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Algunos datos sobre el compromiso con la sostenibilidad de la agricultura española

Economía Circular y Bioeconomía
Energías Renovables
En los últimos años, la agricultura española ha realizado un importante esfuerzo en modernización de regadíos, producción integrada, prácticas ecológicas, eficiencia, valorización de subproductos e incorporación de energías limpias
Cultivo de almendra


09 December 2022

A menudo leemos o escuchamos el término “sostenibilidad” ligado al sector primario en multitud de noticias o informes especializados. Pero ¿realmente se están cumpliendo las premisas necesarias para poder afirmar que nuestros cultivos son cada vez más sostenibles? 

Para tratar de aportar respuestas a esta cuestión a partir de los datos disponibles, nos hemos propuesto analizar una serie de indicadores determinantes en este sentido, con la finalidad de conocer la realidad y la aportación de cada uno de ellos a la sostenibilidad de nuestro sector.

Gestión del agua

La principal fuente de suministro de agua para el regadío en España es la superficial, que representa el 68 %, seguida del agua subterránea (26 %). 

Teniendo en cuenta que, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en septiembre de 2022 la reserva hídrica peninsular (uso consuntivo) se situaba en un 28,5 % de su capacidad (11.031 hm³), valor muy inferior a la media de los últimos 5 años (39,2 %), sería bueno preguntarse qué ocurre con las aguas residuales o las desalinizadas. 

Actualmente estas tan solo representan el 1,6 % y 0,6 % del total consumido, respectivamente. El cambio climático y la escasez de agua en ciertos territorios están provocando que se tomen medidas para incrementar el uso de agua desalada, que, considerando la importancia agrícola de las provincias costeras, se considera un aspecto fundamental de cara al futuro poder incrementar la capacidad de desalación y poder así garantizar el suministro en estas zonas. 

Otro aspecto de gran interés es poder aumentar el uso de aguas regeneradas en los grandes municipios y usar una parte en nuestros regadíos. Lo anterior supone una mejora en la gestión medioambiental, ya que, a la vez que se aprovechan mejor los recursos hídricos, se evita el vertido de aguas residuales directamente al mar o a los cauces fluviales. Un ejemplo de este uso es la Región de Murcia, en la que se regeneran unos 110.000 hm³/año, en su gran mayoría para un uso agrícola. 

Por tanto, se entiende que aún queda bastante recorrido para mejorar la gestión del agua. En la medida en que se pueda incrementar el uso de aguas regeneradas y desaladas, podrá mejorarse la dotación hídrica de nuestros regadíos, con una menor necesidad de uso del agua embalsada o bien una menor extracción de aguas subterráneas, lo que en definitiva que contribuirá a la recuperación de los acuíferos inferiores en las zonas más sobreexplotadas. 

Modernización de los regadíos

En los últimos años se está produciendo una importante modernización en nuestros regadíos, ya que un gran número de comunidades de regantes presentaban infraestructuras obsoletas y antiguas, cuya eficiencia era baja, y las pérdidas de agua en los sistemas de conducción eran considerables.

Hasta el 31 de diciembre de 2021, SEIASA (Sociedad Mercantil Estatal de Infraestructuras Agrarias) ha realizado a escala nacional la modernización de más de 553.724 hectáreas de regadío, beneficiando a más de 196.823 regantes, con una inversión total cercana a los 2.000 millones de euros en un conjunto de 288 actuaciones finalizadas.

Recientemente, el Ministerio de Agricultura anunciaba que durante los próximos 6 años va a invertir más de 2.100 millones de euros destinados a la modernización de los regadíos españoles, apoyando así la transformación de las instalaciones actuales hacia sistemas más eficientes, rentables y sostenibles.

El ahorro que conlleva este tipo de inversiones, tanto energético como en volumen de agua y en gestión más eficiente, hace puedan amortizarse en plazos acordes a los cultivos instaurados en sus zonas regables, dependiendo de la rentabilidad de estos. Al mismo tiempo permite garantizar el futuro agrícola en los ámbitos de actuación de cada comunidad de regantes, con la componente social que conlleva de cara a las próximas generaciones.

