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Un recorrido por la evolución de las prácticas sostenibles en los invernaderos de Almería

04 August 2025
50 Aniversario
Las Palmerillas 4.0
La agricultura de Almería ha logrado posicionarse como un referente global en sostenibilidad y eficiencia
Paneles Fotovoltaicos en Las Palmerillas

04 August 2025

La agricultura almeriense es un referente global en eficiencia por la continua incorporación de soluciones sostenibles para abordar el reto de incrementar la productividad limitando el impacto en el entorno y haciendo un uso responsable —e inteligente— de los recursos naturales.

A pesar de su eficiencia productiva y su papel clave en el suministro de alimentos al conjunto de la Unión Europea, el modelo agrícola almeriense ha sido objeto de numerosas críticas relacionadas con su sostenibilidad medioambiental. 

Desde una óptica superficial, el uso intensivo de plásticos, fertilizantes y fitosanitarios ha alimentado la percepción de que se trata de un sistema insostenible, asociado a una elevada huella ecológica y a riesgos para la seguridad alimentaria.

Pero ¿hasta qué punto estas afirmaciones son ciertas? ¿Responde esta visión a una realidad fundamentada en datos o es producto de una percepción distorsionada?

 

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Sostenibilidad estructural energética

La sostenibilidad medioambiental de los invernaderos de Almería se remonta a su origen en la década de los sesenta del siglo pasado. Su configuración estructural les confiere una huella ambiental menor en comparación con otros competidores europeos, como la agricultura protegida del norte de Europa.

Tal como se observa en los primeros escritos sobre la agricultura protegida en Almería, los invernaderos derivan de las estructuras utilizadas en la producción de uva de mesa en la provincia

A estas estructuras se les incorporó un plástico para mejorar las condiciones microclimáticas, lo que permitió el cultivo de hortalizas en la región. A esto se suma la innovación en el diseño estructural, adaptado a las condiciones endógenas de la región, dando origen posteriormente al invernadero raspa y amagado.

Se han desarrollado diversos elementos que optimizan el funcionamiento del invernadero, como:

  • La altura de la estructura
  • El diseño y orientación de las ventanas cenitales
  • Así como la disposición de las líneas de cultivo

 

AGROEQUILIBRIO - ¿Tan malos son los invernaderos de Almería?

La “pasividad” en los invernaderos almerienses

Las condiciones climáticas favorables de la provincia permiten el cultivo en este tipo de estructuras, denominadas invernaderos pasivos desde el punto de vista energético. Pero ¿qué significa esto? Que no es necesario un aporte adicional de energía para cultivar, a diferencia de, por ejemplo, la agricultura neerlandesa.

Por tanto, en Almería se aprovecha directamente la energía solar capturada por las estructuras del invernadero para calentarlo, mientras que las corrientes de poniente y levante ayudan a eliminar el exceso de humedad.

Todo ello da lugar a invernaderos altamente eficientes desde el punto de vista energético, llamados incluso invernaderos solares

Para cuantificar esta eficiencia, según diversas publicaciones académicas:

  • Un invernadero holandés consume 1.366 megajulios por metro cuadrado de energía,
  • Mientras que un invernadero en Almería consume 171–725 megajulios por metro cuadrado,

Lo que supone un ahorro que oscila entre el 46,9 % y el 87,5 %.

La influencia andalusí ¿en el suelo?

Otro sello característico de la agricultura almeriense es el uso del enarenado en el suelo. Mucho se ha debatido en torno al origen de esta técnica de cultivo. Existen textos, como el Tratado de Agricultura de Ibn Luyun, que remontan su origen al siglo XIV, si no antes. 

En este documento ya se definía la técnica del enarenado actual, que consistía en la adición de una capa de estiércol, sobre una capa de tierra de cañada, sobre la cual se depositaba una capa de arena de 10 centímetros.

El objetivo principal era:

  • Reducir la evaporación del suelo
  • Minimizar las oscilaciones térmicas
  • Mejorar su fertilidad
  • Y protegerlo de la erosión

Si bien la aplicación del enarenado en los invernaderos de Almería ha sido adaptada a las condiciones específicas de la agricultura local, la esencia de la técnica se ha mantenido prácticamente inalterada.

Por otro lado, el uso del enarenado permite emplear aguas salinas. Es cierto que, a medida que se dispone de agua de mejor calidad, los cultivos producen vegetales más vigorosos y productivos. 

Sin embargo, según los tratados clásicos de fitotecnia, con la disponibilidad de agua en Almería —especialmente en la zona del Levante— no sería posible cultivar muchas de las especies que actualmente se utilizan.

En los últimos años, la incorporación de nuevas fuentes de agua ha permitido mejorar su calidad mediante mezclas con agua desalada —de la que hablaremos más adelante—, reduciendo así la conductividad eléctrica. 

