
11 August 2025
En la agricultura almeriense, la innovación ha sido y sigue siendo el motor fundamental de su desarrollo y de su consolidación como un modelo hortofrutícola de referencia global. De cara al futuro, los profesionales del sector están convencidos de que las principales líneas de trabajo deben girar en torno a la mejora genética para hacer frente a plagas enfermedades emergentes y la reducción del consumo de agua y fertilizantes.
La innovación constituye un elemento clave para afrontar los retos del presente y construir el futuro de cualquier sector productivo. En términos generales, se entiende por innovación la introducción de cambios significativos que generan valor añadido, mejoran la competitividad y responden a nuevas demandas sociales, medioambientales o económicas.
La agricultura protegida almeriense, caracterizada por el uso de invernaderos y tecnologías asociadas, ha experimentado en las últimas décadas un proceso continuo de transformación apoyado en la incorporación de nuevas prácticas, insumos, infraestructuras y conocimientos.
Este proceso innovador abarca múltiples dimensiones que permiten clasificar la innovación en distintas tipologías:
- Innovación tecnológica: referida a la incorporación de nuevas herramientas, maquinaria, sensores, sistemas de control climático, automatización, digitalización o mejora genética, que incrementan la eficiencia y sostenibilidad.
- Innovación organizativa: centrada en nuevas formas de organización interna de las explotaciones, cooperación entre productores, estructuras de gobernanza o modelos de gestión empresarial que optimizan los recursos disponibles.
- Innovación de procesos: implica la mejora o rediseño de las prácticas productivas, incluyendo el manejo del agua, fertilización, control biológico, logística o trazabilidad.
- Innovación de producto: vinculada al desarrollo de nuevas variedades, formatos, envases o servicios asociados que responden a las demandas del mercado o de los consumidores finales.
- Innovación social: menos visible pero igualmente decisiva, que se manifiesta en cambios en las relaciones laborales, la integración de colectivos vulnerables, la sostenibilidad comunitaria o la participación en redes de conocimiento compartido.
La opinión de los asesores técnicos
Con el objetivo de identificar las prioridades de innovación en la agricultura almeriense, en sus distintas dimensiones, se ha diseñado y aplicado una encuesta específica dirigida a perfiles clave del sistema agroalimentario almeriense, como son los asesores técnicos vinculados al desarrollo empresarial y a la investigación.
En total, durante la primavera de 2025 un total de 42 personas han respondido al cuestionario, pertenecientes a algunas de las principales entidades del ecosistema agroindustrial de Almería, como comercializadoras hortofrutícolas, almacenes de insumos, centros de investigación, institutos biotecnológicos y la universidad.
Aunque el número de participantes es limitado, lo que implica un margen de error elevado desde el punto de vista estadístico, los resultados ofrecen una base representativa y cualitativamente significativa para identificar las principales tendencias en materia de innovación.
Además, cabe destacar que varios de los encuestados forman parte de los equipos técnicos de las comercializadoras líderes del sector, lo que otorga una especial relevancia y aplicabilidad a los datos obtenidos, al reflejar de forma directa la visión estratégica y operativa de quienes toman decisiones en el día a día del modelo agrícola almeriense.
El Gráfico 1 muestra las diez principales áreas de investigación identificadas en el proceso demoscópico. La mejora genética de las especies vegetales se identifica como el área de innovación prioritaria según las personas encuestadas.
Esta línea de trabajo permite abordar, de forma transversal, la mayoría de los retos que enfrenta la agricultura almeriense.
Mediante la introducción de nuevos genes en los cultivos es posible desarrollar variedades más resistentes a plagas y enfermedades, más tolerantes al estrés hídrico y con una mayor calidad comercial, atendiendo a las demandas específicas de los consumidores.
Las siguientes áreas más destacadas por los encuestados están relacionadas con el control fitosanitario.
En segundo lugar, se sitúa la vigilancia y detección precoz de plagas y enfermedades.
También dentro de las 10 áreas prioritarias se destaca al desarrollo de productos fitosanitarios de bajo riesgo, especialmente a través del uso de microorganismos; y a la gestión integrada.
Ambas líneas de innovación responden a la necesidad de reducir el consumo de productos fitosanitarios, un consumo que, como se ha señalado en apartados anteriores, ha mostrado una tendencia decreciente pese al aumento de la superficie invernada.
