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La formación: un elemento silencioso y estratégico para impulsar la transformación digital del sector agroalimentario

24 November 2025
Transformación Digital
Cadena de Valor
Documento de Trabajo sobre Necesidades Formativas en Agricultura

24 November 2025

La formación es un pilar decisivo en cualquier proceso de cambio. Existe una relación sólida entre el nivel formativo de las personas y su productividad. A mayor capacitación, mejoran los procesos, se acortan las curvas de adopción tecnológica y se incrementa la calidad de las decisiones. 

En consecuencia, invertir en competencias, especialmente digitales, no solo impulsa la eficiencia operativa, sino que también facilita la innovación y reduce las brechas que frenan la transformación digital.

En este contexto, el Observatorio de la Digitalización del Sector Agroalimentario Español, impulsado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) en colaboración con Grupo Cajamar, ha llevado a cabo un análisis específico de las necesidades formativas en digitalización de quienes trabajan en la agricultura, la ganadería y la industria agroalimentaria, atendiendo a la diversidad de perfiles, funciones y realidades territoriales que conviven en la cadena de valor. 

Este artículo es una adaptación del documento de trabajo Análisis de las necesidades formativas en digitalización del sector agroalimentario

Este análisis fue presentado en el Foro DATAGRI, celebrado en Murcia a mediados de noviembre. 

 

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El propósito de este estudio ha sido profundizar en dichas necesidades e identificar recomendaciones formativas claras y accionables para el conjunto del sector agroalimentario. 

Con ello se busca alinear la oferta de aprendizaje con los retos reales de la actividad, de modo que los profesionales dispongan de itinerarios formativos pertinentes que abarquen desde la alfabetización digital hasta el manejo de datos, sensorización e internet de las cosas, automatización y ciberseguridad. 

 

Análisis de las Necesidades Formativas en Digitalización del Sector Agroalimentario

¿Cómo hemos realizado el estudio?

Para realizar este estudio, hemos utilizado una metodología cualitativa basada en la realización de grupos focales, seguida de una encuesta estructurada que se distribuyó entre las personas y entidades participantes.

Se llevaron a cabo 8 grupos focales virtuales, tantos como colectivos participaron en el estudio: 

  • personas del sector agrícola y ganadero
  • de la industria agroalimentaria
  • de colegios profesionales
  • universidades
  • centros de investigación
  • hubs de innovación
  • y proveedores de servicios y tecnologías

Estos grupos estaban conformados por representantes convocados por diversas entidades de referencia en el sector agroalimentario, como entidades agrarias y cooperativas, asociaciones empresariales, colegios profesionales, así como las Universidades, centros de investigación y hubs de innovación que aceptaron participar, entre otros. 

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Fuente: 'Análisis de las necesidades formativas en digitalización del sector agroalimentario'.

 

La recopilación de la información de las reuniones virtuales se efectuó entre marzo y septiembre de 2024, tras contactar con las entidades y confirmar su participación.

Cada entidad designó a una o varias personas representantes para participar en las reuniones de los grupos focales, quien contribuyó activamente a identificar las necesidades formativas en el sector.

Después de cada sesión de los grupos focales, se facilitó una encuesta a cada persona participante para su cumplimentación. El objetivo de esta encuesta era recopilar datos cualitativos adicionales a los obtenidos en las sesiones de grupo. 

La encuesta se estructuró en bloques temáticos que abarcaban competencias del sector, liderazgo en formación, canales de formación, temas prioritarios y recomendaciones para instituciones. Cada bloque incluía preguntas abiertas y cerradas, algunas de ellas utilizando una escala Likert.

¿Cuánto saben sobre digitalización las personas del agro?

Los representantes de las instituciones consultadas señalaron que existen múltiples factores a considerar al evaluar la capacitación de las personas en el sector de la agricultura, ganadería, industria agroalimentaria y sus asesores. 

En términos generales, indicaron que el nivel de formación es moderadamente bajo, aunque destacaron algunos aspectos específicos.

Agricultura y ganadería

En el sector primario, los representantes comentaron que este es el eslabón con menor formación, lo cual se debe, en gran parte, a la elevada edad media de los titulares de las explotaciones. 

Las personas indicaron que la importancia de segmentar esta valoración según la profesionalización y el tamaño económico de las explotaciones y granjas, ya que estos factores influyen en la disposición y capacidad para adoptar nuevas tecnologías. 

 

 

Además, en los grupos focales se mencionó que, aunque muchas personas del sector primario poseen competencias básicas, como el manejo de Internet y dispositivos móviles, el principal déficit radica en el uso de aplicaciones específicas para su actividad concreta, que es lo que realmente genera valor en el proceso de digitalización.  