Empleo de energías renovables

El coste energético agrario se ha visto incrementado de forma considerable en los últimos años, pasando de 1.320 millones de euros en 2009 hasta los 2.295 millones que se estimaban para 2021. En el año que ahora termina, 2022, teniendo en cuenta la coyuntura actual que estamos atravesando, este gasto se incrementará de forma considerable.

De cara a optimizar estos costes energéticos se están llevando a cabo instalaciones de energías renovables, y según datos de Red Eléctrica, estas energías verdes contribuyeron al 46,7 % de la generación eléctrica total nacional, un 2,7 % superior a la cuota del año anterior, que ya en su momento fue récord.

Dentro de las energías renovables, en los últimos años están teniendo gran importancia las instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo, permitiendo con el propio ahorro contribuir a la amortización de estas en periodos de retorno de la inversión inferiores a 7 años, dependiendo del tipo de consumo.

Según UNEF, en 2021 se instalaron 1.203 MWn de autoconsumo fotovoltaico, siendo el total acumulado de 2.742 MWn, mostrando así la importancia de este tipo de instalaciones en la actualidad. 

 

 

Existen distintas ayudas que apoyan este tipo de inversiones. Una de ellas fue aprobada en junio de 2021: se trata del RD 477/2021 para conceder 660 millones de euros, ampliables a 1.320 millones, en ayudas para las instalaciones de autoconsumo, almacenamiento detrás del contador y climatización con energías renovables.

El sector agroalimentario, en sus distintas fases, está abordando proyectos ligados con el empleo de energías renovables, que no cabe duda están contribuyendo a su sostenibilidad.

Mejora en la conservación de suelos

Son numerosas las ventajas de una buena conservación del suelo agrícola, como incrementar la productividad, reducir la erosión o mejorar la infiltración del agua, entre otras. Y para ello en cultivos herbáceos extensivos se aplican técnicas como la rotación de cultivos, que permiten mitigar la aparición de plagas, y añadir nitrógeno a la tierra con leguminosas, por ejemplo. 

En zonas de alta pendiente se suelen realizar las plantaciones siguiendo el contorno de las curvas de nivel, para de este modo intentar frenar las escorrentías. Y otro aspecto importante es la conservación de los organismos del suelo para mejorar su estructura.

En los cultivos leñosos, según datos sobre las técnicas del mantenimiento del suelo según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos Cultivos (ESYRCE), queda patente la concienciación de los agricultores por llevar a cabo técnicas que beneficien la conservación del suelo, y por tanto mejoren la fertilidad de este. 

En este sentido, hay que destacar que tan solo el 16 % de la superficie realiza laboreo tradicional, mientras que las técnicas de laboreo mínimo y cubierta vegetal espontáneo son las más representativas y a su vez beneficiosas para la conservación del suelo, y representan el 41 % y 23 %, respectivamente. 

 

 

La nueva PAC también va encaminada a estos propósitos. De hecho, los cultivos leñosos se podrán acoger a ayudas vinculadas a eco-regímenes de cubiertas vegetales o cubiertas inertes de restos de poda. Otras opciones podrán ser la creación de espacios de biodiversidad en tierras de cultivo y cultivos permanentes. 

Además de la conservación de los suelos, existen distintas técnicas relacionadas con el manejo sostenible, como por ejemplo el empleo de control biológico contra plagas, que ha experimentado un crecimiento muy importante en los últimos años, que vinculado con la instauración de setos vegetales de plantas autóctonas, favorece la biodiversidad, y permite que la fauna auxiliar pueda hospedarse en estas plantas para en la siguiente campaña continuar siendo depredadores de los insectos plaga de nuestros cultivos.  

Agricultura ecológica

La superficie destinada a agricultura ecológica está incrementándose de forma importante durante los últimos años, hasta llegar a ocupar una extensión de 2,6 millones de hectéras en 2021. Entre los grupos de cultivos que más se han incrementado en los últimos años destacan frutos secos, subtropicales, cítricos y olivar.

 

 

Este gráfico pone de manifiesto la importante demanda que en los últimos años están teniendo los productos ecológicos, que el consumidor asocia a una alimentación más saludable. Y prueba de ello se demuestra en las ventas de alimentación y bebidas ecológicas o bío, en hipermercados y supermercados que, según datos de Alimarket, han pasado de 529 millones de euros en 2019 a superar los 652 millones en 2021. 

