
05 May 2025
Resumen ejecutivo
La campaña 2024/25 ha supuesto una notable recuperación para la producción mundial de aceite de oliva, que ha alcanzado los 3,325 millones de toneladas, frente a los 2,439 millones del ciclo anterior, lo que representa un incremento del 36,3 %. Esta mejora global refleja una tendencia de recuperación tras una campaña 2023/24 marcada por condiciones climáticas adversas y bajos rendimientos.
En el arco mediterráneo, esta recuperación también se ha hecho evidente. Países como Grecia, Portugal, Marruecos, Túnez y Turquía (sin contar España) han producido en conjunto cerca de 1,5 millones de toneladas, lo que supone un aumento del 24,7 % respecto al año anterior. Buena parte de este crecimiento proviene de fuera de la Unión Europea, mientras que Italia destaca por ir a contracorriente con una caída notable del 24,5 %.
En España, por su parte, con más de 1,4 millones de toneladas, la producción ha crecido un 65,3 % respecto a la campaña previa anterior, convirtiéndose en la tercera más alta de la última década. Andalucía ha sido clave, aportando más del 75 % del total nacional y aumentando su volumen en un 84 %. También se han visto mejoras en Castilla-La Mancha y Extremadura, aunque regiones como Cataluña han sufrido descensos.
El fuerte aumento en la producción ha hecho crecer las existencias en un 51,4 % hasta marzo de 2025. Aunque la salida al mercado está siendo ágil, la oferta está superando a la demanda, lo que ha empezado a empujar los precios a la baja. El virgen extra, por ejemplo, ha caído un 40 % en un año y el precio medio de campaña (octubre-abril) se sitúa en torno a los 488 €/100 kg. Una tendencia que también se da en países como Grecia, mientras que en Italia los precios se mantienen altos por su menor producción.
Con los almacenes llenos y unas lluvias abundantes en 2025 que auguran otra buena cosecha, es probable que la presión sobre los precios se mantenga durante los próximos meses.
En el plano del consumo, se espera un repunte tanto a nivel global (+19,3 %) como en Europa (+31,4 %). En España, a pesar de que los precios llegaron a rozar los 9 €/L en abril de 2024, el consumo no se desplomó como cabría esperar. Desde 2020, los hogares han comprado un 38 % menos en volumen, pero el gasto total ha subido un 70 %, lo que demuestra que el aceite de oliva sigue siendo un producto esencial en la dieta española.
Ahora bien, cuando los precios empiezan a bajar, el consumo reacciona rápidamente. Gracias a la mejora económica y a las promociones en los puntos de venta, los hogares han vuelto a llenar sus despensas. Este repunte se nota especialmente en los aceites de mayor calidad. Entre septiembre y noviembre de 2024, el consumo doméstico general aumentó un 32 % frente al segundo trimestre del año, y en los aceites vírgenes y virgen extra el salto fue aún mayor de un 46 %. Aunque los precios de estos aceites también bajaron -un 14,5 % y un 13,7 % respectivamente-, lo hicieron en menor medida que el incremento del consumo.
Aun así, el consumo todavía no ha recuperado los niveles de antes de la pandemia: si se compara el último año con 2019, sigue siendo un 32,8 % inferior.
En el comercio exterior, las exportaciones han mejorado respecto a la campaña anterior, destacando el crecimiento hacia Italia (+66,7 %). En cambio, en mercados como Estados Unidos, las ventas cayeron ligeramente tanto en volumen (-1,6 %) como en valor (-12,7 %), aunque tuvieron un repunte en los primeros meses de 2025 por la bajada de precios y el temor al conflicto arancelario.
Producción
La campaña 2024/25 ha supuesto una notable recuperación para la producción mundial de aceite de oliva, que ha alcanzado los 3,325 millones de toneladas, frente a los 2,439 millones del ciclo anterior, lo que representa un incremento del 36,3 %. Esta mejora global refleja una tendencia de recuperación tras una campaña 2023/24 marcada por condiciones climáticas adversas y bajos rendimientos.
En el arco mediterráneo, esta recuperación también se ha hecho evidente. Con un total estimado de 1.493.000 toneladas entre Italia, Grecia, Portugal, Marruecos, Túnez y Turquía, frente al 1.197.000 toneladas de la campaña anterior, se prevé un incremento de este conjunto de países, del 24,7 % respecto al ciclo 2023/24. No obstante, dentro de esta tendencia al alza, destaca el acusado retroceso de Italia, único país del grupo que rompe con la dinámica positiva y registra una caída significativa en su producción.
