas parecen más optimistas. Las buenas cosechas de Rusia y Australia en la campaña 22/23, junto con las prometedoras perspectivas en el hemisferio norte, permiten vislumbrar la posibilidad de recuperar, por primera vez en varios años, aumentar de nuevo las reservas.

A pesar de ello, existe aún preocupación por el efecto que puede tener la falta de agua o las altas temperaturas en el norte de Europa y los EEUU. Para esta campaña habrá que tener además en cuenta que El Niño podría disparar el termómetro global y aumentar las probabilidades de sequías en productores tan importantes como la India o Australia, principalmente.

Aunque las previsiones de los principales organismos se van actualizando conforme evolucionan las condiciones climáticas, por ahora se espera una recuperación de la producción de cereales respecto a la campaña pasada. Tanto el Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA) como el Consejo Internacional de Cereales (CIC) estiman una recuperación del consumo, que alcanzaría el nivel históricamente más alto.

Para las dos instituciones, el aumento de la producción sería suficiente para compensar el mayor consumo en el caso del maíz, pero no en el caso del trigo. Globalmente, el aumento de la reserva mundial de maíz sería suficiente para equilibrar e incluso aumentar las reservas mundiales del conjunto de cereales según el USDA, aunque no para el CIC.

 

 

La negativa de Rusia a prorrogar los acuerdos de cereales del mar Negro hasta que no se levanten ciertas sanciones a su economía ha vuelto a traer incertidumbre al mercado. Aunque Turquía, el mediador y garante del acuerdo, considera que se podría retomar en agosto, el precio de los cereales ha vuelto a repuntar algo, especialmente en el caso del maíz. 

Hay que recordar que hasta el 21 de julio la iniciativa ha logrado exportar 32,9 millones de toneladas, la mitad de ellas de maíz y un tercio de trigo. Un 24 % de todas estas cantidades se han dirigido a China y un 18 % a España, los principales destinos.

 

 

Sobre la evolución de los precios también influirá la política monetaria de los distintos bancos centrales. En nuestro caso, el Banco Central Europeo (BCE) apuesta por una mayor subida de tipos para contener la inflación en los países del norte y del centro de Europa, a diferencia de la Reserva Federal de los EEUU (FED), que parece haber frenado la subida tras la última a finales de julio.

Esta mayor subida de tipos en Europa y el mayor crecimiento económico que según organismos internacionales como el FMI, el Banco mundial y la Comisión Europea experimentaría la zona euro a partir del 2024, podrían revalorizar ligeramente la moneda europea.

Mientras que la subida de tipos deteriorar el consumo interno, el mayor valor del euro podría dañar las exportaciones. En concreto, se verían perjudicadas las de trigo francés al norte de Africa, que está siendo desplazado paulatinamente por el ruso; y las del gran consumidor, el sector cárnico, cuyos precios en la actualidad se encuentran por encima de otros grandes exportadores.

 

 

La economía global sigue recuperándose del impacto de la covid y de la invasión de Ucrania, pero esta sigue siendo lenta. La elevada inflación y la subida de tipos sigue perjudicando el consumo y está ralentizando el crecimiento, que se espera pueda intensificarse en la UE en el segundo semestre. Aunque en EEUU el crecimiento ha sido mayor hasta ahora por un descenso del consumo menor de lo esperado ante estos dos factores, la recuperación de China está siendo más lenta de lo esperado a pesar del abandono de la política covid cero.

La caída de la demanda ante los altos precios y las perspectivas de crisis, rebajaron el precio de las materias primas como la urea o el petróleo, que ahora parecen haber entrado en una zona de estabilidad o incluso ligeros incrementos. Aún con dudas sobre la situación en China, la reactivación económica impulsaría el valor del petróleo, mientras que en el caso de la urea, ciertos problemas de de producción en Asia, más que la demanda parecen respaldar estas subidas. 

No obstante, el precio de muchas de ellas sigue siendo siendo alto respecto a los niveles prepandémicos. El precio del gas y la necesidad de buscar alternativas a las importaciones de fertilizantes y de amoniaco rusos, no permite recuperar el precio de los fertilizantes nitrogenados anteriores a 2020.

A pesar de que las sanciones no afectaban a los alimentos y los fertilizantes, sí que bloqueaban cierto tipo de transacciones, dificultaban pagos o encarecían transporte y seguros, por lo que muchos operadores optaron por buscar otros suministradores.

Rusia era uno de los principales suministradores de fertilizantes nitrogenados de la UE, y hasta el año pasado un 50 % de las importaciones de amoniaco provenían de allí, buena parte a través del conducto que atravesaba Ucrania y que recientemente ha quedado inutilizado.