También se observa una falta de formación en la interpretación de datos agronómicos o ganaderos que estas aplicaciones generan, lo cual limita la toma de decisiones informadas y la capacidad de optimizar las operaciones.

Industria agroalimentaria

En la industria agroalimentaria, los representantes indicaron que la formación es más elevada que en el sector primario, especialmente en negocios de tamaño medio a grande. 

Sin embargo, los principales déficits de conocimientos se observan en autónomos, microempresas y pymes, donde las barreras financieras y de tiempo dificultan la implementación de programas de formación continua. 

La falta de acceso a recursos formativos específicos en digitalización para este segmento de empresas representa un reto importante.

Asesores agroalimentarios

Por último, en el caso de los asesores, se identificó un déficit de conocimiento, particularmente entre aquellos que carecen de un plan de recualificación adecuado. 

La rápida aparición de nuevos productos y servicios digitales exige que estos profesionales se mantengan en constante formación, casi diaria, para estar actualizados. Los asesores juegan un rol clave en la transferencia de conocimiento y la implementación de innovaciones dentro del sector agroalimentario. 

Por lo tanto, su nivel de capacitación impacta directamente en la efectividad de la transformación digital en los demás eslabones.

De manera unánime, los representantes subrayaron la necesidad de adaptar la formación a la capacitación previa de las personas a formar. Esto implica establecer un plan de trabajo claro y específico para cada curso, ya que, en muchas ocasiones, no se realiza adecuadamente. 

En consecuencia, se pueden presentar situaciones en las que la formación ofrecida sea demasiado genérica para cubrir las necesidades de una empresa agroalimentaria o, en su defecto, se brinde información demasiado avanzada para empresas que aún no cuentan con los conocimientos básicos necesarios. 

Además, se destacó que una formación bien planificada y segmentada podría contribuir a mejorar la confianza en la tecnología y reducir la resistencia al cambio, aspectos fundamentales para lograr una adopción eficaz de las innovaciones en el sector.

Un líder para la coordinación

Los representantes de las instituciones consultadas identificaron la falta de un líder claro en la formación de los profesionales de la agricultura, ganadería, industria agroalimentaria y sus asesores. 

Aunque consideraron fundamental que exista colaboración entre todos los actores relevantes —Administración, centros de investigación, universidades, hubs de innovación digital, cooperativas y entidades asociativas—, cada uno de los cuales puede aportar recursos materiales, conceptuales o logísticos clave.

Agricultura y ganadería

En el sector primario, señalaron que las cooperativas y las integradoras deberían liderar la formación, dado que mantienen una relación de confianza con los productores, y sus centros logísticos o de transformación suelen estar ubicados próximos a las unidades de cultivo o a las granjas, lo cual facilita su conocimiento de las necesidades específicas de los profesionales del sector. 

A continuación, se identificaban a las organizaciones profesionales agrarias como líderes en el proceso de formación.

Industria agroalimentaria

En la industria agroalimentaria, recomendaron que la coordinación estuviera a cargo de los centros de investigación y las universidades. Estos organismos se encuentran en la vanguardia de la identificación de nuevos productos y servicios digitales y pueden transferir dicho conocimiento al sector. 

Además, los representantes destacaron la importancia de que estos centros colaboren estrechamente con empresas del sector para asegurar que los programas de formación aborden las aplicaciones prácticas de las tecnologías emergentes y respondan a las necesidades operativas y productivas de la industria.

Asesores agroalimentarios

En el ámbito del asesoramiento, sugirieron que la coordinación de la formación debería recaer en los colegios profesionales y las universidades, ya que poseen los medios y el conocimiento directo para trabajar con asesores en agricultura, ganadería e industria agroalimentaria. 

Los representantes señalaron que, dada la velocidad de los avances tecnológicos, sería crucial que los programas de formación para asesores incluyan un componente de actualización continua, que permita a estos profesionales mantenerse al día con los últimos desarrollos y brindar un servicio de asesoramiento actualizado y efectivo.

Los representantes de las entidades coincidieron de manera unánime en el formato de formación más adecuado para las personas de los sectores agrícola y ganadero, la industria agroalimentaria y los servicios de asesoramiento.

Consideraron que las jornadas técnicas y los cursos en modalidad mixta (presencial y virtual) son los más apropiados para el sector agroalimentario, principalmente por la importancia de la formación práctica, que permite a los profesionales adaptarse con rapidez a las innovaciones tecnológicas.

Asimismo, destacaron la necesidad de que los participantes experimenten directamente con las nuevas tecnologías, pues ello facilita la comprensión de sus aplicaciones reales y de los beneficios que aportan al trabajo cotidiano.