No obstante, no debemos olvidar que, históricamente, se ha cultivado con fuentes de agua salinizadas, lo que demuestra la gran capacidad de adaptación de la agricultura almeriense al entorno donde se desarrolla.

¿Es posible la eficiencia hídrica en los invernaderos?

En 2024, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación anunció un hito en la modernización del regadío nacional: por primera vez, el 80,6 % de la superficie agrícola del país utilizaba sistemas de riego eficientes, destacando:

  • El riego localizado (57,6 %)
  • Automotriz (8,2 %)
  • De aspersión (14,7 %)

Sin duda, un avance significativo hacia una gestión más sostenible del agua en la agricultura.

Sin embargo, en Modelo Almería nos adelantamos más de cuatro décadas a este fenómeno. El uso del riego localizado comenzó a expandirse a principios de la década de 1980 y, para el año 2000, ya estaba ampliamente implementado en los invernaderos almerienses, logrando que sus cultivos fueran hasta 3,6 veces más eficientes en comparación con los de campo abierto.

 

¿El 2 % de los españoles gasta el 80 % del agua?

Innovación en el agua

El Modelo Almería se caracteriza por una gestión altamente eficiente del agua. No obstante, es fundamental recordar que esta agricultura intensiva especializada en la producción hortofrutícola es, a su vez, una de las más productivas del mundo.

Dado que los productos hortofrutícolas están compuestos en un 70–95 % de su masa por agua, la producción de 4 millones de toneladas de alimentos implica, indirectamente, la generación de al menos 3.000 millones de litros de agua contenida en los productos agrícolas. A esta cifra habría que añadir el agua utilizada en la formación de biomasa vegetal y la que se pierde en el ambiente a lo largo del ciclo productivo.

Sin embargo, el crecimiento del Modelo Almería ha ido acompañado de una constante innovación en el uso eficiente del agua, con:

  • Mejoras tecnológicas implementadas en el riego
  • La incorporación de fuentes no convencionales, como el uso de aguas regeneradas y desaladas

El papel de las aguas regeneradas

A finales de la década de los años 80 del siglo XX, los agricultores del término municipal de Almería comenzaron a explorar la viabilidad del uso de aguas regeneradas provenientes de la ciudad. Este proceso no estuvo exento de desafíos, ya que fue necesario un esfuerzo de concienciación y gestión para su implementación.

Finalmente, en 1993 se constituyó una comunidad de regantes especializada en el uso de aguas regeneradas, y en 1994 comenzaron las obras para la implantación del tratamiento terciario en estas aguas, garantizando su idoneidad para el riego agrícola.

 

¿Cuánta agua regenerada se destina a la agricultura?

 

Con la consolidación del uso de aguas regeneradas, en 2010 se creó la Comunidad General de Usuarios de las Aguas Depuradas de Almería (CGUAL), que a día de hoy gestiona hasta 12,9 hectómetros cúbicos anuales. Esta infraestructura opera al 75 % de su capacidad, permitiendo el riego de 3.189 hectáreas de cultivos bajo invernadero y cítricos.

En la actualidad, se están desarrollando nuevos proyectos destinados a ampliar el potencial del uso de aguas regeneradas en la provincia. Un ejemplo significativo es la inversión de más de 15 millones de euros por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para impulsar el consumo de aguas regeneradas en el sector agrícola, una iniciativa que beneficiará a más de 5.100 hectáreas de cultivo.

 

Prácticas Sostenibles
Embalse de agua cubierto de piezas flotantes para evitar la evaporación del agua y el desarrollo de algas en Las Palmerillas.

El agua desalada: un recurso estratégico

Además del aprovechamiento de aguas regeneradas, la desalación se ha convertido en una de las soluciones más prometedoras para el abastecimiento hídrico de la provincia. Almería, rodeada por el mar Mediterráneo, cuenta con un potencial significativo para el desarrollo de este recurso. No en vano, algunas voces sostienen que en Almería no falta agua, sino que sobra sal.