Estos factores también perjudican la competitividad de la industria europea de fertilizantes que aún no ha logrado recuperar el nivel de actividad de 2021, pero que podrá beneficiarse de la reinstauración de los aranceles suspendidos por el conflicto.

 

La bajada de los costes y la reactivación de la demanda, por la moderación de los precios y el crecimiento de la economía, contribuirán a estabilizar el mercado de los cereales

No obstante, la resolución de la mayoría de los problemas logísticos provocados por la covid y la relajación de las tensiones ocasionadas por la invasión han permitido no solo una bajada de los costes, también una moderación de los precios del conjunto de los alimentos, lo que ayudará a frenar la inflación y mejorar el consumo.

En conjunto, aunque la incertidumbre es alta, la bajada de los costes y la reactivación de la demanda por la moderación de los precios y el crecimiento de la economía, contribuirán a estabilizar la situación.

 

Situación del mercado mundial del trigo

Tanto el USDA como el CIC estiman campañas deficitarias para el trigo, en gran parte debido al aumento del consumo del 2 % y del 1 % respectivamente. Por otro lado, mientras que el CIC estima un retroceso de la producción mundial del 2 % respecto a la campaña anterior, el USDA espera un crecimiento del 1 %.

Como consecuencia, las reservas respecto al consumo del conjunto de países sin contar con China, retrocedería al entorno al 19-20 %, lejos del 25 % que llegó a estar hasta la campaña 2017/18.

 

Se espera recuperación de la producción de trigo en la UE, Argentina y la India y un crecimiento en EEUU

Tras las pobres cosechas del año pasado en varias zonas debido a condiciones meteorológicas desfavorables en Europa, India o Argentina, se espera una recuperación parcial en muchas de estas áreas, incluyendo la UE. Estas mejoras permitirían recuperar niveles medios de producción en la mayoría de estas zonas, y en EEUU obtener la mejor cosecha de las últimas tres campañas.

Sin embargo, estos datos se oscurecerían primero, por la bajada en Rusia y Australia, cuya producción llegó la campaña pasada a niveles nunca vistos. También por el nuevo descenso en Ucrania, que marcada por los efectos de la invasión, cosecharía sólo un 50 % de lo que hacía hasta 2021.

 

 

El consumo muestra una mayor estabilidad, siendo la UE y China las que muestran un mayor incremento. El grueso del aumento en China se produciría en el destinado para alimentación animal, mientras que en la UE sería para alimentación humana. En este último caso, el CIC estima un retroceso del uso para piensos, mientras que el USDA prevé una estabilización.

 

 

Las exportaciones de trigo retrocederían un 6 %, en parte debido a la recuperación de la producción, a pesar del aumento del consumo.

Argentina y la UE aumentarían sus exportaciones gracias a la mejora en la producción, mientras que Rusia, a pesar de la menor cosecha de este año, seguiría aumentando sus exportaciones debido a las elevadas reservas de la histórica campaña pasada.

En contraste, Australia y Ucrania experimentarían una disminución en sus ventas debido al retroceso en su producción.

 

 

Entre los grandes países importadores, se espera que el mayor aumento de las compras se produzca en los países del norte de África, quienes aumentarían sus importaciones hasta un 10 % por segunda campaña consecutiva. Principalmente, estas importaciones provendrían de Rusia, que paulatinamente está desplazando a la UE. En el conjunto de la zona, el USDA estima que se registraría la tercera cosecha más baja de los últimos 10 años, mientras que el consumo seguiría creciendo de manera significativa tras el parón de la campaña pasada.

 

 

Como hemos visto, la evolución del precio está sujeta a muchas incertidumbres tanto climáticas como políticas. A pesar de la guerra, gracias a los acuerdos entre las partes, el trigo ha continuado saliendo por el mar Negro, aunque con grandes descuentos por el riesgo y las dificultades de las sanciones. Todos estos factores seguirán siendo determinantes durante los próximos meses.

 

Situación del mercado mundial de maíz

Tanto el CIC como el USDA prevén una recuperación en la producción mundial de cerca de un 6 % y un aumento en el consumo de alrededor de un 3 %. Esto permitiría una cierta recuperación de las reservas tras un paulatino deterioro en los últimos años. 

De esta forma, el ratio de reservas frente al consumo, dejando fuera a China por el efecto distorsionador que tiene por su gran stock, suba hasta el 12 % para ambos organismos.

 

 

El maíz es un cultivo altamente concentrado en unos pocos países. Los tres principales productores, EEUU, China y Brasil, representan el 65 % de la producción mundial de maíz, aunque países como Argentina o Ucrania también desempeñan un papel relevante en el comercio.