En tercer lugar, se encuentra la innovación orientada al uso de nuevas fuentes de agua no convencionales, con el objetivo de reducir la presión sobre los acuíferos almerienses, una cuestión crítica para la sostenibilidad del modelo.
En esta misma línea, la décima área destacada también guarda relación con el uso eficiente del agua, en concreto con la innovación en riego. Por su parte, el manejo sostenible del suelo también ha sido identificado como un eje relevante de innovación.
El suelo representa un recurso clave para la producción agrícola, y su correcta gestión permite optimizar los rendimientos y preservar la fertilidad a largo plazo.
Las tecnologías digitales ocupan la sexta posición en la priorización. Este ámbito constituye una línea transversal de innovación, ya que su aplicación contribuye simultáneamente a la mejora de la eficiencia económica, social y medioambiental de las explotaciones.
Finalmente, la seguridad agroalimentaria emerge como otra de las áreas señaladas por los encuestados. La innovación en este ámbito resulta fundamental para garantizar la trazabilidad, la inocuidad de los productos y la confianza del consumidor, especialmente en mercados cada vez más exigentes y regulados. Además, del control del clima.
Prioridades a pie de campo
Diversos estudios del Observatorio de la Digitalización del Sector Agroalimentario Español, promovido por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación del Gobierno de España, evidencian la existencia de un déficit significativo de investigación aplicada orientada a las necesidades reales de los modelos productivos.
Aunque esta institución se centra fundamentalmente en la digitalización, sus conclusiones son extrapolables a otros ámbitos de la innovación agroalimentaria.
En este contexto, se solicitó a profesionales con contacto directo y continuado con el sector que priorizaran aquellas líneas de investigación específicas consideradas más relevantes, y enmarcadas dentro de las áreas de innovación presentadas en el apartado anterior, para el desarrollo del clúster agroindustrial de la agricultura protegida almeriense.
Mejora genética
En el ámbito de la mejora genética, se subraya la importancia, en igual medida, de desarrollar programas de mejora varietal capaces de introducir genes de resistencia a plagas y enfermedades y contra el cambio climático, y de incorporar nuevas técnicas genéticas que aceleren estos procesos.
Las metodologías convencionales suelen requerir entre cuatro y cinco años para obtener resultados, lo que limita la capacidad de respuesta frente a amenazas urgentes, como la aparición y rápida expansión de plagas y enfermedades emergentes.
En este sentido, técnicas de edición genética de precisión, como CRISPR, ofrecen una vía eficaz para acortar los tiempos de desarrollo y aumentar la precisión de los avances obtenidos (Gráfico 2).
Nutrición y protección vegetal
En cuanto al desarrollo de nuevas estrategias de protección y nutrición vegetal, la innovación en control biológico ocupa una posición prioritaria.
Esta técnica, que ya ha demostrado ser eficaz en el pasado, requiere una ampliación de su ámbito de aplicación para abarcar un mayor número de patógenos, lo que permitiría reducir aún más la dependencia de productos fitosanitarios químicos y consolidar un modelo de sanidad vegetal más sostenible.
En segundo lugar, se destaca el desarrollo de productos microbiológicos específicos para el control de plagas y enfermedades, así como la investigación en fitosanitarios de bajo riesgo y en soluciones para una fertilización sostenible (Gráfico 3).
Manejo eficiente
En materia de gestión eficiente de los recursos, la innovación más destacada es la mejora en el uso eficiente del agua, una prioridad crítica en el contexto almeriense debido a la escasez hídrica.
A esta le sigue la transición hacia fuentes de energía renovables en los sistemas de producción, y, en tercer lugar, la implementación de estrategias de aprovechamiento de subproductos agrícolas bajo los principios de la economía circular, con el objetivo de reducir residuos y generar valor añadido (Gráfico 4).
Digitalización
- En el ámbito de la digitalización, se señala como necesidad prioritaria el desarrollo de herramientas digitales que permitan optimizar la aplicación de insumos como agua, fertilizantes y productos fitosanitarios.
- En segundo lugar, se destaca la incorporación del internet de las cosas (IoT) y la sensórica de campo, tecnologías que facilitan el monitoreo en tiempo real de las condiciones de cultivo.