Además, señalaron que el formato ideal de cada curso depende de su naturaleza: para los contenidos teóricos, recomendaron opciones completamente virtuales y de corta duración, y desaconsejaron los cursos, tanto presenciales como virtuales, de larga duración. 

Las temáticas preferentes

Los representantes de las entidades consultadas señalaron distintas temáticas de interés, específicas para cada grupo de agentes, con el objetivo de cubrir las necesidades formativas en cada eslabón de la cadena agroalimentaria y facilitar una adaptación efectiva a las nuevas demandas tecnológicas.

En el sector primario, destacaron la necesidad de impartir cursos especializados en agricultura y ganadería de precisión; automatización y robótica; trazabilidad y control de calidad; gestión de datos y uso de plataformas digitales; sensores e internet de las cosas (IoT); así como en alimentación y salud animal.

En la industria agroalimentaria, subrayaron la importancia de la automatización de procesos; la ciberseguridad de la información y de los sistemas; la trazabilidad basada en blockchain; la inteligencia artificial; y la gestión eficiente de recursos mediante la digitalización.

Por último, en el caso de los servicios de asesoramiento, resaltaron las temáticas de monitorización y análisis de datos generados en los negocios agroalimentarios; automatización y robótica; tendencias y novedades tecnológicas; gestión empresarial y comercio digital; y, finalmente, ciberseguridad y gestión de datos.

Las recomendaciones realizadas por las entidades

Las representantes de las entidades trasladaron recomendaciones para los distintos agentes implicados en la capacitación del sector agroalimentario. Coincidieron en ampliar y personalizar la oferta formativa en digitalización para mejorar la competitividad: ajustar contenidos al modelo de negocio, al nivel de partida y al momento de aplicación, priorizando temáticas de mayor impacto.

Defendieron una formación mixta (virtual y presencial) con fuerte componente práctico, que permita experimentar de primera mano las tecnologías. Para salvar barreras logísticas, propusieron identificar negocios “modelo” y habilitar espacios demostrativos donde realizar talleres y prácticas, favoreciendo además el intercambio de buenas experiencias.

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Fuente: 'Análisis de las necesidades formativas en digitalización del sector agroalimentario'.

 

Reclamaron mejorar la difusión de las jornadas: hoy existen iniciativas valiosas que no alcanzan a su público objetivo. Sugirieron coordinarse con asociaciones sectoriales, utilizar plataformas digitales y comunicar con lenguaje claro, evitando tecnicismos innecesarios.

En el ámbito investigador, indicaron la de necesidad de una investigación más aplicada y por proyectos piloto que aceleren la transferencia de conocimiento a situaciones reales. Igualmente, pidieron reforzar la transferencia de innovaciones desde universidades y centros de investigación hacia empresas y profesionales, para facilitar una adopción rápida y sostenible.

Como marco habilitador, plantearon crear una red de colaboración que coordine esfuerzos y recursos entre centros de formación, instituciones académicas, asociaciones y empresas, impulsando una formación continua, pertinente y alineada con las necesidades actuales del sector.

Reflexión final

Por tanto, se podría indicar que existe formación, pero es necesario coordinarnos y adaptarla a la habilidad de cada grupo de personas

Esta es la principal enseñanza del diagnóstico: no basta con multiplicar cursos, hace falta gobernanza compartida, segmentación real por perfiles y una conexión directa entre necesidades productivas y contenidos.

Cuando la formación se alinea con el punto de partida de agricultores, ganaderos, industria y asesores, las curvas de adopción tecnológica pueden acortarse y mejorar la calidad de las decisiones, reduciendo, además, la resistencia al cambio. 

Asimismo, la capilaridad del sistema formativo es tan importante como su excelencia. Cooperativas e integradoras, organizaciones profesionales, centros tecnológicos, universidades y colegios profesionales deben asumir un liderazgo coordinado, cercano al terreno y con vocación de transferencia. 

La modalidad mixta y las jornadas con práctica directa son el mejor vehículo para que las tecnologías de datos, sensorización, automatización, IA o ciberseguridad dejen de ser promesas y se conviertan en mejoras operativas verificables.

De aquí se desprende una agenda concreta: diseñar itinerarios modulares y escalables —desde alfabetización digital hasta especialización—, crear espacios demostrativos y negocios “modelo” donde experimentar, comunicar mejor lo que ya existe con un lenguaje claro, e instaurar un cuadro de indicadores que mida impacto. 

Por tanto, hay base y hay voluntad: si ordenamos el ecosistema, personalizamos el aprendizaje y medimos lo que importa, la formación dejará de ser un elemento silencioso para convertirse en el motor visible de la transformación digital del sector agroalimentario. 

 

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