En la presente temporada, las condiciones climáticas favorables durante la primavera y el verano pronostican una significativa recuperación en la producción de maíz en EEUU, que superará los 40 Mt, impulsada también por el aumento de la superficie sembrada de acuerdo con el USDA. 

En la Unión Europea, el mismo organismo espera un incremento de 10 Mt en la producción, en base sobretodo a la recuperación de los rendimientos, que la Comisión Europea estima puedan incrementarse en un 30 % de media respecto a los del año pasado

Además, la presencia del fenómeno de El Niño augura una mejora del 50 % en la producción de Argentina, lo que equivaldría a unos 20 Mt más en comparación con la campaña anterior.

En el otro extremo, en Ucrania, la superficie sembrada continúa retrocediendo hasta un 30 %, y se prevé que la producción sea un 40 % menor que antes de la invasión. En Brasil, para la cosecha que se recolecte a partir del invierno, se espera un leve retroceso en el rendimiento tras la exitosa campaña 2022/23 local, con una safrinha muy buena.

 

 

Aunque existen grandes incertidumbres, se prevé que la mejora de la producción y la esperada mayor demanda impulsadas por la recuperación económica y el control de los precios, contribuyan significativamente al aumento del consumo global.

 

 

Al contrario que en el caso de las exportaciones, la compra de maíz en el mercado mundial está muy distribuida entre distintos países. Los más importantes se encuentran en el Este Asiático, con países como Japón, Corea y China que acaparan el 30 % del mercado. 

A más distancia se sitúa la UE con un 13 %, Oriente Medio con un 11 %, México con un 10 %, como otros países del Sudeste Asiático.

 

 

El desarrollo positivo de la campaña y la salida con cierta normalidad de maíz de Ucrania, habían ido provocando una desescalada continua de los precios, solo detenidas por correcciones debidas a las condiciones meteorológicas. 

Una creciente preocupación por los efectos de las altas temperaturas y sequías en Europa y en EEUU, y el bloqueo de Rusia a las exportaciones de Ucrania, parecen haber revertido esta tendencia bajista.

 

Situación de la cebada

Aunque la cebada es un cereal muy secundario ya que representa sólo un 6 % del conjunto de cereales, es un cultivo resistente y adaptable a diferentes condiciones climáticas y suelos, lo que la hace importante en regiones con condiciones climáticas adversas o en regiones en desarrollo donde la seguridad alimentaria es un problema.

En general, es un mercado muy ajustado a la producción y demanda local, con bajo peso en el comercio internacional, por lo que los balances suelen estar muy ajustados.

 

 

Tras las muy buenas cosechas de Rusia y Ucrania en la campaña pasada, se esperan importantes reducciones en ambos países, como también en la UE, que podría ver reducido su rendimiento hasta un 5 % por la sequía en la península ibérica principalmente

Todo lo contrario que sucedería en Turquía y Argentina, que podrían recuperar su producción tras unas cosechas muy bajas en la campaña 2022/23.

 

 

Las mayores variaciones en las exportaciones serían reflejo de los cambios en la producción, con el incremento de Argentina y la bajada de Australia principalmente.

 

 

El precio sigue la misma tendencia que el maíz y el trigo, creciendo impulsado por el bloqueo a Ucrania.

 

Balance campaña de cereales en España

Según los resultados provisionales del Ministerio de Agricultura, la campaña 2022/23 concluyó con importaciones que superaron los 19 millones de toneladas.

A pesar de la baja producción, el elevado volumen de importaciones, junto con la disminución del consumo debido principalmente a la reducción de la cabaña ganadera, posibilitaron la acumulación de una reserva de enlace para la siguiente campaña de 3,6 millones de toneladas, las más altas de las últimas campañas. 

Este nivel de reservas representa un 10 % del consumo.

 

 

Las distintas previsiones para la nueva campaña 2023/24 prevén unos rendimientos aún peores, que en los cereales de invierno podrían significar una reducción respecto a la campaña anterior de entre el 28 y 50 %, en el maíz del 13 al 47 % o en el girasol del 30 %.

 

 

Para poder compensar estas pérdidas, inevitablemente se deberá acudir al mercado internacional. Aunque como hemos visto las perspectivas de producción en el caso del maíz son mejores que la del año pasado, existen riesgos que habrá que tener en cuenta.

En primer lugar, el conflicto de Ucrania y las dificultades que puede imponer Rusia para presionar a la comunidad internacional. Actualmente un 30 % de nuestras importaciones de maíz y de trigo provienen de Ucrania, por lo que nuestra vulnerabilidad es mayor.

En segundo lugar, las dificultades que pueden surgir respecto al suministro de Brasil. El acuerdo que el país sudamericano firmó con China está impulsando las exportaciones de maíz al gigante asiático.