Almería no le falta agua: le sobra sal

El uso de agua desalada se ha extendido ampliamente en diversas zonas agrícolas de la provincia. Actualmente, existen varias plantas desaladoras en funcionamiento, aunque solo tres están operativas:

  • Desaladora de Carboneras: en funcionamiento desde 2005, es capaz de suministrar hasta 120.000 m³ diarios para abastecimiento y riego, proporcionando cobertura a más de 7.000 hectáreas en el Campo de Níjar, donde su uso es predominante.
  • Desaladora del Campo de Dalías: con una capacidad de 97.200 m³ diarios, abastece a más de 300.000 habitantes y permite el riego de 8.000 hectáreas.
  • Desaladora del Bobar: aunque su capacidad y operatividad han sido objeto de diversas revisiones, sigue desempeñando un papel crucial en la gestión hídrica de la provincia. Su capacidad es de 15.000 m³ diarios.
  • Desaladora Mar de Alborán: la Junta de Andalucía ha autorizado su uso para regar 165 hectáreas de cultivos hortícolas. Esta instalación tiene una capacidad de 60.000 m³ diarios y operó de manera intermitente hasta 2011. Recientemente, se ha impulsado una iniciativa para reactivarla y potenciar el uso de aguas no convencionales en Almería.
  • Desaladora del Bajo Almanzora: tiene una capacidad de 60.000 m³ diarios, aunque se encuentra fuera de servicio desde 2012, tras sufrir daños por una riada. Actualmente, existen iniciativas para su reactivación.

 

Desaladora del Campo de Dalías

Un consumo decreciente de productos fertilizantes y fitosanitarios

Tal y como se ha señalado, la agricultura almeriense es altamente productiva, alcanzando una producción anual de más de 4 millones de toneladas de productos hortofrutícolas. Sin embargo, este sistema agrícola se caracteriza por un uso intensivo de insumos, lo que ha generado un constante debate sobre su impacto ambiental y su eficiencia.

Insumos y productividad agrícola

La producción hortofrutícola en Almería requiere cantidades significativas de fertilizantes, fitosanitarios, agua y energía. No obstante, este consumo debe analizarse en relación con la alta productividad por unidad de superficie, ya que, a pesar del uso intensivo de insumos, los invernaderos almerienses generan una mayor cantidad de alimentos en menor extensión de terreno, optimizando así los recursos disponibles.

Según datos de la Junta de Andalucía, en 2021 en Almería se consumieron:

  • Más de 157.000 toneladas de fertilizantes
  • Cerca de 9.000 toneladas de fitosanitarios

Estas cifras reflejan el consumo total de agroquímicos en todos los subsectores agrícolas de la provincia, aunque es el sistema de producción en invernadero el que concentra el mayor porcentaje de este consumo.

Evolución del consumo de agroquímicos

El análisis del consumo de agroquímicos en Almería muestra una demanda variable, con fluctuaciones tanto al alza como a la baja, influenciadas por factores como:

  • Aparición de plagas y enfermedades, que pueden aumentar la necesidad de fitosanitarios.
  • Evolución de los precios de las materias primas, que afecta el acceso y uso de fertilizantes.
  • Innovaciones tecnológicas y prácticas sostenibles, que optimizan el uso de insumos y reducen su impacto ambiental.

Si examinamos la evolución del consumo de fertilizantes y fitosanitarios en relación con la expansión de los invernaderos en los periodos 2007–2011, 2012–2016 y 2017–2021, se identifican tendencias de gran interés (Gráfico 1).

Los datos muestran que no existe una relación directa entre el aumento de la superficie de los invernaderos y el incremento del consumo de fertilizantes y fitosanitarios. De hecho, en los periodos analizados, se observa que el uso de estos insumos ha disminuido a pesar del crecimiento de la superficie invernada.

 

 

Esta reducción en el consumo de agroquímicos refleja el compromiso de los agricultores almerienses por mejorar la eficiencia en sus explotaciones. La adopción de prácticas agrícolas más sostenibles ha permitido optimizar el uso de insumos sin comprometer la producción.

Un cambio revolucionario: el control biológico

Durante la campaña 2006-2007, la agricultura almeriense se vio sacudida por una crisis fitosanitaria derivada del uso de isofenfos metilo, un insecticida organofosforado restringido en la Unión Europea por su alta toxicidad y persistencia en los cultivos. Como consecuencia:

  • Se emitió una alerta sanitaria en Alemania contra los pimientos almerienses
  • Los productos fueron retirados de los supermercados alemanes
  • Se produjo una crisis de confianza en la seguridad alimentaria de las hortalizas almerienses

La situación provocó un endurecimiento sin precedentes en los controles sanitarios de productos hortofrutícolas importados, especialmente desde Alemania, lo que afectó gravemente:

  • La reputación del sector hortofrutícola almeriense
  • La demanda y los canales de comercialización
  • Los precios en origen, reduciendo la rentabilidad de los agricultores

 

Cómo hacer funcionar el control biológico en invernaderos hortícolas

Generalización del uso de insectos auxiliares

Frente a este panorama, el sector agrícola de Almería optó por un modelo más sostenible y alineado con los estándares europeos, recuperando el control biológico de plagas, una técnica estudiada desde los años ochenta, pero que no se había implantado a gran escala hasta la crisis del isofenfos metilo.