Por regiones, los países contemplados de fuera de la Unión Europea registran un crecimiento notable, alcanzando las 800 mil toneladas (+55 %). El aumento más pronunciado corresponde a Turquía, cuya producción se ha recuperado con fuerza hasta alcanzar las 350 mil toneladas, frente a las 190 mil del año anterior (+84,2 %).
También destaca Túnez, que duplica prácticamente sus cifras con 340 mil toneladas estimadas (+54,5 %). Marruecos, aunque con un crecimiento más moderado, también mejora ligeramente sus cifras hasta situarse en las 110 mil toneladas (+3,8 %).
Dentro del ámbito comunitario (excluyendo a España), Grecia lidera la recuperación con una producción prevista de 250 mil toneladas, lo que supone un aumento del 30,2 % respecto a la cosecha anterior. También sube Portugal, que pasaría de 160,9 mil toneladas a 195 mil (+21,2 %), mientras que Italia experimenta una notable caída, situándose en 248 mil toneladas frente a las 328,5 mil del año previo (-24,5 %).
Este conjunto de datos muestra un escenario con una producción global mayor que la del año anterior, aunque todavía con fuertes contrastes entre zonas y con la incertidumbre habitual marcada por el clima y los ciclos bienales del cultivo.
La producción de aceite en España durante la campaña 2024/25 se espera que llegue a 1.406.913 toneladas, una cifra que mejora de forma considerable las expectativas generadas tras dos años de cosechas excepcionalmente bajas.
Este volumen supone un incremento del 65,3 % respecto a la campaña 2023/24 y un 16,2 % por encima de la media de los últimos diez años (1.210.306 t), lo que devuelve cierta normalidad tras un periodo marcado por la sequía y las extraordinariamente bajas producciones.
Si se cumplen las previsiones de producción, la campaña 2024/25 se situaría como la tercera mayor de la última década, sólo por detrás de las de 2018/19 y 2021/22, y con cifras similares a las alcanzadas en 2015/16 y 2020/21. Aunque está lejos de las grandes campañas récord, como la de 2018/19, los datos actuales permiten hablar de una recuperación técnica, impulsada por una climatología más favorable durante fases críticas del cultivo, como la floración y el cuajado del fruto.
Por comunidades autónomas, el aumento de la producción ha sido generalizado, aunque con distinta intensidad. Andalucía vuelve a liderar el volumen nacional con previsiones de 1.049.700 toneladas, lo que representa un crecimiento del 84 % respecto a la campaña anterior. También Castilla-La Mancha muestra una evolución positiva, alcanzando las 136.690 toneladas, un 34,1 % más que en 2023/24.
En el caso de Extremadura, la producción se mantiene estable, con un ligero incremento hasta las 84.540 toneladas (+4,8 %), mientras que Cataluña acusa de nuevo los efectos de la sequía, reduciendo su volumen hasta 14.300 toneladas, lo que representa una caída del 50,5 % respecto a la campaña anterior. El conjunto del resto de comunidades autónomas también refleja una disminución, con 32.170 toneladas, un -41,3 % frente al ejercicio previo.
Por tanto, la recuperación se ha concentrado fundamentalmente en Andalucía, cuya representatividad sobre el total nacional ha vuelto a reforzarse, proyectándose por encima del 75 % del volumen total nacional esperado.
Demanda: consumo interno y exportaciones
Para la campaña 2024/25, se espera una notable recuperación en el consumo de aceite de oliva tanto a nivel mundial como europeo, tras dos campañas marcadas por fuertes caídas productivas y tensiones en el mercado.
A escala mundial, el consumo podría alcanzar los 2,971 millones de toneladas, un 19,3 % más que en 2023/24, mientras que en la Unión Europea se espera un repunte todavía más pronunciado, con un crecimiento del 31,4 %, hasta los 1,445 millones de toneladas. Aun así, conviene insistir en que estas cifras son provisionales y que los diferentes organismos nacionales e internacionales ajustarán sus previsiones a medida que avance la campaña.
Los datos de los boletines de mercado del Ministerio de Agricultura, se alinean con estas previsiones, mostrando un comportamiento notablemente más dinámico del mercado del aceite de oliva en la campaña 2024/25. Entre octubre y febrero, las salidas totales se han incrementado un 22,1 % respecto al mismo periodo de la campaña anterior, impulsadas tanto por la recuperación del consumo interno como por una mayor actividad exportadora. El mercado interior acumula hasta febrero un volumen de 230.300 toneladas, lo que supone un aumento interanual del 27,4 %, mientras que las exportaciones alcanzan las 357.700 toneladas, con un crecimiento del 18,8 %.