Los productos que aportan una mayor cuantía a esta facturación son la alimentación seca (cereales, comida vegetariana, etc.) y lácteos, frutas y hortalizas, que conjuntamente engloban el 73 % de las ventas anuales de productos ecológicos.

Gestión de subproductos 

Existen muchos tipos de residuos agrarios, como son plásticos, envases, productos fitosanitarios, subproductos animales no destinados al consumo humano, restos vegetales y otros residuos.

El incremento de los costes de cultivo está propiciando que cada vez tenga más sentido poner en valor los subproductos para poder contribuir a incrementar los ingresos, mejorando así el margen de explotación. 

De esta manera los restos vegetales, residuos hortofrutícolas, residuos generados en la plasticultura, etc., se pueden convertir en alimentos, piensos, productos biológicos y bioenergía, generando nuevos modos de suministrar estos recursos sin agotar nuestras materias primas.

En lo que respecta a alimentación animal, es importante aplicar los residuos de cosecha y los agroindustriales para reducir la dependencia de los cereales en la fabricación de piensos. 

Los residuos de cosechas aplicados en la alimentación animal contribuyen a reducir las emisiones de metano de los rumiantes, mejoran la calidad de la leche, reducen el contenido en grasa de la carne producida, etc. 

Según datos el MAPA, en los últimos 10 años se ha incrementado el valor del pienso consumido en España en un 34 %, hasta alcanzar en 2021 los 14.235 millones de euros. 

En la situación actual se plantea un posible problema de escasez de cereales, debido entre otras cuestiones a las restricciones de importaciones desde Ucrania, esto ha provocado un importante aumento en el precio. Una de las medidas puede ser incorporar en el proceso de fabricación subproductos agroindustriales o residuos de cosechas, consiguiendo así reducir el coste de fabricación, minorar la contaminación medioambiental, etc., contribuyendo así a mejorar la sostenibilidad del sector ganadero. 

Según APE Europe, el destino de los plásticos agrícolas tras la finalización de su uso es principalmente su eliminación en vertederos, tan solo se recicla el 28 %, mientras que el restante 30 % se emplea para la recuperación de energía. 

Uno de los cultivos de los que se obtiene una cantidad importante de subproductos es el olivar, ya que, en la elaboración del aceite de oliva se obtienen tanto el hojín, alperujo, orujillo o el hueso de aceituna. Sus usos posteriores puedes ser diversos, destacando la generación eléctrica (bioenergía) y térmica, según se muestra en el siguiente gráfico.

 

 

Relevo generacional

Para poder garantizar la componente social de la sostenibilidad, es importante que exista un relevo generacional en el sector, ya que, más del 41 % de los jefes de explotación son mayores de 65 años

 

 

El sector agroalimentario en la actualidad está inmerso en la “era digital”, siendo muy importante la adopción de las nuevas tecnologías y la aplicación del conocimiento agrario. 

Por este motivo gana una mayor importancia la formación de nuestros empresarios, para que el conocimiento que puedan atesorar puedan aplicarlo en sus explotaciones, para poder realizar una mejor gestión empresarial

Como se puede observar en el siguiente gráfico, el 76 % de los jefes de explotación no tienen ningún tipo de formación académica o agraria, tan solo cuentan con experiencia en sus explotaciones, que no cabe duda es un aspecto muy importante, pero también lo es la formación académica y agraria. 

 

 

Contamos con un sector sostenible, innovador, profesional en sus distintas fases de la cadena alimentaria, y con capacidad de incorporar nuevas tecnologías. Por tanto, entendemos que es un sector donde las jóvenes generaciones deben sentirse atraídos para seguir mejorándolo, creciendo y viendo en el mismo un futuro prometedor.

NUESTRA LABOR DE TRANSFERENCIA

 

En Cajamar llevamos décadas fomentando la sostenibilidad del sector agroalimentario mediante el apoyo financiero a proyectos innovadores relacionados con el empleo de energías renovables o modernización de regadíos, el asesoramiento personalizado a profesionales, empresas y cooperativas por parte de los expertos de nuestros centros experimentales y, más recientemente, a través de Plataforma Tierra, nuestra comunidad digital de conocimiento, y Cajamar Innova, nuestra incubadora de startups especializada en proyectos de alta tecnología para la gestión eficiente del agua.