 

Control Biológico en Almería

 

El control biológico se basa en la introducción de enemigos naturales para combatir plagas, ofreciendo una alternativa eficaz y sostenible frente a los plaguicidas químicos. Su implementación permitió:

  • Abandonar progresivamente los fitosanitarios tradicionales
  • Reducir los residuos químicos en los cultivos
  • Cumplir con las normativas europeas de seguridad alimentaria

Aunque inicialmente existía una baja aversión al riesgo entre los agricultores almerienses, la gravedad de la crisis y la presión del mercado aceleraron la adopción del control biológico. El sector reaccionó con rapidez, demostrando su capacidad de adaptación y resiliencia.

Para comprender el impacto de esta transformación:

  • En la campaña 2006–2007, el uso de enemigos naturales era aún residual, con solo 236,7 hectáreas de pimiento cultivadas bajo control biológico
  • En la campaña siguiente, la superficie ascendió a más de 4.000 hectáreas
  • Pocos años después, el control biológico cubría prácticamente el 100 % de la producción de pimiento en Almería (ver Gráfico 2)

 

Consecuencias del control biológico

La adopción de esta tecnología no solo permitió garantizar la seguridad alimentaria y recuperar la confianza de los mercados europeos, sino que también demostró su eficacia en el control de plagas y enfermedades, siendo igual o incluso superior a los tratamientos fitosanitarios convencionales. Esta transición marcó el inicio de una nueva etapa en la agricultura almeriense, consolidando un modelo más sostenible, competitivo y alineado con las demandas de los consumidores.

Hoy en día, más de 28.000 hectáreas de cultivos en Almería emplean control biológico, lo que convierte a la provincia en un referente mundial en la reducción del uso de agroquímicos.

Además, la crisis del isofenfos metilo impulsó:

  • La generalización de certificaciones de calidad y seguridad alimentaria, como GlobalGAP y Producción Integrada
  • La mejora de los sistemas de trazabilidad, asegurando el cumplimiento normativo en toda la cadena de producción
  • La diversificación de estrategias de control de plagas, como:
    • Uso de feromonas
    • Trampas cromáticas
    • Técnicas de confusión sexual

En paralelo, la percepción de los propios agricultores ha evolucionado, pasando de una dependencia de los plaguicidas químicos a una creciente confianza en métodos ecológicos y sostenibles (ver Gráfico 3).

Otras alternativas de protección sostenible

La reducción del consumo de agroquímicos por unidad de superficie en la agricultura almeriense no se debe exclusivamente a la implementación del control biológico. En las últimas décadas, el sector ha desarrollado y adoptado diversas estrategias no químicas para:

  • El manejo de plagas y enfermedades
  • La polinización eficiente sin comprometer la productividad

Además, la Unión Europea, a través de sus regulaciones en materia de seguridad alimentaria y sostenibilidad, ha reducido progresivamente la disponibilidad de materias activas autorizadas. Esto forma parte de su estrategia para:

  • Reducir en un 50 % el riesgo y el uso de productos fitosanitarios de aquí a 2030
  • Cumplir los objetivos del Pacto Verde Europeo y la Estrategia 'De la Granja a la Mesa'

 

Antes del control biológico: el uso de abejorros

El uso del abejorro (Bombus terrestris) en la agricultura almeriense puede considerarse la primera innovación en la incorporación de insectos vivos para la producción agrícola, aunque ya existía el uso de abejas (Apis mellifera) en algunas especies vegetales.

Su introducción permitió:

  • Optimizar la polinización de las especies vegetales, superando la eficacia de las colmenas tradicionales de abejas
  • Reducir la dependencia de productos químicos utilizados para favorecer la polinización y el cuaje de los cultivos

El primer cultivo en el que se implementó esta estrategia fue el tomate. En 1990, solo el 0,1 % de la superficie dedicada a este cultivo empleaba abejorros para la polinización. Sin embargo, en 1997, prácticamente el 100 % de la superficie tomatera ya hacía uso de esta técnica.

Este cambio representó dos avances fundamentales para el modelo agrícola almeriense:

  • Un aumento en la productividad del sistema
  • Una notable reducción en el uso de productos químicos asociados a la polinización

Con ello, se dio un paso decisivo hacia una agricultura más sostenible.

El "bajo riesgo" en los productos fitosanitarios

En el ámbito de los productos fitosanitarios, la innovación ha llevado al uso extensivo de productos fitosanitarios de bajo riesgo, definidos por la UE como aquellos con un perfil toxicológico y ambiental favorable. Estos productos, además de cumplir con los estrictos criterios europeos, han demostrado ser eficaces en el control de plagas y enfermedades con mínimo impacto en la salud humana y el medioambiente.