- En tercer lugar, se identifica el análisis masivo de datos como una oportunidad para mejorar la toma de decisiones agronómicas y anticipar posibles riesgos productivos (Gráfico 5).
Infraestructura y materiales
En lo que respecta a la mejora de infraestructuras e insumos plásticos, se pone de manifiesto la necesidad de seguir avanzando en el desarrollo de sistemas de control climático, con especial atención a la optimización de la ventilación natural.
Estas mejoras pueden apoyarse en herramientas digitales que automaticen la gestión ambiental del invernadero.
Asimismo, se destaca la importancia de mejorar la eficiencia energética de las instalaciones, dado que la estructura típica de los invernaderos almerienses presenta una baja estanqueidad.
En tercer lugar, se plantea la necesidad de desarrollar plásticos biodegradables, tanto para cubiertas como para aplicaciones agronómicas como el acolchado o la biosolarización.
Esta innovación contribuiría a mejorar la gestión de residuos plásticos, reduciendo la presión estacional sobre los centros de recogida y tratamiento (Gráfico 6).
Comercialización
Por último, en materia de comercialización, se subraya la necesidad de continuar mejorando la calidad organoléptica de las variedades cultivadas, así como de potenciar los componentes funcionales y saludables de los productos hortofrutícolas.
También se destaca la importancia de innovar en tecnologías que permitan extender la vida útil de los productos en los puntos de venta, lo que contribuiría a reducir el desperdicio alimentario.
Asimismo, se apunta a la conveniencia de seguir impulsando líneas de innovación orientadas al desarrollo de productos más elaborados y de mayor valor añadido, que diversifiquen la oferta y refuercen la competitividad en los mercados internacionales (Gráfico 7).
Eficiencia
A los asesores agroalimentarios del modelo almeriense también se les consultó sobre las innovaciones que podrían generar un incremento en la eficiencia operativa en distintas áreas clave.
En concreto, se les pidió que priorizaran innovaciones agrupadas en varias categorías:
- Sostenibilidad y gestión de recursos
- Optimización de costes y eficiencia operativa
- Innovación tecnológica y digitalización
- Sistemas de invernadero (estructuras y materiales)
Gestión de los recursos
En lo referente a sostenibilidad y gestión de recursos, los asesores señalaron como innovación prioritaria el desarrollo de variedades vegetales con genes de resistencia a plagas y enfermedades, incluso por encima de la gestión eficiente del agua.
La incorporación de estos genes permite, por un lado, reducir de forma significativa la aplicación de agroquímicos y, por otro, mejorar la adaptación de las plantas a condiciones climáticas adversas, contribuyendo así a un menor consumo hídrico.
Esta línea de investigación se presenta, por tanto, como un pilar estratégico para aumentar la eficiencia del modelo productivo en un contexto de cambio climático y creciente presión sobre los recursos naturales (Gráfico 8).
Optimización de costes
En cuanto a la optimización de costes y la eficiencia operativa, los asesores identificaron la reducción del coste de los insumos, especialmente a través de un uso más eficiente, como el factor prioritario.
Resulta significativo que la reducción de los costes laborales aparezca en segundo lugar, a pesar de ser la partida más elevada en la producción bajo invernadero.
Este posicionamiento se debe, en parte, a la percepción de que los costes laborales están regulados por el Estado, escapando así al control directo de los productores.
Además, reconocen que la robotización, aunque potencialmente relevante, aún enfrenta importantes barreras de entrada, como la necesidad de adaptar las explotaciones y realizar una fuerte inversión inicial en tecnología (Gráfico 9).
Innovación y digitalización
En el ámbito de la digitalización, los asesores priorizaron la modelización y simulación de cultivos por encima de otras herramientas tecnológicas como la automatización de labores, los sistemas basados en inteligencia artificial o la robotización.
Esta elección refleja una visión estratégica orientada a anticipar comportamientos del cultivo y tomar decisiones más informadas, con el fin de optimizar los recursos disponibles (Gráfico 10).
Estructuras y materiales
En relación con los sistemas de invernadero, se destacó como prioridad la mejora de los sistemas de control climático, especialmente mediante una ventilación natural más eficiente, lo cual resulta fundamental en el contexto de Almería.