Y por último el clima, que está sujeto a grandes oscilaciones. La presencia de El Niño y las cada vez más evidentes consecuencias del cambio climático suponen el mayor riesgo a largo plazo, algo que puede haber sido subestimado hasta ahora.

 

 

Situación del mercado mundial de la soja

La campaña de la soja se espera que empiece en otoño se espera que vuelva a generar excedentes que permitan incrementar las reservas, situadas en un cómodo 31 % respecto al consumo.

De acuerdo con las previsiones del USDA, con una campaña 2022/23 más corta de lo inicialmente previsto tanto en producción como en consumo, el fuerte aumento de la producción previsto para la siguiente campaña irá acompañada de un importante incremento del consumo.

 

La producción de soja está prácticamente concentrada en EEUU y en América del Sur, en gran medida en Brasil.

El grueso de la recuperación se produciría en esta región, gracias al aumento de los rendimientos en Argentina y al ligero aumento de la superficie en Brasil.

EEUU también subiría ligeramente la producción por un aumento de los rendimientos, ya que la superficie descendió en 1.500 ha en beneficio del maíz.

 

 

El consumo subiría especialmente en Argentina tras la desastrosa campaña pasada, y en China, aunque el ritmo de crecimiento que está experimentando en su economía, más lento de lo previsto, puede rebajar estos datos a medio plazo.

 

 

El comercio mundial subiría únicamente ligeramente, menos de un millón de toneladas, siendo los países sudamericanos los que más se beneficiarían de un incremento de las exportaciones. Brasil incrementaría las ventas grano de soja y Argentina las de torta de soja (un 35 % de las 70 Mt que se exportan cada año de torta provienen de este país).

 

 

EEUU vería disminuir sus exportaciones esta campaña, ya que el aumento de la producción se vería compensado por un mayor incremento del consumo doméstico. Unas exportaciones que están estancadas ante un crecimiento de Brasil imparable, que ha incrementado su producción en un 60 % en 10 años.

En cuanto a las importaciones, el mayor descenso se produciría en las de Argentina, ya que la mala campaña del año pasado hizo que necesitase importar 3.000 t más de grano para compensar las pérdidas. Mientras que las de la China, el mayor importador mundial, y la UE no sufrirían apenas variaciones. El mayor incremento provendría de otros países asiáticos como Paquistán y Bangladesh.

En cuanto a los precios, otra oleaginosa de referencia, el girasol, ha ido cayendo en los últimos meses en un contexto de abundante oferta a escala mundial, especialmente del mar Negro. No obstante, el bloqueo a Ucrania está encareciendo los precios.

Por otro lado, la soja empezó a subir en junio por la preocupación de los efectos de la sequía en EEUU junto con un mayor consumo interno de aceite para biocarburantes.

 

Conclusiones

La campaña de cereales en nuestro país ha sido nuevamente afectada por la sequía, y las altas temperaturas. Esta situación ha llevado a niveles históricos de daño y pone de relieve una preocupante tendencia al aumento de los daños por estos fenómenos.

En el contexto global, las perspectivas son más alentadoras, aunque preocupa el impacto de la falta de agua y altas temperaturas en el norte de Europa y Estados Unidos, y el posible efecto del fenómeno El Niño en países clave para la producción.

Según los informes de julio del departamento de Agricultura de EEUU (USDA) y del Consejo Internacional de Cereales (CIC), se espera una recuperación en la producción de cereales respecto a la campaña pasada y un aumento en el consumo.

Para ambos organismos, el aumento de la producción de maíz sería suficiente para compensar su mayor consumo, pero no en el caso del trigo. El balance del conjunto de cereales sería positivo para el USDA, lo que permitiría recuperar unas reservas que habían ido descendiendo paulatinamente en los últimos años. Aunque el CIC estima que se seguiría produciendo un deterioro.

El mercado seguía una tendencia bajista desde los máximos del verano pasado, únicamente interrumpida por ciertas preocupaciones por el clima desde junio y, más aún, por la negativa de Rusia a prorrogar los acuerdos de cereales del mar Negro. Aunque Turquía, el garante del acuerdo, ve posible retomarlo en agosto, el conflicto será mientras dure, una fuente de inestabilidad.

A pesar de estas grandes incertidumbres, la bajada de los costes y la reactivación de la demanda, por la moderación de los precios y el crecimiento de la economía, contribuirán a estabilizar el mercado de los cereales.

España enfrenta un escenario desafiante con una baja producción de cereales, lo que requerirá recurrir al mercado internacional para compensar las pérdidas, pero existen riesgos relacionados con el conflicto en Ucrania, suministros de Brasil y la mayor exposición a riesgos climáticos.