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17 min

50 años de campañas hortofrutícolas

24 July 2025
50 Aniversario
Las Palmerillas 4.0
Artículo perteneciente al libro conmemorativo '50 años transfiriendo conocimiento y tecnología', publicado con motivo del aniversario de la creación de la Estación Experimental Cajamar 'Las Palmerillas'
Presentación del Informe de la Campaña de Almería en la sede de Cajamar

24 July 2025

En 2025 no solo se cumplen 50 años de la creación de 'Las Palmerillas', sino prácticamente también medio siglo de campañas hortofrutícolas de la agricultura protegida almeriense. 

Quizá sean alguno más, pero muy pocos, pues si en 1966 se registran las primeras 3 hectáreas de superficie protegida, será precisamente en 1975 cuando se superen por primera vez las 3.000 ha y se pueda comenzar a hablar de una "campaña productiva" propiamente dicha.

Desde 2001 Cajamar acompaña al sector publicando anualmente el Análisis de la Campaña Hortofrutícola, documento de referencia que resume los datos y características de cada campaña y permite contemplar la evolución respecto a las anteriores. 

Aprovechando la efeméride, en este libro nos hemos planteado un 'informe de informes', un compendio de cómo ha evolucionado el sector en estos últimos 50 años, tanto en términos de producción, como de comercialización y rentabilidad.

 

Banner - Libro Conmemorativo del 50 Aniversario de Las Palmerillas

Evolución de la producción, la superficie y los rendimientos

En el Gráfico 1 hemos tratado de recoger las principales variables que identifican la evolución de la producción hortícola de Almería. En primer lugar, la propia producción, que pasa de algo menos de 670.000 toneladas en 1975 hasta un máximo de casi 4,2 millones en 2021, para caer en 2022 y 2023 y recuperarse en 2024 hasta 3,86 millones, la tercera campaña de mayor volumen de la historia.

 

 

 

La evolución de la producción viene explicada por la evolución de la superficie y la de los rendimientos. En primer lugar, en cuanto a la superficie de invernaderos, las poco más de 3.000 ha de 1975 se han multiplicado por 11 hasta 33.634 en 2024. Por su parte, la superficie total de cultivo ha pasado de algo más de 24.200 ha en 1975 hasta un máximo de casi 64.700 ha en 2021 y descenso posterior hasta la última cifra, 61.207 en 2024, que es por otra parte la cifra más baja de los últimos cinco años. 

Cabe reseñar en este sentido que la superficie de invernaderos ha seguido una trayectoria creciente durante todo el periodo (con la única excepción de los años 2010 y 2011), mientras que la superficie total cultivada es la que ha ido absorbiendo con mayores subidas y bajadas las necesidades de ajuste final de la producción a las condiciones de cada campaña; algo lógico por otra parte.

La evolución del segundo componente que explica la producción, el rendimiento medio por hectárea, es fruto de la evolución, por una parte, de la proporción de superficie bajo invernadero respecto al total, que implica mayor rendimiento y, por otro, del mix de cultivos en cada campaña.

La evolución de este segundo elemento ha sido más variable. Así, en los primeros años estaban más presentes cultivos como la judía verde (el segundo de mayor superficie, tras el tomate, en 1975), de menores rendimientos en t/ha, cultivo que iría perdiendo mucho peso en el conjunto. La mayor presencia del tomate impulsó también el rendimiento medio, mientras que su paulatina sustitución en décadas recientes por el pimiento como protagonista tuvo el efecto contrario, al igual que la aparición de los tomates tipo Cherry.

En todo caso, el rendimiento medio por ha cultivada estaba en torno a 30 t/ha en 1975-1980, salta la barrera de las 50 t/ha en 1995, la de 60 t/ha en 2007 y alcanza un máximo de algo más de 68 t/ha en 2012 habiéndose situado en 63,05 t/ha en la última campaña, tras dos años de grandes dificultades productivas como fueron 2022 y 2021 en las que el rendimiento llegó a caer por debajo de 60 t/ha.