Entre ellos destacan:

  • Extractos naturales obtenidos de ajo, bicarbonato de sodio, geranio y feromonas
  • Utilización como insecticidas, fungicidas o reguladores del crecimiento de plagas

Estos productos han ganado protagonismo en la agricultura intensiva almeriense gracias a su rápida biodegradabilidad y baja toxicidad.

Además, no se puede subestimar la importancia de los preparados microbiológicos, una herramienta clave en la lucha contra las enfermedades de origen telúrico. Estos productos están compuestos por microorganismos vivos, como bacterias y hongos beneficiosos, que compiten con los patógenos del suelo y contribuyen a mejorar la sanidad y fertilidad del sustrato.

Ejemplos destacados incluyen:

  • Trichoderma spp., utilizado para el control de hongos fitopatógenos
  • Bacillus spp., que actúa como bactericida y bioestimulante

Gracias a su capacidad de reducir la proliferación de enfermedades y mejorar la capacidad de defensa de las plantas, su adopción ha crecido de forma significativa en los últimos años.

Además de la reducción del consumo de agroquímicos, estas estrategias han tenido un impacto positivo en la sostenibilidad del modelo agrícola almeriense. La menor dependencia de plaguicidas químicos ha contribuido a disminuir la contaminación del suelo y del agua, reduciendo la acumulación de residuos tóxicos y favoreciendo la conservación de la biodiversidad en el entorno agrícola.

Asimismo, el fomento de prácticas como el control biológico, el uso de extractos naturales y la solarización ha fortalecido la imagen del sector agroalimentario almeriense en los mercados europeos, donde la demanda de productos con menor huella ecológica sigue en aumento.

Producción integrada

El progreso medioambiental de la agricultura protegida en Almería también se debe, en gran medida, a la implementación de certificaciones que garantizan modelos de producción sostenibles y responsables. Estos modelos están diseñados para optimizar el uso de los recursos naturales, reducir el impacto ambiental y mejorar la competitividad del sector hortofrutícola almeriense en los mercados internacionales.

Las certificaciones fomentan prácticas agrícolas como:

  • Uso eficiente de insumos
  • Gestión racional de fertilizantes y productos fitosanitarios
  • Manejo integrado de plagas (MIP), priorizando estrategias biológicas y culturales

Otro pilar fundamental es la conservación del suelo y el agua, clave en un entorno semidesértico como el de Almería. La agricultura protegida ha adoptado sistemas avanzados de riego localizado y tecnologías de fertirrigación para optimizar el uso del agua, al tiempo que implementa técnicas de regeneración y protección del suelo contra la erosión y la salinización.

Actualmente, la provincia contó en 2023 con 11.187,75 hectáreas certificadas bajo producción integrada según lo indicado por la Junta de Andalucía, lo que representa más del 30 % de la superficie total de agricultura protegida. Esta tendencia refleja el compromiso del sector con la sostenibilidad y su capacidad para adaptarse a los desafíos medioambientales y comerciales del futuro.

La agricultura ecológica

La agricultura ecológica en Europa se ha consolidado como un modelo de producción sostenible que elimina el uso de insumos de síntesis química y fomenta la biodiversidad en las explotaciones agrícolas. Este sistema de cultivo no solo prohíbe el uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos, sino que también promueve prácticas agronómicas respetuosas con el medio ambiente, como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos y el control biológico de plagas.

La Unión Europea, en su estrategia De la Granja a la Mesa, lo considera el modelo de producción alimentaria del futuro, con el objetivo de que al menos el 25 % de la superficie agrícola europea sea ecológica para 2030.

En este contexto, Almería ha experimentado un crecimiento significativo en la adopción de la agricultura ecológica dentro de su sistema de producción intensiva. Aunque la provincia es reconocida internacionalmente por su modelo de agricultura bajo invernadero, caracterizado por la eficiencia en el uso de recursos y la innovación tecnológica, también apuesta por integrar criterios de sostenibilidad y producción ecológica en su modelo productivo.

Más del 10 % de la superficie de invernaderos en Almería cuenta con certificación ecológica europea, lo que demuestra la evolución del sector y su capacidad de adaptación a las nuevas demandas del mercado.

Más del 10 % de la superficie de invernaderos en Almería cuenta con certificación ecológica europea

Según datos de la Junta de Andalucía, en 2023 la superficie de cultivos bajo invernadero en Almería alcanzó las 4.691,57 hectáreas, lo que refleja una expansión constante de la agricultura ecológica en un entorno tradicionalmente dominado por la producción intensiva.

La adopción de este modelo no solo contribuye a la reducción del impacto ambiental, sino que también fortalece la competitividad del sector hortofrutícola almeriense, diferenciándolo en los mercados internacionales. Además, refuerza su posición como referente en la transición hacia un modelo de producción agrícola más sostenible, eficiente y alineado con los objetivos climáticos y de biodiversidad de la Unión Europea.