En segundo lugar, se subrayó la necesidad de avanzar en la mejora de los materiales plásticos utilizados en las cubiertas, con el objetivo de aumentar su durabilidad y eficiencia funcional (Gráfico 11).
Las demandas del consumidor
Las preocupaciones y prioridades del consumidor se han consolidado como un eje central en la orientación de cualquier proceso de innovación o desarrollo tecnológico.
Comprender estas demandas resulta esencial para alinear las estrategias productivas con las expectativas sociales emergentes. Estos factores condicionan las decisiones de compra e influyen en la legitimidad social de los sistemas agroalimentarios (Gráfico 12).
En este contexto, los asesores del sistema agrícola almeriense coinciden en señalar que los consumidores otorgan una importancia creciente a los beneficios que los alimentos pueden aportar a la salud.
Esta preocupación ha relegado a un segundo plano otras cualidades tradicionalmente valoradas, como las propiedades organolépticas, la producción libre de residuos o incluso la seguridad e inocuidad alimentaria. No obstante, el modelo agrícola almeriense lleva décadas abordando de forma decidida estos aspectos.
Por un lado, los programas de mejora genética han priorizado el desarrollo de variedades con un perfil sensorial más atractivo, lo que ha permitido reforzar significativamente la calidad organoléptica de los productos.
Por otro lado, se han elevado de manera notable los estándares de producción, mediante una drástica reducción en el uso de productos fitosanitarios de alta toxicidad y la adopción intensiva de técnicas alternativas de protección, como el control biológico, cuyo nivel de implementación supera al de otros modelos productivos.
Como resultado, los productos hortofrutícolas procedentes de Almería se sitúan entre los más seguros del mercado global, consolidando una ventaja competitiva clara frente a sus principales competidores.
Otro aspecto prioritario identificado como importante para los consumidores es la trazabilidad y la transparencia en la cadena de suministro.
El caso paradigmático de la crisis del pepino, que afectó injustamente al sector almeriense, puso de relieve la eficacia de los sistemas de trazabilidad implementados en la provincia, capaces de rastrear el origen exacto de cualquier producto hasta la parcela en la que fue cultivado.
Los consumidores otorgan una importancia creciente a los beneficios que los alimentos pueden aportar a la salud
No obstante, persiste el desafío de mejorar la transparencia hacia el consumidor final, especialmente en los puntos de venta, donde aún existen barreras para acceder a información clara y accesible sobre el recorrido del producto a lo largo de la cadena de valor.
Finalmente, aunque con menor peso relativo, los consumidores también valoran aspectos como la disponibilidad y accesibilidad de los productos, el compromiso con la sostenibilidad ambiental y el respeto por principios éticos y sociales en la producción.
Estos elementos, aunque situados en posiciones más bajas del ranking de prioridades, reflejan una sensibilidad creciente hacia modelos de producción más inclusivos y responsables, en los que el impacto ambiental y social se considera parte integral de la calidad del alimento.
Los agentes del cambio
La transferencia de innovaciones desde las empresas tecnológicas hasta los agricultores requiere la colaboración de diversos agentes.
En este sentido, se preguntó a los asesores agroalimentarios del modelo Almería qué actores tendrían un mayor impacto en dicho proceso. Aunque subrayaron la necesidad de implicar a todos los eslabones de la cadena de valor agroalimentaria para transferir las tecnologías hacía unos agricultores que presentan, según sus opiniones, una predisposición media-alta a implementar innovaciones tecnológicas.
Esta colaboración es esencial, ya que los diversos agentes del cambio liderarán partes del proceso de la innovación (Gráfico 13).
La percepción mayoritaria sitúa a las cooperativas y alhóndigas como los principales agentes del cambio, dada su capacidad para articular la producción, canalizar inversiones y transferir tecnología directamente a los agricultores. Su cercanía al campo y su función como intermediarios entre la producción y el mercado final las convierte en catalizadoras clave del proceso innovador.
Les siguen de cerca las empresas de biotecnología, especialmente las casas de semillas, y los centros de investigación y tecnológicos, tanto públicos como privados, lo que refleja la importancia de la investigación aplicada y la mejora varietal como motor de innovación.
También destacan las empresas de digitalización y tecnología y los distribuidores locales, que actúan como facilitadores de la modernización mediante soluciones tecnológicas y presión comercial para adoptar prácticas más sostenibles y competitivas (Gráfico 14).