Sin embargo, este aumento de la demanda no ha compensado por completo el fuerte repunte de la producción que, cómo se ha dicho anteriormente, se prevé que crezca un 64 % respecto a la campaña anterior. Como resultado, las existencias se han incrementado de forma considerable, siendo un 55 % más en febrero de 2025 respecto a febrero de 2024.
Consumo interno
Si nos fijamos en el mercado español, entre diciembre de 2020 y noviembre de 2024, el consumo de aceite de oliva en los hogares ha experimentado una clara tendencia a la baja. Tengamos en cuenta que es un periodo que parte del máximo consumo en hogares provocado en 2020 por la pandemia y los mínimos de 2024 ocasiones por la falta de oferta e incremento de precios.
Durante ese periodo, las cifras mensuales oscilaron entre un máximo de 46.000 toneladas en marzo de 2022 y un mínimo de 17.000 en junio de 2024. Hacia finales de 2024, últimos datos disponibles, el consumo parece haberse estabilizado en torno a las 24.000 toneladas al mes.
En paralelo, el precio medio por litro que se desprende del panel ha subido con fuerza: pasó de 2,98 €/l en diciembre de 2020 a rozar los 9 €/l en abril de 2024. Aunque luego bajó ligeramente, se mantenía cerca de los 7 €/l al final del año. Si combinamos el volumen de consumo con los precios, el gasto total de los hogares en aceite de oliva fue desde unos 98,7 millones de euros en diciembre de 2020 hasta unos 191 millones en noviembre de 2024.
A pesar de que el gasto total ha aumentado un 70 % en estos cuatro años y que el precio se ha disparado un 172 %, el volumen consumido ha bajado 'solo' un 38 %. Esta diferencia revela algo importante: el consumo de aceite de oliva no reacciona con tanta fuerza a las subidas de precio. Por cada 1 % que sube el precio, el consumo baja menos de la mitad de ese porcentaje. En otras palabras, es un producto con una demanda bastante rígida.
Esto tiene una explicación lógica: el aceite de oliva es un ingrediente fundamental en la cocina española. Su compra está muy arraigada en los hábitos de consumo, lo que hace que, aunque se compre menos, el gasto global siga creciendo. De hecho, incluso en los meses con menos consumo, los hogares siguen destinando más de 150 millones de euros al mes a este producto. Todo esto confirma que el aceite de oliva sigue siendo un bien esencial para la mayoría de familias, incluso en épocas de precios altos.
Evolución de la cantidad consumida y el precio medio pagado en los hogares españoles

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio de Agricultura (panel de consumo).
Ahora bien, cuando los precios bajan, también se nota una recuperación en el consumo, y esta vez el efecto es más rápido. La mejora económica del país y las ofertas en el mercado están ayudando a que la gente vuelva a comprar más.
Este repunte es aún más visible en los aceites de mayor calidad y de mayor formato. Entre septiembre y noviembre de 2024, el consumo general de aceite en los hogares fue un 32 % superior al del segundo trimestre del año. Pero en el caso de los aceites vírgenes y virgen extra, el aumento fue del 46 %. Aunque los precios también han bajado, lo han hecho en menor proporción: un 14,5 % y un 13,7 % respectivamente.
A pesar de esta recuperación reciente, los niveles de consumo todavía no han alcanzado los valores previos a la pandemia. Si miramos los últimos 12 meses, el consumo total de aceite sigue siendo un 32,8 % menor que en 2019.
Estos datos los datos globales de consumo siguen por debajo de los niveles previos a la pandemia. Los datos de consumo global de aceite de los últimos 12 meses siguen siendo un 32,8 % inferiores a los de 2019.
Exportaciones
En lo que respecta al mercado exterior, en comparación con la campaña anterior, el volumen exportado ha sido superior en todos los meses analizados, con especial intensidad en enero y febrero.
Analizando los principales destinos de las exportaciones españolas, destaca de forma muy clara el notable incremento de las ventas a Italia, que crecen en volumen un 66,7 % interanual hasta alcanzar las 126.861 toneladas en los cuatro primeros meses de la campaña por un valor de 657,9 millones de euros (+8,7 % interanual).
Este aumento pone de manifiesto por un lado la dependencia de Italia del aceite de oliva español como complemento a su oferta nacional, especialmente baja en esta campaña, y por otro lado, también muestra una paradoja del comportamiento exportador español: pese a contar con una producción muy superior a la del año anterior, una mayor necesidad de dar salida al producto y una caída pronunciada de los precios, el único mercado que ha absorbido significativamente más cantidad de aceite español hasta enero ha sido Italia.