Etapas del modelo

Esta evolución comparada que muestra el Gráfico 1 nos permite realizar una cierta caracterización de etapas productivas a lo largo de 50 años. Una primera etapa que podríamos llamar ‘de implantación’ del modelo de agricultura intensiva, aproximadamente hasta 1992, fecha que coincidiría con la superación de los primeros años de adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea donde las exportaciones hortícolas españolas estaban aun limitadas. Durante esta etapa la producción crece de media un 4,5 % anual, fruto de una fuerte expansión de los invernaderos (20 % anual), pero un moderado aumento de la superficie total cultivada (2,5 % anual) y de los rendimientos (1,5 % anual).

Tras ella y hasta 1998 llega una ‘etapa de expansión’ del modelo de producción bajo invernadero. La superficie de invernaderos se incrementa aun con más fuerza (24 % anual), pero a la vez crece la superficie total cultivada (11 % anual) y aumentan los rendimientos (10 % anual), resultando en un incremento de la producción anual de más de un 28 %.

La tercera etapa, que podríamos extender hasta 2010 aproximadamente, es una 'etapa de madurez’ del modelo, con estabilización de la superficie de invernaderos. Durante estos años se ralentiza en gran medida la expansión de invernaderos, que cae al 1,7 % anual, cifra casi idéntica al ritmo de crecimiento de la superficie cultivada (1,5 %). Los rendimientos crecen a menor ritmo (2,5 % anual) y como consecuencia, la producción lo hace al 4,4 %.

Desde entonces, y hasta el máximo productivo de 2021, se ha producido una etapa que podríamos denominar 'de reimpulso' del modelo, caracterizada, entre otros factores, por la implantación del control biológico y los cambios de cultivo y sobre todo de variedades. En esta etapa, aun con porcentajes más modestos que en el siglo pasado dado que el volumen alcanzado por la producción no permite ya crecimientos anuales a doble dígito, la producción habría crecido un 4,8 % anual, la superficie de invernaderos un 2,3 % anual, la superficie cultivada un 3,2 % y el rendimiento medio por ha un 1,2 % (recordemos, por ejemplo, el mencionado cambio hacia variedades Cherry en tomate).

Evolución de la forma de producir

En este apartado queremos estudiar los cambios en la forma de producir en la horticultura de la provincia. Obviamente, el principal cambio ha sido la generalización de la producción en invernadero, ya vista en el apartado anterior. Pero más allá de eso analizaremos dos factores principales: la evolución del empleo y el papel creciente de la industria auxiliar. Un tercer factor para tener en cuenta, la implantación de las técnicas de control biológico, ya ha sido suficientemente tratado en otras secciones de este libro por Jan van der Blom y Corpus Pérez.

No disponemos de series tan largas sobre el empleo, pero sí los datos de afiliación a la Seguridad Social de las últimas 15 campañas, que se muestran en el Gráfico 2. Durante estos años, el sector habría aumentado la generación de empleo, trabajando en la actualidad más de 76.000 personas (el total de afiliados en la campaña 23/24 ascendió a 76.254), lo que representa un incremento de más del 25 % respecto a quince años atrás, con una tasa de creación de empleo del 1,8 % anual.

 

 

 

La afiliación total y la afiliación al Régimen de Autónomos han crecido de manera paralela, aunque siendo de orden de magnitud muy diferente. Así, los autónomos se situaron en la campaña 23/24 en 20.425, aproximadamente 4.000 más que quince años antes, con un ritmo de crecimiento muy similar al general: 1,6 %. Como consecuencia, la ratio de autónomos sobre el total de trabajadores, representado en la figura por la línea punteada, se muestra muy constante a lo largo de todo el periodo, en el entorno del 26-27 %.

El segundo aspecto que queremos analizar en relación con el factor trabajo es la composición por nacionalidades de los trabajadores. 

Para ello, en primer lugar, en la Tabla 1 se muestran la evolución de afiliaciones en las cuatro últimas campañas para las diez nacionalidades más numerosas. 

 

 

En la Tabla 2 mostramos el peso de los afiliados de nacionalidad extranjera sobre el total de afiliados, peso que habría aumentado aproximadamente 10 puntos porcentuales a lo largo de las 15 campañas analizadas, pasando aproximadamente de representar el 45 % al 55 % del total.