La hoja de ruta de la innovación almeriense
La agricultura protegida almeriense se enfrenta a una serie de desafíos estructurales y coyunturales que requieren una respuesta innovadora, planificada y multidimensional.
Para garantizar la sostenibilidad, competitividad y resiliencia del modelo, se propone una hoja de ruta basada en seis grandes ejes estratégicos que integran las prioridades detectadas a través de encuestas, análisis sectoriales y observación directa del sistema agroalimentario de la provincia:

- El primer eje estratégico está vinculado a la mejora genética y la adaptación varietal. La selección de nuevas variedades vegetales con mayor resistencia a plagas, enfermedades y estrés hídrico aparece como una prioridad transversal.
Esta línea de trabajo permite responder tanto a las exigencias del cambio climático como a la demanda de un producto de mayor calidad comercial. La aplicación de herramientas de edición genética de precisión, como CRISPR, abre nuevas posibilidades para acelerar los procesos de mejora y aumentar la eficacia de los resultados.
- El segundo eje se centra en la gestión sostenible de los recursos naturales, especialmente el agua, el suelo y los materiales plásticos. El sureste peninsular se caracteriza por su escasez hídrica, por lo que es urgente innovar en sistemas de riego eficiente, así como fomentar el uso de aguas no convencionales.
Paralelamente, el manejo sostenible del suelo debe priorizarse para preservar su fertilidad y productividad a largo plazo. En relación con los plásticos agrícolas, se hace necesario avanzar en el desarrollo de materiales más duraderos, reutilizables y con menor impacto ambiental.
La incorporación de principios de economía circular contribuirá a reducir residuos, cerrar ciclos de insumos y optimizar el uso de la energía.
- El tercer eje de la hoja de ruta se refiere al fortalecimiento del control biológico y el desarrollo de fitosanitarios de bajo riesgo.
El modelo almeriense ha liderado a nivel internacional la adopción de la lucha biológica, pero se enfrenta al reto de ampliar su alcance a nuevas plagas emergentes.
En este sentido, se requiere investigar y desarrollar agentes de control más eficaces y diversificados, así como reducir de manera sostenida la dependencia de productos químicos.
- El cuarto eje estratégico está relacionado con la digitalización y el uso de tecnologías inteligentes. Las herramientas digitales, como la modelización y simulación de cultivos, la sensorización, el control climático automatizado o los sistemas de predicción, se consolidan como palancas clave para mejorar la toma de decisiones y la eficiencia operativa.
Sin embargo, su adopción requiere superar barreras técnicas y económicas. Por ello, se destaca la necesidad de que estas tecnologías sean accesibles para todo tipo de explotaciones, especialmente las pequeñas y medianas, y que estén acompañadas de servicios de asistencia técnica que aseguren su correcta implementación.
A corto plazo, el objetivo es facilitar la adopción de herramientas asequibles; a medio y largo plazo, se espera una digitalización integral del modelo productivo.
- En quinto lugar, la hoja de ruta plantea la necesidad de avanzar en eficiencia operativa y reducción de costes. La innovación debe orientarse a disminuir el consumo de insumos y optimizar su uso, sin comprometer la productividad ni la calidad.
Además, se identifica la automatización y robotización como oportunidades futuras para mejorar la rentabilidad y aliviar la presión sobre los costes laborales.
No obstante, su aplicación requiere inversiones importantes y adaptaciones estructurales, por lo que su desarrollo será gradual. También se plantea la mejora del diseño y estructura de los invernaderos, con el fin de aumentar su eficiencia energética y la productividad de los cultivos.
- Finalmente, el sexto eje estratégico apunta a la orientación al mercado y a la consolidación de la confianza del consumidor. Los cambios en las preferencias de consumo obligan a incorporar de forma creciente valores como la trazabilidad, la transparencia, la sostenibilidad y el impacto social de la producción.
Por tanto, se hace necesario desarrollar estrategias colectivas de comercialización, sistemas avanzados de trazabilidad y mecanismos de planificación sectorial.
Al mismo tiempo, la comunicación con el consumidor debe reforzarse para transmitir de forma efectiva los beneficios diferenciales del modelo almeriense.