En el entorno comunitario, el volumen de las exportaciones a Francia (+4,3 %), Portugal (+5,2 %) y Bélgica (+76,8 %) muestran un comportamiento positivo, mientras que Alemania (-17,5 %) registra una evolución negativa, posiblemente como consecuencia de las dudas de su economía. Estas variaciones a su vez están repercutiendo en la evolución de los ingresos obtenidos en estos países. Cabe destacar también el aumento de las exportaciones a mercados terceros de menor volumen, pero creciente interés estratégico, como Australia (+43,6 %), que, aunque aún representa cuotas pequeñas del total, reflejan un potencial de diversificación en destinos no tradicionales.
En el caso de Estados Unidos, se observa una disminución en las exportaciones de aceite de oliva español. Entre octubre de 2024 y febrero de 2025, se exportaron aproximadamente 48 mil toneladas, por un valor total de alrededor de 339 millones de euros. Esto representa una caída del 1,6 % en volumen y del 12,7 % en valor con respecto al mismo periodo de la campaña anterior, lo que refleja una notable reducción en los precios de exportación.
Durante ese mismo periodo, las importaciones estadounidenses de aceite de oliva procedente de Italia alcanzaron las 43 mil toneladas (un 4 % menos), con un valor aproximado de 383 millones de euros (un 4 % más). Es decir, a pesar de un contexto global de descenso de precios en el mercado internacional, el aceite italiano ha conseguido mantener su valor en exportación.
Estados Unidos representa cerca del 18 % de las importaciones mundiales de aceite de oliva. Antes del inicio del conflicto arancelario, tanto el consumo como las compras del país venían creciendo, y para esta campaña se esperaba un aumento de unas 14 mil toneladas, lo que supondría un 4 % más que en la anterior.
Hasta mayo del año pasado, las importaciones de aceite desde Europa y Túnez habían ido en aumento. Sin embargo, los altos precios y las buenas expectativas de cosecha en países como España, Turquía y Túnez provocaron una desaceleración en las compras, que se mantuvo hasta enero de 2025. A partir de ese momento, las importaciones repuntaron con fuerza, impulsadas por la bajada de precios y el temor a la posible imposición de nuevos aranceles.
No es la primera vez que Trump impone aranceles al aceite de oliva español. Durante su anterior mandato, ya aplicó tarifas al aceite envasado. Sin embargo, con la llegada de Biden a la presidencia, se alcanzó un acuerdo que, en gran medida, favoreció el crecimiento posterior del sector.
En los próximos meses, la evolución del mercado dependerá en gran medida del impacto que tengan los aranceles sobre el consumo, especialmente el de aceite de oliva. No hay que olvidar que en la campaña 2022/2023 el consumo llegó a caer casi un 10 % como consecuencia del aumento de la inflación. Aun así, la notable caída de los precios -que en febrero de 2025 eran un 40 % más bajos que un año antes, situándose en niveles similares a los de marzo de 2023- podría favorecer el mantenimiento de la demanda.
Existencias y precios
Al inicio de la campaña las existencias iniciales se situaban en 141.000 toneladas, una cifra considerablemente baja que representa tan solo el 35 % del promedio registrado para esta variable en el último lustro. Esta situación fue consecuencia directa de la acumulación de dos campañas consecutivas con niveles de producción especialmente reducidos, lo cual generó una notable escasez de producto disponible al comenzar el nuevo ciclo.
Sin embargo, a lo largo de los primeros meses de la campaña actual, se ha observado una evolución muy positiva en los niveles de existencias, con un ritmo de crecimiento promedio del 67 % mensual. Como resultado de esta tendencia, en febrero de 2025 el volumen acumulado alcanzó 1.102.700 toneladas, pasando a 996.468 toneladas en marzo.
Estas cifras no solo representan un notable incremento del 51,4 % en comparación con el mismo mes del año anterior (marzo de 2024), sino que además ha superado el promedio histórico de existencias registrado durante los últimos cinco años. En esta línea, cabe destacar que el pico de existencias se ha registrado en febrero, tanto a nivel nacional como internacional, lo que supone un cambio respecto a campañas anteriores, en las que este máximo solía alcanzarse en enero debido al adelanto de las campañas por las elevadas temperaturas.