 

 

Por nacionalidades, hemos querido analizar tres situaciones diferentes: los afiliados de nacionalidad marroquí; los procedentes de países del Este de Europa y en concreto de Polonia, Rumania, Bulgaria y Lituania; y, los procedentes de Senegal y Mali. 

La serie muestra un ligero aumento de la presencia de trabajadores de Marruecos, un fuerte descenso de la de trabajadores del Este de Europa (que en solo 15 años caen de representar más de un 26 % del total de afiliados extranjeros a poco más de 8 %) y el incremento casi complementario al descenso de los trabajadores de Europa del este de los trabajadores de Senegal y Malí, que pasan del 4 al 19 %

En conjunto, estas siete nacionalidades han tenido un peso casi constante en el total de afiliaciones extranjeras representando entre el 80 % y el 83 % de todos los afiliados extranjeros a lo largo de las 15 campañas.

El segundo aspecto que queremos analizar en este apartado es la evolución de la industria auxiliar, de la que las empresas especializadas en control biológico forman parte. Se trata de una información que todos los años analizamos en el informe de campaña gracias a la aportación de Tecnova a partir de una encuesta a sus asociados.

En el Gráfico 3 se muestra la dedicación principal de cada una de las 155 empresas que en 2023 componían el sector de industria auxiliar en Almería. 

 

 

Y en la Tabla 3, la evolución del empleo generado por la industria auxiliar. Llama la atención la tendencia creciente del empleo, que habría aumentado en aproximadamente un 60 % en los diez años sobre los que se poseen datos. 

 

 

En todo caso, es interesante también comparar este empleo con el total de afiliaciones a la Seguridad Social que mostrábamos con anterioridad, pues muestran el grado de tecnificación del sector hortícola de Almería

Así, si en el año 2013, por cada persona empleada en la industria auxiliar, existían 16 afiliados en la agricultura. Diez años más tarde, esta proporción ha descendido y por cada persona ocupada en la industria auxiliar hay 12 afiliados en agricultura.

La comercialización

La comercialización de la producción hortícola almeriense ha ido evolucionando a lo largo de estos 50 años, pasando de estar volcada en el consumidor nacional y representar las exportaciones tan solo un complemento, a la situación contraria que se ha venido produciendo en las décadas recientes. 

Así se muestra en el Gráfico 4, que recoge la producción total y el volumen exportado, ambos en toneladas, y el porcentaje que las cantidades exportadas han representado en cada campaña sobre la producción total.

 

 

 

La serie histórica arranca en 1980, año en el que las exportaciones representaron el 9 % de la producción total. Poco a poco la proporción exportada va creciendo: en 1985 supera por primera vez el 20 % de la producción total (22 %), y en 1990 alcanza el 27 %. 

Entre 1990 y 1993, ya con los efectos plenos de la adhesión a la CEE, las exportaciones se incrementan un 118 % y su peso se dobla, pasando a representar el 54 % del total producido. A partir de ese momento se entra en un equilibrio entre mercado nacional y exportaciones que se prolonga hasta 2009, año en el que las exportaciones representaron el 58 % del total producido. Se vive a partir de entonces un nuevo despegue de las exportaciones, que alcanzan su máximo en 2021, el único año en el que la exportación de Almería ha superado los 3 millones de toneladas. 

Respecto al total producido, el máximo se alcanzó dos años antes, en 2019, con un 78 %. Desde ese momento y hasta 2024 el peso de las exportaciones ha descendido más de 10 puntos porcentuales, hasta el 67 %.

El carácter perecedero de la producción hortícola almeriense y su precio unitario relativamente bajo han dificultado históricamente su comercialización en mercados lejanos. Así, el mercado de la Unión Europea, incluyendo el Reino Unido, ha constituido el destino casi exclusivo de las ventas en el exterior

Como se puede apreciar en el Gráfico 5, este mercado ha representado durante todo el periodo analizado, aproximadamente el 97 % del total de exportaciones. A su vez, dentro de este mercado, cuatro destinos, Alemania, Francia, Países Bajos y Reino Unido son claramente los mayoritarios, si bien con una tendencia descendente a favor de otros países de la UE.

 

 

Así, la suma de estos cuatro destinos representaba en torno al 80 % del total del volumen exportado en 1995-1999, para ir descendiendo hasta el 70-72 % que vienen representando en la última década. 

