16 September 2025
El panel Intergubernamental IPCC sobre Cambio Climático considera el manejo de residuos orgánicos y la adición de materia orgánica exógena como las prácticas de mayor potencial mitigador de los GEI (gases de efecto invernadero) y cambio climático.
El incremento de precios de los fertilizantes minerales y las posibles soluciones para valorizar los materiales orgánicos residuales ha hecho que el sector busque alternativas a los productos minerales mediante la sustitución por materias orgánicas de distintos tipos y orígenes.
Objetivo para 2030
Hay que recordar que el Real Decreto 1051/2022, que establece normas para la nutrición sostenible de los suelos agrarios, establece como meta reducir para 2030, al menos a la mitad, las pérdidas de nutrientes sin deteriorar la fertilidad del suelo, incrementando el nivel de materia orgánica y reduciendo así el uso de fertilizantes en al menos un 20 % para esa fecha.
Existen diferentes fórmulas y propuestas que nos permiten aprovechar mejor los restos vegetales o biomasa de una parcela, evitando quemas y un mal uso estos restos. Así como los posibles problemas que puedan ocasionar, poniendo en valor el papel y las posibilidades que tienen esos restos vegetales tanto en frutales, hortalizas; y también en el caso de la planta ornamental, los restos de jardinería, los forestales y los lodos de depuradora.
Siempre se han utilizado los estiércoles como fuente de materia orgánica, siendo una práctica muy recomendable por los beneficios que supone en el aporte nutricional de los cultivos. El estiércol mejora los suelos, tanto en su estructura como en la riqueza microbiana, consiguiendo suelos más equilibrados y resilientes frente a la presencia de plagas y enfermedades.
Sin embargo, existen otras fuentes de materia orgánica que hay que considerar y potenciar en el manejo agronómico de las explotaciones. Quizás se pueda pensar en un proceso de sustitución de los productos de síntesis, y posiblemente tenga más sentido una integración, pero lo que queda claro es que la gestión de la materia orgánica se debe realizar de forma diferente a la clásica fertilización mineral. Esto es debido a la alta variabilidad de los materiales, a su transformación y mineralización condicionada por numerosos factores como temperatura, humedad, grado de estabilización, aireación y carga microbiana propia.
El triturado de restos de poda entre las líneas de cultivo es cada vez más una práctica habitual, exceptuando parcelas que no están preparadas para la entrada de tractores con trituradores de leña.
Con este tipo de prácticas se aprovecha para realizar siegas de posibles cubiertas vegetales, retornando al suelo los nutrientes que la planta ha tenido que extraer y mejorando así el contenido en materia orgánica. Esta técnica de mulching favorece el contenido en humedad del suelo, la microbiota y la captación del carbono, por lo que es una práctica cultural recomendable como estrategia para reducir la huella de carbono. También mejora la retención de las hojas que se renuevan en cultivos de hoja perenne y en mayor medida aquellos de hoja caduca, potenciando los efectos anteriormente indicados.

Aplicando estas estrategias se reduce la erosión del suelo, se incrementa el contenido en materia orgánica, se mejora la infiltración y por lo tanto el balance de agua en el suelo.
Una fórmula de gestión de estos restos, junto con los de jardinería y forestales, reside en la posibilidad de destinarlos a compostar o para alimentar plantas de biogás y, con el digestato de estas plantas de transformación, utilizarlo posteriormente como ingrediente en el compostaje.
Para analizar el posible impacto de estas plantas (biogás y/o compostaje) no debemos perder de vista las posibilidades que nos aportan los restos vegetales de la jardinería en los pueblos y las ciudades o las zonas residenciales, y es que para mantenerlos en buenas condiciones se generan una cantidad de biomasa ingente.
En esa misma línea también entraría la limpieza de bosques, generando así una economía que haría más fácil entender la necesidad de conservar el medio.
Triturado en hortícolas
En los cultivos hortícolas, este tipo de prácticas, se traducen en la incorporación en verde de los restos de cultivo, que pueden mejorar la producción y fertilidad del suelo. La aplicación de estos deshechos puede redundar en diferentes efectos beneficiosos, caso del ahorro en las necesidades de productos fertilizantes y la disminución de las emisiones de CO2 a la atmósfera, con la subsiguiente repercusión en la mitigación del calentamiento global.
Experiencias realizadas en el Centro de Experiencias Cajamar en Paiporta (Valencia) durante el período 2003-2009, demostraron que la incorporación de los restos vegetales causa una mejora significativa de la fertilidad y calidad del suelo. Cuando este tipo de práctica se comparó con la recogida y quema de los restos de cosecha, se produjo un incremento de la producción en torno al 15 %, una mejora de la actividad enzimática de la deshidrogenasa, de la biomasa microbiana, de la materia orgánica y del nitrógeno orgánico, esenciales para la fertilización orgánica favoreciendo altos índices de sostenibilidad.

Biochar
Otra posibilidad de gestión de los restos de biomasa es la obtención de biochar por medio de la combustión anaeróbica (pirólisis), tratada en un artículo anterior. El potencial de la producción de ese carbón vegetal está en función de la biomasa residual. Agronómicamente el biochar puede jugar un papel muy importante para su uso en el postratamiento y se puede triturar y mezclar para elaborar compost, obteniendo así fertilizante órgano mineral.
El recubrimiento del biochar en procesos de humificación:
- Aumenta los compuestos y las sustancias húmicas en el compostaje.
- Tiene utilidad como absorción de gases e incrementa la porosidad del material.
- Mejora la fertilidad física y microbiológica del medio.
- Ayuda a la eliminación de contaminantes.
De este modo, el biochar se muestra como un mejorador del suelo, con capacidad de reducir emisiones de gases invernadero. Como uso agronómico se puede destinar a incrementar la materia orgánica, incorporándolo al suelo para incrementar la capacidad de almacenar agua y nutrientes, reducir la acidez, las pérdidas de nitratos en el drenaje y las emisiones de amonio. Además, se puede utilizar como aditivo en las plantas de biogás y como ya se ha indicado en el proceso de compostaje.
Estas estrategias pueden ayudar a mantener un suelo vivo, brindando muchos servicios al ecosistema, como: la mejora de secuestro de carbono, disponibilidad de nutrientes, regulación del ciclo del agua y producción de alimentos.
Todo ello nos recuerda que debemos cuidar los suelos como organismos vivos y así proveer de nutrientes de forma sostenible a los cultivos para su desarrollo.