Asimismo, las previsiones apuntan a que, mientras que en el caso de España las existencias finales pueden situarse por encima de los niveles medios, a nivel mundial los stocks finalizarán cerca de dicho umbral. Esta aparente divergencia es compatible si se tiene en cuenta la baja producción registrada en Italia, que ha influido en la configuración del balance global.
Por tanto, destaca la rápida recuperación de las existencias, dado que, pese a la buena evolución de las salidas registradas en los primeros meses del año, estas no han sido suficientes para compensar el incremento todavía mayor de la producción, lo cual ha contribuido a reforzar los niveles de stock, cambiando drásticamente el escenario respecto al de campañas anteriores. A este panorama se suma que las lluvias registradas en los primeros meses de 2025 han mejorado el estado hídrico de los olivares y elevado el nivel de los embalses, lo que ha generado expectativas positivas de cara a la campaña 2025/26.
No obstante, esta situación también introduce un nuevo elemento de presión: la posibilidad de encarar la próxima campaña con un nivel de existencias elevado. Este factor puede intensificar la presión a la baja sobre los precios en la próxima campaña, dado un exceso de oferta en el corto y medio plazo. A pesar de esta recuperación significativa, es importante señalar que el comportamiento del mercado en los próximos meses será clave para determinar el balance final de la campaña.
Factores como la evolución de los precios, la demanda tanto nacional como internacional, y posibles variaciones en el ritmo de las salidas serán determinantes para consolidar este incremento o, por el contrario, introducir nuevos elementos de incertidumbre. En este contexto, el seguimiento de las dinámicas de consumo y comercialización resultará esencial para anticipar los posibles escenarios al cierre del ejercicio.
En cuanto a los precios, desde comienzos de la campaña 2024/25 los precios han venido disminuyendo de manera progresiva. Este comportamiento se explica por las perspectivas iniciales de una cosecha más favorable, gracias a las lluvias registradas durante la primavera de 2024, que han contribuido a mejorar el estado de los olivares.
Los primeros aforos publicados apuntaban a una recuperación moderada respecto a la campaña anterior (1,26 Millones t fue el dato del primer aforo nacional a comienzos del mes de octubre), pero conforme avanzaron los meses, las estimaciones fueron revisadas al alza. Los últimos datos del MAPA de producción en almazaras hasta el final de marzo indican ya de una producción superior a la media histórica (1,407 Mill t volumen de producción estimado a 31/03/25), lo que ha generado una notable corrección de los precios en los mercados, posiblemente influida también por las precipitaciones de otoño 2024 y especialmente con las de 2025.
Como consecuencia de este contexto, el precio del AOVE ha pasado de superar los 900 €/100 kg en enero de 2024 a rondar los 450 €/100 kg en enero del 2025, lo que representa una caída aproximada del 50 %. En las últimas semanas en España, las cotizaciones han continuado ajustándose a la baja, situándose en niveles notablemente inferiores a los de hace un año.
Los precios medios acumulados hasta mediados de abril de la campaña 2024/25 reflejan este cambio de tendencia, donde el AOVE ha registrado un precio promedio de 488 €/100 kg, y el AOV, de 436€/100 kg, lo que representa una caída de entorno al 40 % en ambos casos respecto al mismo periodo de la campaña anterior. En cuanto al Aceite Lampante, el precio medio hasta mediados de abril se ha situado en 386 €/100 kg, reflejando un descenso aún más acusado, superior al 45 %.
A nivel europeo, la evolución de precios ha sido muy desigual entre los principales países productores. España ha registrado las mayores caídas interanuales en todas las categorías, una tendencia que también se observa en Grecia, donde los precios han descendido en torno al 36 % en las tres categorías, alcanzando niveles similares a los españoles.
En contraste, Italia muestra una dinámica muy diferente: los precios del Aceite de Oliva Virgen Extra y del Virgen apenas han variado, manteniéndose en niveles históricamente altos. Esta resistencia a la baja se explica por la fuerte caída de la producción nacional, que ha reducido drásticamente la oferta, provocando que estos aceites se comporten en el mercado como productos de alta gama, claramente diferenciados de los de origen español o griego.
Aprovechando la presión de las almazaras españolas, que operaban al límite de su capacidad, Italia ha adquirido AOVE a bajo precio y lo ha comercializado como un producto premium. Una estrategia clara de posicionamiento en el mercado.
No ocurre lo mismo con el Aceite Lampante italiano, que sigue una lógica distinta: al ser un producto más estandarizado y destinado principalmente al refinado, su precio depende más del mercado global. Por eso, se ha comportado como una commodity y ha registrado caídas similares a las del lampante en España y Grecia.