 

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Gestión de residuos: de reto a oportunidad

Los invernaderos de Almería han enfrentado numerosos desafíos a lo largo de su evolución, y uno de los más significativos ha sido la gestión de residuos agrícolas. Debido a la alta producción del modelo intensivo bajo plástico, la generación de residuos alcanza cifras considerables, con hasta 56.000 kilogramos de biomasa agrícola y 1.500 kilogramos de residuos plásticos por hectárea y año.

Esta realidad ha supuesto un reto logístico y ambiental, obligando tanto a la administración pública como al sector privado a desarrollar una infraestructura eficiente y sostenible para gestionar estos residuos.

 

El programa "Barrido Cero" y su impacto en la limpieza agrícola

Uno de los hitos clave en la gestión de residuos agrícolas en Almería tuvo lugar a finales de la década de 1990, con la implementación del programa "Barrido Cero". Esta iniciativa permitió la eliminación de biomasa agrícola abandonada, asegurando un entorno más limpio y sostenible.

Además, se establecieron protocolos de gestión eficiente para que los productores pudieran entregar estos residuos a gestores autorizados, quienes los transformarían en compost o los tratarían según la normativa vigente. 

Paralelamente, también se impulsó la infraestructura para la gestión de residuos agrícolas. No obstante, esta tarea presentó grandes desafíos técnicos, especialmente en el tratamiento de plásticos de menor grosor, como mallas térmicas, plásticos de solarización y plásticos de acolchado, cuyo reciclaje resultaba complejo mediante los sistemas mecánicos convencionales.

Un segundo "Barrido Cero" y la mejora en la gestión de plásticos

Para abordar la problemática de los residuos plásticos, se llevó a cabo un segundo "Barrido Cero", esta vez centrado exclusivamente en la recogida y reciclaje de plásticos agrícolas

Gracias a esta iniciativa, el campo almeriense alcanzó altos estándares de limpieza y sanidad vegetal, lo que contribuyó a mejorar la sostenibilidad, la competitividad y la imagen del sector agroalimentario.

Avances recientes en la gestión de residuos agrícolas

En la actualidad, el estado sanitario y ambiental del campo almeriense ha mejorado considerablemente, impulsado por la implementación de protocolos avanzados de gestión de residuos y por el desarrollo de nuevas soluciones tecnológicas y normativas.

  • Se han perfeccionado los procesos de reciclaje
  • Se han introducido plásticos biodegradables y compostables
  • Se han aprobado regulaciones específicas que fomentan la valorización de estos residuos

En la agricultura protegida almeriense, ya se utilizan plásticos compostables o biodegradables en diversas aplicaciones, como el acolchado agrícola, facilitando su tratamiento y reducción de impacto ambiental. 

Además, la Ley de Economía Circular ha establecido tasas mínimas de reutilización de subproductos plásticos, lo que ha impulsado la demanda y consumo de plásticos reciclados en el sector. A esto se suma la mejora en los aditivos compuestos utilizados en la fabricación de plásticos agrícolas, prolongando su durabilidad y reduciendo la generación de residuos.

Los avances en la gestión de residuos agrícolas en Almería han convertido a la provincia en un referente en sostenibilidad y economía circular en la agricultura intensiva. Gracias a la combinación de innovación tecnológica, normativa ambiental y concienciación del sector, se ha logrado minimizar el impacto de los residuos en el entorno, optimizando su aprovechamiento y promoviendo un uso más eficiente de los recursos.

El futuro de la agricultura almeriense seguirá ligado a la mejora continua en la gestión de residuos, con un enfoque cada vez más orientado hacia la reutilización, el reciclaje y la innovación en materiales. En este camino, la cooperación entre productores, instituciones y empresas será clave para consolidar un modelo agrícola aún más sostenible y competitivo a nivel global.

Las Organizaciones de Productores Hortofrutícolas (OPFH) y la sostenibilidad del modelo

Las Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas (OPFH) desempeñan un papel clave en la mejora de la posición de los productores hortofrutícolas dentro de la cadena de suministro. A través de la cooperación y la organización, estas entidades facilitan la concentración de la oferta, optimizan la comercialización y refuerzan el poder negociador de los agricultores en los mercados nacionales e internacionales.

Si bien su principal misión es mejorar la rentabilidad de sus miembros y garantizar una venta más eficiente de los productos agroalimentarios, surge una cuestión relevante: ¿pueden las OPFH influir en la sostenibilidad medioambiental de las explotaciones agrícolas?

