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Semillas de cambio: diálogo y soluciones para una agricultura con futuro

04 November 2025
Cambio Climático
Sostenibilidad
Una visión compartida para transformar la agricultura europea desde la cooperación, la innovación y el compromiso social
El proyecto Semillas de Cambio, de Grupo Cajamar, en el programa Punto de Encuentro de EFE Agro.

04 November 2025

La conversación pública sobre agricultura y naturaleza transcurre en un presente marcado por el cambio climático, con sequías más largas, tormentas más intensas y ecosistemas cada vez más frágiles. 

La actividad agraria depende de recursos naturales y ecosistemas funcionales que garanticen, por ejemplo: el agua, la polinización o unos suelos vivos, pero también de una rentabilidad que permita mantener un tejido social que facilite el relevo generacional y un medio rural vivo.

A la hora de abordar cómo compatibilizar una actividad agraria rentable y una adecuada gestión de los recursos naturales es innegable que existe un desacuerdo que se ha hecho más evidente en los últimos tiempos. Desde el ámbito conservacionista se prioriza reducir insumos y recuperar espacios, mientras que el sector productor advierte riesgos para la seguridad alimentaria, rentabilidad muy comprometida, alerta de la posible presión adicional sobre los hábitats si se fuerza la extensificación y denuncias políticas poco realistas y con elevada carga burocrática.

El proyecto Semillas de Cambio, desarrollado por el Servicio de Estudios de la Fundación Grupo Cajamar, con el apoyo de la European Climate Fundation, nace para encarar este doble reto y ofrece un camino de diálogo basado en evidencia, orientado a acuerdos medibles y pensados para mejorar, de forma práctica, la gestión diaria en el campo.

Con el fin de obtener resultados prácticos reales, el proyecto se centra en tres ámbitos concretos: producción agraria y biodiversidad, suelos y agua. La idea es compartir aprendizajes, ampliar el público y demostrar que es posible cooperar entre actores con intereses distintos.

El primer hito que abordamos en este artículo se centró en biodiversidad agraria, que ya no es un asunto abstracto, sino un riesgo para la producción alimentaria y un problema social. Además, este primer diálogo permitió abrir una base común, útil para los siguientes talleres.

 

Cómo se trabajó

El taller combinó una encuesta previa, sesiones presenciales y una evaluación posterior, de modo que la discusión partiera de expectativas explícitas y aterrizara en conclusiones verificables. Participaron perfiles de academia, ONG ambientales, productores, administración y finanzas, reunidos bajo tres principios operativos: inclusividad, aprendizaje mutuo y un espacio de confianza, amparado por la regla de Chatham House.

En sala se presentaron dos casos de éxito que sirvieron de punto de apoyo. Por un lado, el manejo de cultivos protegidos que equilibra la planta con la fauna auxiliar y, por otro, los márgenes multiflorales en extensivos que refuerzan polinizadores y depredadores naturales

A partir de ahí, el grupo contrastó las distintas percepciones de la importancia de la biodiversidad métricas útiles; causas que más inciden en la pérdida de biodiversidad; medidas que más ayudarían y dificultades para su implantación. El cierre llegó con una encuesta final, pensada para medir el clima del diálogo y detectar cambios de percepción.

 

 

Resultados y conclusiones

El espacio de trabajo fue valorado de forma muy positiva y, lo más relevante, se reconoció una voluntad genuina de escuchar a otros sectores. Ya desde el comienzo, una amplia mayoría consideró esencial entender y valorar perspectivas ajenas. A lo largo del debate, esa disposición se tradujo en diagnósticos compartidos y en un buen número de medidas coincidentes, aunque persistieran diferencias sobre metas y prioridades. Esta mezcla ayudó a traducir puntos de encuentro en tareas concretas y a situar los desacuerdos donde realmente importan.

Se consolidó, además, una idea central. No existen recetas universales, por lo que cada solución debe adaptarse al cultivo, al territorio y al modelo de explotación. Biodiversidad y producción pueden alinearse, siempre que haya reglas claras, estabilidad suficiente y acompañamiento técnico. 

Para que la adopción no se quede a medio camino, hacen falta formación específica, reconocimiento de mercado y demostraciones en finca que permitan ver los beneficios en primera persona, así como incentivos que cubran los costes de transición y eviten desventajas competitivas.

En materia de métricas, el consenso fue nítido. Resulta preferible sumar indicadores directos e indirectos, ya que los primeros acercan los cambios a la toma de decisiones diaria y los segundos facilitan la gestión a mayor escala. En cuanto a los objetivos, el grupo se inclinó por metas adaptadas a cada subsector y territorio.

El análisis de barreras situó, con claridad, los frenos políticos y sociales por delante del resto. La falta de normas adaptadas, la falta de diálogo que lleva a una escasa alineación de las prioridades y la necesidad de construir confianza pesan más que las limitaciones técnicas o económicas que, aun siendo importantes, dependen en gran medida del marco institucional y de los incentivos disponibles. 

De esa lectura surge una agenda pragmática, que combina reglas más cercanas a cada territorio, formación, acompañamiento de proximidad y evaluación de resultados, con el fin de hacer visibles los beneficios y acelerar la adopción:

  • Actitud constructiva y voluntad de diálogo
  • No existen soluciones universales, lo que choca con los enfoques habituales de las políticas, poco flexibles y adaptados
  • Acompañamiento y formación como condición de éxito
  • Métricas combinadas para una mejor gestión: indicadores, medición, compartir y comparar resultados
  • Metas adaptadas a cada contexto: objetivos realistas
  • Barreras políticas y sociales como principal freno

El proyecto cierra esta primera etapa con una brújula sencilla y exigente. Medir mejor para decidir mejor. Fijar objetivos marco y permitir adaptaciones locales de las medidas y metas. Diseñar incentivos que cubran costes de transición y simplificar su tramitación. Y, por último, comunicar con evidencias y sin distorsiones ni simplificaciones.

En un tiempo de cambio climático y márgenes estrechos, esa combinación de acuerdos, acompañamiento y transparencia convierte la biodiversidad en un activo productivo y social para la agricultura española.

 

Además del vídeo, también puedes escuchar el podcast aquí:

 

 

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