Dentro de ellos Alemania se ha mantenido claramente como el principal mercado, de hecho, con valores máximos en 2023 y 2024. En la segunda posición, tradicionalmente ocupada por Francia, ahora se ubican con cifras muy similares la propia Francia, Países Bajos y Reino Unido.

La rentabilidad

Los datos que anualmente se reflejan en los informes de campaña permiten analizar también la evolución de la rentabilidad alcanzada en el sector hortícola de Almería. Año a año, el informe de campaña analiza la evolución en términos deflactados (es decir, descontado el efecto de la inflación) del precio medio de venta de la producción (€/kg) y del ingreso medio por hectárea (€/ha), fruto este último de la evolución del precio de venta y del rendimiento medio (t/ha).

Como se aprecia en el Gráfico 6, el precio unitario real (deflactado) ha seguido una tendencia ligeramente descendente, compensada por el incremento del rendimiento. Como resultado, los ingresos reales por ha alcanzaron un máximo a mediados de la década de los 90, para caer posteriormente y venir recuperándose aproximadamente desde 2014. 

En concreto, a lo largo de los últimos años (periodo para el que a continuación analizaremos la evolución de los costes), los ingresos reales por hectárea han permanecido más o menos constantes.

 

 

En cuanto a la evolución de los costes, se dispone de los mismos a lo largo de las últimas 20 campañas. En el Gráfico 7 se muestra la evolución del total de gastos y de sus principales componentes, en términos relativos (trienio 2000-2003 = 100), pero en este caso se trata de valores no deflactados. 

 

 

Durante estos 20 años, los costes totales han aumentado un 52 %, lo que equivale a un 2,1% de incremento anual. Este incremento de costes es muy similar, pero ligeramente inferior al experimentado durante el mismo periodo por el IPC: 57,3 %. Es decir, en términos reales, los costes habrían disminuido ligeramente, al crecer por debajo de la inflación. Teniendo en cuenta que, como veíamos, los ingresos reales habrían permanecido constantes, la rentabilidad habría aumentado ligeramente en estos 20 años, justificando que el modelo almeriense, como hemos visto, haya seguido creciendo ligeramente en superficie productiva.

La evolución de los diferentes componentes de coste en estos 20 años es realmente interesante. El incremento del total de costes del 52 % se explica por un pequeño incremento de los gastos de amortización (estructuras de invernaderos, sistemas y balsas de riegos, sustratos y enarenados, plásticos, etc.), del 17 %, y un mayor aumento de los gastos corrientes, +63 %. Dentro de los gastos corrientes las variaciones son importantes, pues mientras los servicios (como los costes financieros, por ejemplo), se redujeron un 11 %, y los tratamientos fitosanitarios (en la suma de control químico y biológico) se redujeron un 5 %, la mano de obra aumentó un 92% y los fertilizantes un 113 %.

Conclusiones

Tras el análisis previo, se puede afirmar que la agricultura almeriense, a lo largo de su historia, ha demostrado una capacidad extraordinaria para adaptarse y mantener su competitividad, gracias al esfuerzo conjunto de agricultores y empresas. Desde los primeros pasos de innovación con la adopción de sistemas de riego eficientes hasta la actual apuesta por la agricultura regenerativa y la biotecnología, el modelo agrícola de Almería ha sabido avanzar hacia una producción más sostenible y respetuosa con el medioambiente. Esta evolución incluye logros como el control biológico generalizado, el bajo consumo energético, el crecimiento de la agricultura ecológica y una creciente conciencia sobre la salud del suelo.

Sin embargo, los desafíos persisten. La competencia internacional obliga al sector a seguir innovando para reducir costes y optimizar recursos, especialmente en lo referente a la mano de obra. 

En este contexto, la automatización, la digitalización y tecnologías como la inteligencia artificial se perfilan como herramientas clave para mejorar la eficiencia, reducir el impacto ambiental y aumentar los ingresos. A esto se suma la importancia de diversificar mercados de exportación y revalorizar subproductos, consolidando un modelo circular y sostenible. La conexión directa con el consumidor y la apertura a nuevos mercados europeos y extracomunitarios serán determinantes para el futuro del sector.


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