La respuesta es afirmativa, y diversos estudios realizados en el ámbito de la agricultura protegida almeriense han puesto de manifiesto su impacto en la adopción de prácticas sostenibles. Investigaciones previas han analizado la priorización, percepción y aplicación de estrategias de producción sostenible y circular en productores afiliados a una OPFH en comparación con aquellos que operan de manera independiente.

Los resultados obtenidos revelan diferencias significativas en la forma en que ambos grupos abordan la sostenibilidad:

  • Los productores que forman parte de una OPFH dan mayor prioridad a los factores ambientales
  • Implementan con mayor predisposición innovaciones sostenibles y circulares, como el abonado en verde o el uso de rafia biodegradable
  • Adoptan Modelos de Producción Sostenible y Circular, optimizando recursos y minimizando el impacto ambiental

Esta diferencia puede explicarse por varios factores:

  • La estructura organizativa de las OPFH facilita acceso a formación, asesoramiento técnico y financiación
  • Impulsan campañas de sensibilización para fomentar conciencia ambiental
  • Promueven el cumplimiento de estándares ambientales, mejorando la percepción y competitividad del producto en el mercado

El futuro de la sostenibilidad de la agricultura almeriense

Llegados a este punto, se ha realizado una descripción detallada de los principales puntos fuertes de la sostenibilidad de la agricultura almeriense. Considero que se han respondido las preguntas inicialmente planteadas, por lo que se puede afirmar que la sostenibilidad del modelo Almería, desde el punto de vista medioambiental, es elevada o, al menos, no presenta todas las deficiencias que suelen señalarse, especialmente desde el exterior.

No obstante, no debemos caer en el error de pensar que todo está hecho ni conformarnos con la situación actual. Si algo caracteriza a los productores almerienses es su apuesta por el cambio y la innovación, lo que conlleva una serie de retos que los agricultores de la región deben afrontar.

A continuación, se presentan algunos de ellos. Sin embargo, no deben considerarse acciones aisladas, sino elementos interconectados, ya que muchas se relacionan entre sí. Asimismo, se debe tener en cuenta que la economía circular se integra como una estrategia transversal en todos los retos, basada en sus tres principios fundamentales:

  • Reducir
  • Reaprovechar
  • Reciclar

Un progreso acumulativo: agua, suelo y residuos

En primer lugar, es fundamental seguir avanzando en la mejora de la eficiencia medioambiental en aquellos aspectos que representan los principales desafíos del Modelo Almería, como es la gestión del agua, con el objetivo de garantizar la sostenibilidad a largo plazo del sistema productivo.

Entre ellos, destaca la optimización del uso del agua mediante la implementación de tecnologías avanzadas de riego, como el riego de precisión y la reutilización de aguas regeneradas, contribuyendo así a una mayor eficiencia hídrica y a la adaptación a escenarios de escasez.

Otro aspecto clave es la gestión sostenible de los residuos agrícolas, con especial énfasis en la reducción, reutilización y reciclaje de plásticos utilizados en la producción. 

En este sentido, resulta prioritario fomentar la investigación y el uso de polímeros alternativos, como los compostables y biodegradables, que permitan reducir el impacto ambiental sin comprometer la productividad del sector. Además, es necesario reforzar la concienciación y capacitación de los agricultores en buenas prácticas de gestión de residuos para minimizar su impacto en el entorno.

Asimismo, se debe garantizar: 

  • La salud física, química y biológica de los suelos, promoviendo prácticas agrícolas que favorezcan su regeneración y conservación
  • La rotación de cultivos, el uso de biofertilizantes y enmiendas orgánicas
  • La aplicación de técnicas de agricultura regenerativa

Estas medidas pueden desempeñar un papel crucial en la mejora de la estructura y fertilidad del suelo, asegurando su capacidad productiva a largo plazo y reduciendo la necesidad de insumos químicos.

Agricultura ecológica y biodiversidad

También es fundamental seguir impulsando la agricultura ecológica, ya que representa un modelo de producción sostenible con un menor consumo de insumos, como agua, fertilizantes y fitosanitarios, lo que contribuye a la reducción del impacto ambiental y la preservación de los recursos naturales. 

Además, este sistema fomenta un equilibrio agroecológico, minimiza la contaminación del suelo y el agua, y favorece la resiliencia de los cultivos frente a condiciones climáticas adversas.

Uno de los pilares clave de la agricultura ecológica es la conservación y fomento de la biodiversidad, un aspecto esencial para garantizar la estabilidad y productividad del sistema agrícola. 

En este sentido, resulta imprescindible intensificar los esfuerzos en la mejora de la biodiversidad tanto a nivel del suelo como en el conjunto de la explotación agrícola.

Por un lado, se debe promover el aumento de la biodiversidad edáfica, ya que la presencia de microorganismos beneficiosos en el suelo es un indicador clave de su salud y fertilidad. Para ello, es necesario incentivar prácticas como el uso de biofertilizantes, rotación y diversificación de cultivos, y la incorporación de materia orgánica que favorezca la regeneración del suelo y reduzca la dependencia de fertilizantes sintéticos.

Por otro lado, es esencial expandir la biodiversidad en la explotación agrícola mediante la implementación de estrategias como la creación de franjas de biodiversidad, la plantación de setos vivos y corredores ecológicos, y la integración de cultivos intercalados que fomenten la presencia de polinizadores y enemigos naturales de plagas. 

Estas prácticas no solo fortalecen la resiliencia del agroecosistema, sino que también:

  • Mejoran la calidad del suelo
  • Reducen la erosión 
  • Favorecen la adaptación de los cultivos a escenarios de cambio climático

Nuevos plásticos para envases

Sin duda, el plástico es uno de los materiales más regulados en los últimos tiempos, especialmente debido a las recientes normativas europeas sobre gestión de residuos. Estas regulaciones buscan reducir el uso de plásticos de un solo uso y fomentar que todos los materiales empleados sean reciclables. Además, se pretende impulsar el uso de plásticos compostables y reciclables, promoviendo un modelo más sostenible.

Dentro del modelo agrícola almeriense, la sostenibilidad representa un reto fundamental, y la innovación en materiales es clave para minimizar el impacto ambiental sin comprometer la funcionalidad ni la seguridad alimentaria. Por ello, es indispensable desarrollar nuevos plásticos que respondan a las exigencias medioambientales y a las necesidades del sector agroalimentario.

En este sentido, se están explorando alternativas innovadoras, como la incorporación de polímeros naturales y materiales obtenidos a partir de residuos agroalimentarios. Estas soluciones no solo reducen la dependencia de plásticos convencionales, sino que también favorecen un enfoque de economía circular, en el que los desechos se convierten en recursos valiosos.

Además, la evolución hacia nuevos plásticos para envases debe ir acompañada de estrategias integrales que aborden tanto la fase de producción como la gestión postconsumo. Es fundamental impulsar la investigación y el desarrollo tecnológico para diseñar envases competitivos en el mercado, ambientalmente responsables y alineados con las exigencias de una economía sostenible.

Con este enfoque, el sector agroalimentario almeriense podrá consolidarse como referente en la transición hacia modelos productivos más eficientes, responsables y ecológicos.

Emisiones de gases de efecto invernadero

Resulta fundamental implementar estrategias integrales que contribuyan a mitigar la huella de carbono en la agricultura almeriense. Dentro de este marco, diversas prácticas pueden contribuir significativamente a la reducción de emisiones, algunas de las cuales ya se han mencionado. 

Por ejemplo, la apuesta por la agricultura ecológica permite disminuir la huella de carbono gracias a un menor consumo de insumos (agua, fertilizantes, fitosanitarios, energía, etc.). 

 

Mar de Plástico - Almería

 

De igual forma, incrementar la biodiversidad mediante la implementación de setos auxiliares no solo reduce la huella, sino que también puede optimizar el uso del agua y, en consecuencia, reducir la energía requerida para su extracción y transporte.

Además, la mejora en la gestión de residuos y la utilización de materiales alternativos, como plásticos biodegradables o el uso de envases alternativos, refuerzan estos esfuerzos.

Otro aspecto clave es fomentar la implantación de energías renovables en Almería, aprovechando el alto potencial solar y otras fuentes limpias disponibles en la región. 

La instalación de sistemas de autoconsumo energético en las explotaciones contribuirá a la reducción de emisiones y favorecerá la independencia energética de los agricultores. En este contexto, las comunidades de regantes pueden lograr una notable disminución del consumo energético mediante la integración de estas tecnologías.

Asimismo, es necesario promover la investigación y el desarrollo de métodos innovadores para la producción de fertilizantes sintéticos a partir de fuentes de energía renovable. La fabricación de fertilizantes mediante nitrógeno verde se presenta como una alternativa que reduce la dependencia de insumos fósiles y mejora la sostenibilidad del sector, considerando que diversas fuentes indican que entre una cuarta y la mitad de la huella de carbono de los sistemas agrícolas está asociada a la producción de fertilizantes.

También es recomendable desarrollar estrategias orientadas a optimizar el uso de insumos en la agricultura. La adopción de tecnologías avanzadas y prácticas de manejo integrado permitirá reducir el consumo de recursos, mejorar la eficiencia productiva y preservar la calidad del suelo. 

Además, es fundamental capacitar a los productores en técnicas de agricultura de precisión y en la gestión sostenible de sus explotaciones, garantizando así una mayor resiliencia frente a los desafíos ambientales y económicos.

 

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